[74] Micaela: Bondad

101 22 40
                                    

Tú, Señor, diste forma a mis entrañas; ¡tú me formaste en el vientre de mi madre! Te alabo porque tus obras son formidables, porque todo lo que haces es maravilloso. ¡De esto estoy plenamente convencido! Aunque en lo íntimo me diste forma, y en lo más secreto me fui desarrollado, nada de mi cuerpo te fue desconocido. Con tus propios ojos viste mi embrión; todos los días de mi vida ya estaban en tu libro; antes de que me formaras, los anotaste, y no faltó uno solo de ellos.

–Salmo 139:13,14,15,16–

–Capítulo 74–
Micaela: Bondad.

Micaela Fernández.

   Fue muy bonito mirar a todos los de último año estar felices y contentos por escuchar el último timbre. Se notaban que ya no querían seguir en el colegio, aunque no los culpo. Tantos años de estrés, ansiedad y estudios necesitaba tener un final lleno de risas y pinturas; acompañado de felicitaciones y camisas rayadas con palabras bonitas o recordatorias.

   El próximo año me tocaría a mi, así que tengo que prepararme mentalmente para las próximas evaluaciones que tendré en el siguiente periodo escolar. Para aquél entonces ya seré mamá, y solo espero que no se me haga difícil culminar mi bachillerato.

   Para nadie es un secreto que mi vida ha tomado un rumbo muy diferente a lo que yo estaba viviendo antes. Ahora soy cristiana, y muy pronto mamá por primera vez.

   Cuando la popularidad llegó a mi vida pudo ahogar mi humildad; pero lo bueno es que poco a poco eso se ha estado arreglando en mi interior. No me gusta halagarme a mí misma, aunque antes solía hacerlo varias veces; pero en momentos de meditación, como este, me gusta saber en qué área de mi vida estoy creciendo. En este comienzo de mi vida prefiero que otros testifiquen de mi, y sé que es eso conlleva a escuchar comentarios tanto buenos como malos.

   Mientras yo esté bien con Dios ningún mal comentario me podrá afectar.

   Personas malintencionadas se podrán levantar en contra mía; pero por lo menos sé que no estoy sola, porque tengo a un Dios poderoso que pelea por mi.

   La Micaela orgullosa y prepotente de antes jamás hubiera imaginado que la Micaela de ahora se encontrara viviendo esta etapa de la vida, que para mí es maravillosa.

   Mirándome al espejo de la sala de mi casa pude detallar que mi barriga ya está muy grande, y ciertamente mi cuerpo había cambiado por el embarazo. No podía creer que una vida estuviera creciendo dentro de mí. Una personita que pronto tendrá las propias experiencias de su vida; pero que estoy segura que cumplirá la voluntad de Dios en cada paso que pueda dar en su futuro.

   Mi pequeño Tobías nacería a unas pocas semanas, y la emoción de querer verlo en persona y tenerlo en mis brazos cada vez se hace más grande.

—Listo, no vemos más tarde en la fiesta. Acuérdate de llevar todo lo que te dije, no quiero excusas luego —dijo Tanner, colgando la llamada que había estado haciendo con uno de sus amigos.

—¿Vas a ir a la fiesta? —pregunté, aún mirándome al espejo.

—Claro que iré, es la fiesta que se hace antes de la fiesta de graduación. Estoy seguro que estará increíble. ¿No quieres ir conmigo?

—No, sabes que no me sentiré cómoda con tanto olor a cigarro y alcohol a mi alrededor.

—Vamos, Micaela. Yo te he acompañado a la iglesia. Haz esto por mi, por favor. Te prometo que la pasaremos muy bien.

Relaciones de adolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora