[36] Sabio y necio

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Los proverbios de Salomón.
El hijo sabio alegra a su padre; el hijo necio entristece a su madre.

- Proverbios 10:1 -

Capítulo 36: Sabio y necio.

La hora de la cena ya se hacía presente. Los padres de Micaela estaban comiendo en la mesa como es de costumbre. Ambos hablaban de la situación que estaba pasando su hija, y de cómo pudieran ayudarla con palabras para motivarla a no abortar. Minutos después apareció Micaela, con un rostro lleno de vergüenza y tristeza por la situación que estaba ocurriendo. Sus padres la miraron con cautela mientras ella se disponía a sentarse en una de las sillas de la mesa para cenar. Todo permanecía en silencio, hasta que la señora Milagro habló.

—¿Ya te sientes mejor, hija?

—Estoy cansada de llorar. Muchos pensamientos vienen a mi mente y... No me dejan tranquila.

—Antes de que te duermas oraremos por ti para que descanses bien, ¿de acuerdo? —comentó el papá de la chica, asiendo que ella asintiera con su cabeza.

—Tú papá y yo hablamos y no estamos de acuerdo con la idea de abortar.

—Mamá...

—Es nuestra posición, hija. No queremos eso para nuestro nieto.

—Obviamente nos sentimos mal por lo que está ocurriendo contigo, hija, pero no podemos darte la espalda sabiendo que nos necesitas. En otra ocasión pudiéramos decirte que te fueras de la casa para que el padre de tu bebé te mantenga, pero nosotros no pensamos así porque se vería muy mal de parte de nosotros sabiendo que somos cristianos y predicamos sobre el amor y el apoyo en familia. No será fácil ni para ti ni para nosotros, pero créeme que de esta saldremos para luego contarlo como testimonio.

—Agradezco el apoyo de ambos en lo que respecta mi embarazo, pero lo que quiero es que estén de mi lado para poder abortar. Sé que no es ético para ustedes, pero no me queda otra opción.

—¿Y qué pasará después de que abortes? —preguntó su mamá —¿Realmente crees que la vida seguirá igual como antes? Has vivido de apariencias toda la vida, Micaela, y lo que más te duele de todo esto es que tu reputación quedó mal. Nosotros queremos apoyarte es en este paso tan delicado del embarazo porque sabemos bien que ese bebé no tiene la culpa de lo que pasó, no se merece que lo eliminen.

—¿Y acaso yo sí merezco esto?

—Es consecuencia de lo que hiciste —respondió su papá al cruzarse de brazos —. Bien sabes que si estás con un muchacho sin protegerte puedes caer embarazada.

—Sea como sea, ten en cuenta que te apoyaremos como tus padres.

Micaela pensaba nuevamente en la idea de no abortar. Sentía miedo dentro de ella. La idea de abortar parecía muy tentadora para no arruinar su juventud al ser mamá tan jóven, pero a la vez sentía un poco de pena por el bebé que se estaba formando en su vientre.

Micaela se sentía culpable por todo, y no encontraba un lugar en su mente donde pudiera estar tranquila sin ninguna culpa. El desespero y la ansiedad la estaba consumiendo, pero el miedo poco a poco estaba acabando más con ella.

Miedo a ser mamá, pero miedo también al querer abortar.

Antonieta junto con su mamá terminaron de cocinar unas deliciosas empanadas de queso con salchichas que se le habían ocurrido para la cena. Ambas prepararon la mesa y dispusieron a sentarse para empezar a orar antes de comer, pero cuando cerraron sus ojos para empezar a dar gracias por los alimentos el sonido del portón de la casa llamó la atención de ambas, entendiendo que el señor Raúl había llegado.

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