[61] Dios es Santo

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       En el año que murió el rey Uzías, yo vi al Señor sentado sobre un trono alto y sublime. El borde de su manto cubría el templo. Dos serafines permanecían por encima de él, y cada uno de ellos tenía seis alas; con dos se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. Uno de ellos clamaba al otro y le decía: <<¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!>>

-Isaías 6:1,2,3-

Capítulo 61: Dios es Santo.

La iglesia estaba llena de personas nuevamente, estando todos compartiendo de un nuevo servicio en la semana. El pastor predicaba de un tema interesante, el cual era de la santidad interior y exterior. Muchos de los presentes estaban atentos a lo que el pastor predicaba, pero otros estaban siendo distraidos por otra cosa, o más bien por una persona: Micaela.

La chica había ido vestida con un jean, unos zapatos deportivos blancos y una franela de algodón color roja de magas largas. Su rostro lucía un maquillaje suave, y algunas prendas como un collar y unos sarcillos se hacían también visualizar. Su cabello estaba amarrado a una coleta alta, luciendo también un cintillo de piedras blancas. Ella sabía que algunas personas estaban mirándola, pero no le prestó tanta atención. Su mente y pensamientos estaban concentrados en las palabras que estaba diciendo el pastor, entendiendo de esa forma muchas cosas acerca de la santidad.

Micaela necesitaba tener a Jesús más que nunca en su mente ya que las situaciones que ha estado pasando la han vulnerado un poco. En el colegio trató de hablar con Tanner, pero el chico la evadía cada vez que la veía. La molestia y el rechazo era claro en el rostro del chico, así que Micaela decidió por dejar las cosas como están para que no se formaran más problemas entre los dos. 

Todos en el colegio seguían comentando cosas acerca de Junior y Micaela, logrando que Flor endureciera más su corazón hacia Junior. Aunque el chico trataba de aclarar las cosas con ella no lograba conseguir ningún éxito con eso. Las cosas estaban empeorando para la ex pareja, y aparentemente nada se solucionaría.

—Iglesia, busquemos esa santidad para acercanos a Dios. Dice su palabra que sin paz y sin santidad nadie verá al Señor. Sabemos que cuando no teníamos a Jesús en nuestros corazones estábamos cubiertos de muchas tinieblas y mentiras de este mundo, estar cerca de Dios nos costaba ya que le dábamos más cavidad a nuestros pecados que a lo que el Espíritu Santo realmente quería hacer en nosotros. Hoy nos encontramos aquí, escuchando de su palabra, pero tengo que preguntarte algo: ¿Cómo te encuentras hoy en la presencia de Dios?

En ese momento algunos se quedaron callados, mientras que otros lloraban por todo lo que se estaba administrando en el lugar.

—Iglesia, tratemos de no ver a todos como unos pecadores impuros y mirénos primero a nosotros. ¿Realmente estamos capacitados para estar cerca del Todopoderoso? ¿estamos seguros de que hay una santidad interior en nosotros? porque les recuerdo que un vaso puede lucir muy lipio por fuera, pero por dentro puede estar muy sucio. Esto se está comentando por alguna razón, y sólo ustedes en su intimidad sabrán por qué. Isaías tuvo ese privilegio de contemplar al Señor sentado sobre un trono alto y sublime. Él mismo pudo escuchar cómo uno de los querubines le clamaba al otro diciéndole: <<¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!>>

Micaela sonreía al escuchar esas palabras, ciertamente la examinación íntima es muy importante. En muchas ocasiones nos enfocamos en mirar los errores de los demás que hasta perdemos parte de nuestro tiempo en eso y no nos enfocamos en los nuestros. Con dichos errores y pecados no podremos acercarnos a Dios, pero si pedimos perdón por ellos y nos apartamos podremos tener esa comunión cálida y poderosa frente al Señor Todopoderoso.

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