Dominic llegó a la cocina y golpeó con sus nudillos el mármol negro de la meseta doliéndole en el proceso.
Había sido un estúpido utilizando su voz en aquél joven que parecía realmente confundido con la situación. Sabía que estaba forzando todo, pero se estaba desesperando y eso solo traía problemas. Encendió el fogón y sacó algunos alimentos del refrigerador. Cocinar siempre ponía su mente en calma y lo relajaba.
Para cuando volvió al cuarto con una bandeja encontró a Aidan acostado en la cama tapado y dándole la espalda enterrando su cabeza en la almohada.
-Te traje algo para que comieras-
Él no se movió e intuyó que se había dormido. Dejó la bandeja sobre la mesita del cuarto se sentó en el borde de la cama y lo sacudió levemente por el hombro, pero él no respondió. Suspiró y corrió la sábana un poco dejando la curva del hombro descubierto. Tenía ganas de tocarlo, de recorrer todo su cuerpo y descubrir que escondía debajo de las telas.
-Te dejaré la cena aquí, si necesitas algo solo tienes que decirlo- recorrió la piel con sus labios hasta dejarlos más tiempo de lo necesario sobre la parte de atrás de su cuello.
Seguidamente apagó la luz y cerró la puerta suavemente para no despertarlo.
Aidan abrió los ojos encontrándose en la oscuridad ¿Dormir? Eso le sería imposible. Su piel aun picaba en aquel lugar que había besado. Llevó sus dedos allí y cubrió la zona apretándola. Porqué se sentía tan diferente cuando estaba con su actual novio, no entendía y no quería que fuera sí, odiaba que su cuerpo lo traicionara de aquél forma.
***
La alarma taladró los oídos de Dominic a las seis de la mañana. Detestaba levantarse temprano, pero por primera vez sintió alivio al no tener la acostumbrada omega chillando tan temprano. La había llamado y enviado a un hotel en la noche y eso había sido lo mejor en toda su vida. Al ser un alfa que había encontrado su pareja destinada, tener a alguien más que no fuera esta le resultaba repulsivo. Era momento de poner las cosas en orden antes que se descontrolaran.
Apartándose el cabello del rostro se incorporó y al momento lo supo. Chasqueó sus dientes. Había olvidado que la puerta de su apartamento se podía abrir desde adentro, y esa sensación que se revolvía en su pecho, solo le indicaba una cosa. Su omega se había ido.
***
Aidan no le importó que las personas la miraran mientras caminaba por la avenida con sus ropas mal puestas y su cabello enmarañado de no haberse peinado. Imaginaba que las ojeras adornaban su piel blanca como hermosas manchas de ojo panda. Daba pasos lo más rápido que su cansancio le permitía, lo que en verdad avanzaba lentamente. No había pegado ojos en toda la noche y su cuerpo volvía a doler causándole molestias por todo lado.
Sin darse cuenta chocó contra alguien y logró mantenerse de pie algo inestable.
-Disculpe-le respondió con pocas ganas.
-Oh, no te preocupes, no fue na...- el hombre alto con que había chocado paró de hablar y entrecerró los ojos agarrándolo rudamente del hombro- Tú, hueles delicioso-
Aidan se tensó, recobrando la compostura se dio cuenta que era un alfa y lo miraba como si él fuera una presa. Tomándolo desprevenido enterró sus uñas en la mano de él haciendo que lo soltara y pasando por su lado comenzó a correr intentando poner la mayor distancia posible. En la lejanía escuchó sus gritos y los murmullos de las personas, pero nada lo detendría. Corrió hasta que le dolieron los pulmones y los pies hasta llegar a su casa donde entró, cerró la puerta y se dejó caer la espalda intentando respirar.
-Aidan- su madre salió de la cocina con el ceño fruncido y sumamente molesta, destilaba rabia por cada poro de su cuerpo.
El joven levantó la cabeza y con quien menos quería lidiar ahora era con aquella mujer que acostumbraba a cuestionarle todo. Sabía que seguro lo interrogaría en donde había estado, no le había dicho nada y no había estado con su novio, pero ahora no estaba preparado para hablar. Separándose de la puerta caminó por el costado de su madre y subió la escalera tan rápido que esta no pudo seguirlo y puso el cerrojo una vez estuvo segura en su habitación.
Su cuerpo quemaba, la cabeza lo mataba y los mareos se multiplicaban. Como pudo, llegó a la ducha dejando la ropa por todo el suelo y se metió bajo el agua fría que solo le hizo temblar y no dejó ir ninguno de sus malestares. Golpeó el azulejo soltando una maldición. Todo se estaba volviendo patas arriba, su vida estructurada, la estabilidad de su mente. Todo.
No supo cuánto tiempo estuvo bajo el agua, pero sus dedos estaban tiesos cuando sintió la puerta del baño abrirse y se sobresaltó extrañado.
-¿Mi amor, estás aquí?- la voz de Hans resonó dentro de la pequeña habitación.
Aidan apretó las cejas, cómo demonios había entrado.
-¿Hans, qué haces aquí?- le cuestionó. Hasta ese momento que recordara él era el único que tenía la llave de su cuarto.
-Vamos Aidan no te pongas así, solo entré porque tu madre me llamó preocupada, no regresaste en toda la noche-
Corrió la cortina y lo miró con su rostro calmado pero sus ojos no mostraban lo mismo. Lo acusaban, lo veían fijamente sin perderse un detalle.
-Hans, si cierro la puerta de mi cuarto es porque deseo un poco de intimidad, no porque quiera personas alrededor mío, después tendrás que decirme como la abriste- si tenía poca paciencia para su madre, menos para este beta, sentía que su cuerpo quería alejarse lo más rápido de él.
Lo oyó suspirar y apretar los dientes. Lo agarró duro de la muñeca para sacarlo de la ducha pero él se resistió
-Suéltame- el tono de voz de Aidan era grave.
Él no lo soltó, todo lo contrario, apretó aún más sabiendo que después dejaría una marca. Él gimió bajo ante el apretó y apretó los nudillos.
-¿Qué quieres?-
-Estoy molesto Aidan, no me gustan las parejas rebeldes-
Él enarcó una ceja.
-Entonces deberías buscarte una más sumisa-
-No me provoques mi amor, sabes que este matrimonio está arreglado desde hace muchos años, no es que como ahora podemos romperlo sin más- en cuanto soltó aquellas palabras se calló y su rostro mostró una expresión frustrada.
-¿Arreglado, matrimonio arreglado? ¿Hans, cuando fue que esto se volvió un negocio?- Aidan se escandalizó pero se mantuvo lo más calmado que pudo. Lo conocía desde niño y al final había aceptado casarse con él, pero la parte de matrimonio arreglado involucraba otras cosas que estaban fuera de su conocimiento.
-Eso no es algo que tengas que saber- parecía nervioso- Sal de la ducha, estás más frío que una rana y te puedes enfermar-
Lo jaló y lo hizo perder el equilibrio sujetándolo antes que cayera. Allí fue cuando vio algo que no le gustó absolutamente nada en la parte posterior del cuello de su novio.
-Así que esta fue la razón por la que no regresaste anoche- el tono serio lo puso en alerta y se incorporó alejándose unos centímetros- si me vas a traicionar al menos no dejes marcas de besos en tu cuerpo-
¿Marca de beso? Lo sabía. Dominic no había sido cuidadoso cuando lo besó. Retrocedió hasta tocar la pared de baldosa a su espalda. Antes que pudiera reaccionar la mano de Hans aterrizó en su rostro y lo hizo tambalearse. Gotas de sangre se entremezclaron con el agua que se escurría por el desagüe.
Aidan se tocó la mejilla palpitante y la sangre proveniente de su labio recorrió su palma. Lo había golpeado.

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No soy tuyo, Alfa
RomanceDominic, un alfa prestigioso que compra una empresa en declive, nunca se imaginó que uno de los jefes de área seria su pareja destinada, un joven llamando Aidan Aunque hay dos problemas. Ambos están comprometidos. Pero lo peor, es que Aidan dice ser...