Dominic se removió en la cama encontrando que no estaba el acostumbrado peso en su brazo. Sus ojos se abrieron de golpe y se sentó demasiado rápido en la cama. Miró hacia todos los lados de la habitación encontrando que solo estaba él.
-¿Aidan?- frunció el ceño.
Se levantó de la cama con rapidez buscando en el baño con el mismo resultado.
-Mierda- gruñó y se puso un pantalón y la camisa a medio abrochar y salió corriendo.
Después de lo ocurrido anoche la idea de que su omega estuviera lejos de él lo volvía loco. Aquella casa, donde vivió durante muchos años y que consideró su hogar, ahora no era un lugar seguro. No con su madre dando vueltas. Corrió por al pasillo buscándolo, siguiendo su olor hasta que en la primera planta encontró a su padre en el lobby que parecía de salida.
-Dominic, buenos días- este le saludó con una calma innata.
-¿Has visto a mi omega?- el alfa estaba tenso y su respiración salió en bocanadas de su boca al detenerse.
Su padre inclinó la cabeza.
-Se supone que debería estar contigo. Y no, no lo he visto- se giró hacia el mayordomo- Búsquenlo- ordenó.
Pero el hombre no dio un paso más lejos cuando Reish escuchó el reconocible llamado omega de su esposa, uno que alarmaba la parte alfa dentro de él. Su rostro se giró en dirección a la puerta y esta vez fue él el que salió corriendo. Su esposa estaba en peligro.
Aidan le dio la espalda a Ofelia después de decir todo lo que tenía por dentro. El peso que venía teniendo sobre sus hombros se aligeró. No porque esa omega tuviera más dinero que él podía creer que podía hacer lo que le viniera en gana. Al menos no con él. Que por lo menos se alegrara que no interfiriera con su relación con su hijo, aunque no tenía que hacer mucho. La misma Ofelia se encargaba de alejarlo con sus locas acciones.
Escuchó los sonoros pasos de la omega detrás de él y se giró rápidamente, quizás que quisiera lanzarlo a la piscina. Sus instintos se habían activado de momento pero solo pudo ver como el pie del omega se doblaba y el cuerpo de esta caía directo dentro de la piscina.
-Wao- solo pudo decir Aidan cruzando los brazos sobre su pecho- No quiero parecer el brujo en todo esto, pero recibir la ración de tu propia medicina como que no es nada agradable ¿verdad Ofelia?-
La miró desde la orilla sin moverse. Se imaginó que ahora seguro diría que él mismo la había empujado. Seguro, seguro, y nuevamente su alfa se molestaría y él tendría que hacer maravillas para calmar a Dominic. Vaya viaje que estaban teniendo, dios. Ya comenzaba a molestarse.
-Sal…va…me…ayu…da- la voz de Ofelia se escuchó extraña mientras el agua entraba por su boca.
Aidan la enfocó por unos segundos. ¿En serio? ¿La omega no sabía nadar? Suspiró.
-Sé que me voy a arrepentir de esto- dijo entre dientes Aidan y quitándose los zapatos y se lanzó a la piscina.
Nadó hacia la mujer y se puso detrás de él para sujetarla, pero entre el ajetreo de la omega una de sus uñas arañó el rostro de Aidan dejando una marcada línea en su mejilla.
-Quédese quieta de una puta vez- Aidan le gritó, si seguía agitándose así, ni podría salvarla y serían dos los que terminarían en el fondo de la piscina.
Su grito pareció sacar de su estado a Ofelia que se tranquilizó de pronto. Oportunidad que aprovechó Aidan para patear en dirección a la orilla. Para su suerte o desgracia, su alfa y el de la omega en sus brazos se acercaban corriendo en dirección a ellos. Ahora comenzaba el verdadero espectáculo.
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No soy tuyo, Alfa
RomanceDominic, un alfa prestigioso que compra una empresa en declive, nunca se imaginó que uno de los jefes de área seria su pareja destinada, un joven llamando Aidan Aunque hay dos problemas. Ambos están comprometidos. Pero lo peor, es que Aidan dice ser...