Comienzo

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Madox le había dicho que la llevaría a unos lugares especiales, pero Julian no tenía la menor idea de a donde sería. Él no daba detalles aunque tenía una enorme sonrisa en su rostro. Tenía que reconocer que le gustaba que el alfa le prestara atención. Pero no como antes.

Madox siempre era atento con sus parejas, no importaba si era una aventura de una noche o alguna cita que durara una semana. Seducía tanto con sus acciones como con sus palabras. En eso era eficiente. Por eso Julian nunca le había exigido más de su atención. Temía que si lo hacía el alfa lo dejaría de lado, como lo había hecho con algunas que si se había atrevido a pedir más de lo que él les daba y no habían terminado bien.

Él era un alfa impredecible. Nunca se sabía cómo iba a actuar y eso era lo que le daba miedo. Además, que era imposible leerlo. Si, antes lo trataba bien...pero como a todos, ni más ni menos, solo con la diferencia que él no solía pedir las cosas y él se las regalaba igual.

Pero ahora...se sentía diferente. No era el tipo de atención que antes, era mucho más...como decirlo...cariñosa. Un tipo de atención que realmente le hacía sentir querido. Esa fue la razón por la que él le dio una oportunidad para ver si ellos funcionaban como una relación seria, no como un noviazgo de unos simples meses.

Porque una relación no era amar de un solo lado. Y aunque notaba que Madox le mostraba sentimientos a él, conocía suficiente de su persona para vacilar. Un año. Ese año sería definitivo. Al menos se alegraba que sus cachorras tendrían a un padre que las atendería. Esperaba no equivocarse.

-¿Qué pasa pajarito?- Madox extendió su mano y le dio una suave caricia en su muslo- Estás muy serio-

-Solo me pregunto a donde me llevas-

Madox sonrió más ampliamente y su pecho se infló orgullosamente.

-A cumplir tus sueños cachorro, a cumplir tus sueños-

Julian lo miró pestañeando extrañado. A eso se refería con que era alguien impredecible. Pero lo entendió todo cuando estuvo parado delante de un jardín hermoso lleno de flores que rodeaba una casa de dos plantas estilo ecléctico. Tenía partes modernas, pero a la vez puntales alto y columnas. Enormes ventanas francesas de madera y vitrales en gran parte de las paredes. Pintaba de blanco y rojo, era una casa hermosa.

-Te gusta ¿verdad?-

Él se giró hacia él con los ojos muy abiertos.

-Madox, esta casa es...-

-Si amor, es la que viste aquél vez en la revista y te encantó. Aún recuerdo que me dijiste que algún día reunirías lo suficiente para que tus cachorros pudieran vivir allí- los colmillos asomaban por la sonrisa orgullosa del alfa-

-¿Te acuerdas?- él no lo podía creer.

-Soy un estúpido para algunas cosas, pero tengo muy buena memoria.

Él aún estaba anonadado y miró del alfa hacia la casa.

-Si pajarito, es tuya. Aunque los papeles no se han cerrado completamente por si no querías esta y te gustaba otra. Estuve todo el día de ayer buscando alguna casa para ti y mis niñas, y me apareció. Realmente caída del cielo.

Él le agarró la mano. La de él temblaba y sus ojos aún estaban muy abiertos. El alfa se inclinó y dejó un beso sobre su frente.

-No me mires así. Quiero lo mejor para mis bebés, pero sobre todo para ti. Te lo dije, seré un padre ejemplar, pero también un alfa del que puedas estar orgullosa. Aun si tengo que cambiar todo de mi-

Julian pestañeó solo para que dos lágrimas cayeran por sus ojos y seguidamente comenzara a sollozar. Madox se alarmó y no supo que hacer. Julian no era de los que lloraba tan fácilmente a menos que fuera perturbado.

No soy tuyo, AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora