Secretario

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Madox salió de su auto estacionado en una de las zonas más alejadas del centro de la ciudad. La brisa del mar soplaba y se detuvo con la mirada perdida en el horizonte. Los recuerdos de la primera vez que había llevado a Julian a la playa llegaron a su mente, esa había sido también la primera vez que había visto su sonrisa desde que lo había conocido.

Después de pensarlo mucho se había dado cuenta que fue en ese momento en que se había enamorado de él, solo que le había costado mucho reconocerlo. Y ya era muy tarde.

Ese mismo mar que había mojado sus delicados y pequeños pies ya talones que la habían hecho feliz, era el mismo que se lo había arrebatado.

Cerró los ojos y respiró profundo. Podía sentir como la presión en su pecho volvía a crecer de agonía. Cada vez que se acordaba era como si su mundo se volviera negro. Se había ahogado en la bebida ya que el sexo no le llamaba la atención, sin mucho resultado. La vida era un asco.

-Señor Madox- la voz de alguien lo sacó de sus pensamientos.

Delante de él encontró uno de los hombres de Nicolás frente de un viejo almacén. Vaya gustos los de su amigo. Le había llamado para que se reunieran allí que tenía algo muy importante que decirle relacionado a cierto tema. Madox pensó que casi chocaría durante el trayecto.

Julian ya no estaba en su vida, reconocerlo era tan doloroso que una parte de su alma se fraccionaba en pedazos cada vez que se acordaba, pero al menos destruiría a ese hombre por él. Ese mismo hombre que la había arrebatado de su lado, porque, aunque Julian no hubiera sido su pareja destinada hubiera dado cualquier cosa porque lo fuera.

Aun así, mantenía la pequeña esperanza que Julian estuviera vivo en alguna parte del mundo. No importaba que no estuviera junto a él mientras fuera feliz. Si ese fuera el caso se alegraría incluso si eso significaba renunciar a él. Pero eso solo era una esperanza. Hasta el momento no había habido ni una sola noticia su paradero. El mar se lo había tragado.

Se secó las lágrimas que amenazaban con desbordarse antes de entrar por la puerta semi abierta del almacén que estaba iluminado por la luz que se filtraba por las ventanas altas. El olor a óxido como el de humedad eran fuertes pero había un aroma adicional. Uno dulce y delicioso que atraería a cualquier alfa. Quizás demasiado.

Madox no lo podía creer.

Caminó hacia la parte de atrás. El lugar estaba vacío, todos los hombres de Nicolás se habían quedado afuera. Llegó a otra puerta y del otro lado, de donde el olor era fuerte escuchó…gemidos. La abrió y la escena que se encontró no lo sorprendió.

Sobre un viejo colchón estaba acostado un chico delgado y hasta cierto punto hermoso pero que en ese momento era un desastre de gemidos y fluidos. Tenía las piernas abiertas conteniendo la cadera que no paraba de moverse duramente de cierto alfa que se enterraba con ansias hasta la base en su interior.

Madox cruzó los brazos sobre su pecho y se recargó en una pierna contra el marco de la puerta.

-Si me llamaste para un trío te anuncio que no tengo ganas de tener sexo-

Nicolás que estaba muy metido en lo suyo lo miró de reojo secándose el sudor de la barbilla, su ropa a pesar del acto sexual estaba incluso arreglada a diferencia de su pantalón que estaba abierto y ligeramente abajo.

-Tranquilo Madox, te llamó para algo más importante, solo le estoy dando un estímulo a nuestra fuerte de información- se inclinó y besó al chico- ¿verdad cariño?-

El joven omega sonrió embobado asintiendo con la cabeza. Madox suspiró y dio media vuelta saliendo. Nicolás tenía sus métodos para hacer las cosas, siempre con resultados positivos pero esos métodos siempre eran cuestionables. Atravesó el almacén hasta un juego de muebles que parecían que habían sido puestos ahí. Era un sofá grande y dos butacas con una pequeña mesita.

Definitivamente Nicolás hacía todo a lo grande. Aquellos muebles nuevos no pegaban en ese lugar. Se dejó caer sobre una de las butacas y acto seguido, como magia, uno de los hombres del alfa se acercó y le puso delante una bebida que aunque agradeció no tomó. Llevaba días que tener algo a su estómago era complicado.

Había compartido parejas antes, incluso con el mismo Nicolás y con Dominic. Los días de juventud y hormonas locas los había disfrutado a lo grande. Pero en ese momento lo menos que quería era jugar. Estaba demasiado deprimido como para que las feromonas de cierto omega lo alteraran.

Tuvo que esperar al menos media hora a que la puerta se abriera y Nicolás saliera completamente perfecto. A su lado y recargado a su cuerpo iba caminando el pequeño omega aun con las mejillas todas rojas y sus labios hinchados. Se notaba que hacía unos minutos estaba siendo follado duramente. Nicolás era un amante fogoso en la cama. Llevaba su estatus alfa por todo lo alto.

Cuando el alfa se sentó frente a él arrastró al chico y lo sentó en su regazo acariciando su nuca con ¿cariño? Madox alzó una ceja en dirección a él.

-No recuerdo que batearas para ese lado amigo. Siempre pensé que te gustaban las mujeres voluptuosas-

Nicolás soltó una carcajada y atrajo al omega hacia atrás y besó su mejilla. No debía pasar los 25 años, con el cabello castaño ligeramente rizado y grandes ojos verdes. Pequeñas pecas adornaban su rostro.

-Como ves, la vida es un pañuelo de sorpresas y he encontrado algo interesante- sonrió complacido-Nunca sabes donde puedes encontrar al amor de tu vida-

Madox suspiró. No sabía si su amigo se refería a que era su pareja destinada o a alguien que cupido le había puesto en el camino y flechado. Pero esa no era su vida, al menos el omega estaría a salvo en sus manos por un tiempo bastante considerable dada la forma en que el alfa lo miraba.

-¿Piensas marcarlo?- soltó casual, una pregunta que estaba segura recibiría una negativa.

Nicolás por su parte restregó su mejilla contra la del omega que se restregaba contra él impregnándose aún más con el olor del alfa como si fuera un gato.

-Estoy esperando su próximo celo-

A Madox casi se le cae la quijada.

-Después no me vengas llorando con que hiciste una locura-

Nicolás le gruñó apretando posesivamente al omega contra él.

-No es una locura. Desde que lo encontré la conexión entre nosotros fue especial, así que no te permito dar opiniones-

-Haz lo que quieras- Madox no estaba para sus comentarios- Ahora dime para que me llamaste-

Nicolás aflojó su ceño y susurró algo contra la oreja del omega de forma íntima. Este sonrió y se bajó del regazo del alfa y se sentó a su lado. Ahora parecía aún más pequeño dado el tamaño de Nicolás.

-Mi nombre es William-hizo una reverencia con la cabeza hacia Madox- fui el secretario del jefe de la familia Roset y por consiguiente del señor Nolan, por 8 años-

-Espera- Madox alzó una mano- Dices que por 8 años ¿Qué edad tienes? No pareces tener mucho más de 25-26 años.

William bajó la cabeza, avergonzado. La mano de Nicolás le acarició la nuca nuevamente dándole ánimo. Después del chico respirar profundo volvió a mirar a Madox.

-Tengo 24 años señor. Puede que suene un poco extraño pero…la familia Roset tiene un cierto gusto especial por los omegas, sobre todo si estos son muy jóvenes.

No soy tuyo, AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora