Madox estaba sentado en la playa. La brisa marina era suave y refrescando envolviendo todo con su típico olor salado. El sol podía llegar a ser de su gusto, pero apenas si le ponía atención. No le importaba el hermoso pasaje a su alrededor. No le importaba nada.
Tenía la cabeza gacha mirando la arena entre sus piernas. Su mente y su interior era un caos total. Apenas podía repetir lo que había ocurrido dentro de la habitación. Se suponía que para ese momento estarían de nuevo en la cama teniendo su última ronda de sexo para despedir el hotel y celebrar que podrían unirse como compañeros en el próximo celo de uno o de otro.
Pero no. Estaba allí. Solo y con el corazón roto.
Siempre había pensado que eso era un simple cuento de niños. Nadie podía romper el corazón de una persona y él mismo se lo decía una y otra vez. Pero nunca se imaginó que el rechazo por parte de su chiquita iba a doler de aquél forma tan monstruosa.
Pensaba que Julian lo amaba. Al menos eso era lo que había visto en sus ojos en los últimos días que le había prestado más atención. Nunca le había importado los sentimientos de los demás. Así de egoísta era él. Sacaba a Dominic del saco, él era como su hermano y su relación era basada en otros principios. Pero desde aquella noche que había compartido todo un ciclo de celo con Julian todo su mundo había cambiado poco a poco.
Suspiró pasándose la mano por la cabeza dejándola sobre su nuca.
-La vida es una porquería-
***
Después de que Dominic comprobara que su pareja había puesto a Julian en la cama y le estaba vendando la herida en su muñeca se encaminó hacia la playa. Pasó por el bar y compró algo que sabía que su amigo necesitaría por todos los medios necesarios.
Lo buscó por un buen rato. Madox había sido muy «explícito» cuando había mencionado que estaba en la playa. Acaso tenía una idea de lo grande que era aquel hotel. Para su suerte no se había alejado tanto de las cabañas. Aunque no le gustó lo que vio. Había una mujer recostada a él intentando abrazarlo y Madox no hacía nada para quitársela de arriba, más bien, estaba con las piernas dobladas hacia su pecho y la espalda encorvada.
La situación parecía más seria de lo que se imaginaba.
-Oye cariño, yo puedo ayudarte a que te sientas mejor y quites esa cara-
-Él no necesita nada- Dominic se detuvo muy cerca de ellos. Su mirada se hizo de un intenso verde.
La mujer beta que intentaba sonsacar a Madox tembló y se levantó temblando. Dominic no tuvo que hacer más nada para que él saliera corriendo asustada. Poniéndose al lado del alfa se dejó caer sobre la arena y sacó lo que había comprado poniéndoselo delante.
-Toma, te ayudará-
Madox alzó levemente la cabeza mirando la cajetilla de cigarros y la fosforera y la agarró encendiendo rápidamente el primero.
-Sabe horrible- exclamó después de la primera calada.
-Ese es el objetivo- Dominic agarró uno también y lo prendió. No le gustaba fumar, pero necesitaba apoyar a Madox, se notaba que lo requería.
-¿Quieres hablar?- le preguntó con la mirada fija en el mar. Era un milagro que el cigarro no se les apagara con la brilla.
-No- respondió Madox expulsando el humo de su boca.
-¿Estás seguro?- presionó Dominic.
Madox chaqueó la lengua y apagó el cigarro que con dos caladas ya lo había llevado cerca de la mitad y prendió otro esperando que no supiera tan mal.
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No soy tuyo, Alfa
RomantikDominic, un alfa prestigioso que compra una empresa en declive, nunca se imaginó que uno de los jefes de área seria su pareja destinada, un joven llamando Aidan Aunque hay dos problemas. Ambos están comprometidos. Pero lo peor, es que Aidan dice ser...