Madox se removió ligeramente abrazando más contra su pecho la espalda del pequeño omega junto a él, mientras enterraba su nariz contra la descubierta nuca. Su olor hacía que dormir fuera más placentero. Julian respiraba pausadamente indicándole que estaba totalmente rendido. Su pierna entre las del menor se enredaba por debajo de las delicadas sábanas de seda y no estaba para nada incómodo a pesar de no estar acostumbrado dormir con nadie, por largas horas.
Pero debido a que la habitación tenía una sola cama, y que después de bañarse y comer algo se habían acostado, él al momento se había abrazado a su cuerpo simplemente para relajarse. La noche de acción la dejaría para después, no quedaría mal en el sexo solo por estar cansado, tenía su orgullo y Julian tampoco parecía estar en sus mejores facultades físicas. El cambio brusco de ambiente la había afectado.
El alfa ahora tenía ganas de maldecir al o la imbécil que se le ocurría llamar a las 4 de la mañana cuando uno intentaba descansar de un viaje de bastantes horas en avión. Desenroscó el brazo de la cintura de Julian que ni se inmutó con la cabeza sobre el otro, y se giró con suavidad palpando su mano a ciegas sobre la mesita de noche, encontrando el origen del timbre en la esquina.
Por reflejo y con sin abrir los ojos desplazó el botón de descolgar y llevó el celular a su oído siendo antes acariciado por algo peludo pero que en ese momento no le hizo mucho caso. No habló o estaba seguro que soltaría una barbaridad, más le valía a la persona del otro lado de la línea no despertar a Julian.
-Julian, cariño- la voz masculina que sonó hizo que Madox abriera los ojos de golpe, sus pupilas se redujeron a ser solo un par de puntos diminutos en sus iris que se tornaron dorados- ¿Dónde estás? Se supone que nos encontraríamos hoy, te llevo esperando desde hace horas, por fin respondes-
Madox apretó el teléfono en su mano y su rostro comenzó lentamente a transformarse en una agresiva mueca. Sus feromonas violentas emanaron de su cuerpo llenando la estancia en pocos momentos. El omega recostada a su lado se contorsionó un poco adoptando una posición fetal resguardándose, como respuesta aún sin despertar. Ante este hecho él se controló medianamente para no asustarlo, pero sin dejarlas de soltar, le era casi imposible.
-¿Julian? ¿Me oyes?-
El alfa simplemente colgó. Alzó el celular ante su rostro, un modelo sofisticado, igual al de él y por eso había notado algo peludo, era el colgante de pompón de pelusa que él le había comprado en el aeropuerto, ese era el celular que le había regalado hacía unas semanas. Lo había agarrado por equivocación y sin decir nada simplemente lo apagó y lo devolvió a la mesa al lado del suyo.
Se recostó otra vez en la cama boca arriba, la voz de aquel hombre todavía retumbaba y hacía que sus dientes dolieran, quería enterrarlos en el cuello de él y desgarrarlo. Llamarle cariño a Julian delante de él, maldita blasfemia. ¿Quién se creía?
Cerró sus ojos. Más bien ¿Quién se creía él? Julian no era su omega, solo era una paciente que de alguna u otra forma se había enredado con él un poco diferente. No tenía derecho a reclamarle nada, después de todo ese era el trato, él se apartaría una vez que él encontrara un alfa que lo cuidara, solo si era un alfa que lo cuidaría. Después de estar tanto tiempo cuidándolo no se lo entregaría a cualquier imbécil que echara por tierra todo su trabajo.
Se había esmerado en el tratamiento del omega, era un paciente interesante y no supo en que momento casi pasaba más tiempo pensando en él o en el simple hecho de comer o dormir. Su obsesión por encontrar una solución al problema que Julian tenía era algo que ni él mismo comprendía.
Sus dientes dolieron aún más y una fina capa de sudor empapó su frente. No, no era fácil. Pensar en entregar a Julian hizo que su pecho doliera y más de lo que se imaginó. Se sentía realmente cómodo cuando estaba a su lado, aunque eran contadas veces, incluso no tenía que actuar como un alfa superior como cuando estaba con otras mujeres que lo adulaban por sus características.
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No soy tuyo, Alfa
RomanceDominic, un alfa prestigioso que compra una empresa en declive, nunca se imaginó que uno de los jefes de área seria su pareja destinada, un joven llamando Aidan Aunque hay dos problemas. Ambos están comprometidos. Pero lo peor, es que Aidan dice ser...