Plan

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Si había una cosa que Julian sabía muy bien era que no tenía la menor intención de volver con Nolan, por lo que había preparado minuciosamente su plan desde días anteriores. Verificando que el alfa no estaba cerca salió del camarote de ellos escondiendo en una pequeña bolsa con lo único que necesitaba los documentos de Madox.

No le importaba el contenido. Más bien, no quería saberlo. Madox era como era, pero al menos no creía que estuviera en algo ilegal. Y más conociendo a Nolan.

Salió caminando por el pasillo con paso rápido y centrado en su objetivo. No negaría que estaba temblando. Sentía que sus manos estaban húmedas y pegajosas y estaba cubierta de una ligera capa de sudor frío. Si tenía miedo y mucho.

Cuando había ideado ese plan había muchos contras y razones para que no se cumplieran. La primera era que no hubiera encontrado los papeles. Por suerte había estado el tiempo suficiente al lado de Nolan para saber lo estúpido que era, por suerte su memoria ya estaba bastante intacta, aunque no lo hubiera preferido. Recordar cada cosa que él le hacía dentro de las paredes de su habitación junto con su padre le revolvía el estómago y lo hacía sentir sucio.

La segunda y ahora más importante, era que no fuera atrapado. Por lo que avanzaba con cuidado y mirando en todas direcciones intentando caminar lo más natural que podía. Una pareja pasó por su lado y se le quedó mirando. Estaba seguro que era porque podían oler en él las feromonas de miedo. Las cuales lo rodeaban ahora.

Para su suerte no se cruzó con nadie a pesar de tener que atravesar la mitad del crucero. Iba a un lugar específico y tenía que hacerlo rápido. El tiempo se acababa. Una vez que visualizó la puerta al final del pasillo que decía acceso restringido su corazón comenzó a latir con más fuerza y corrió hacia allí.

Estaba en una zona donde los clientes del crucero no debían estar, por lo que estaba desierta, así que no se extrañó cuando puso una mano en la manigueta para abrir la puerta, otra mano se posó sobre su hombro.

Julian palideció.

-¿Qué hace aquí?-

Para su alivio era una voz desconocida y no era solo una persona. Sintió la presencia de dos. Miró por encima de su hombro para encontrarse con dos hombres altos, vestidos con trajes blancos del uniforme del personal del crucero. Eran alfas, se notaba por la presencia que exudaban y se notaban que no estaban contentos con su presencia.

Julian tuvo el impulso de salir corriendo. Estaba temblando y apretó tanto la manigueta que sus puños se volvieron blancos. Pero aun así y aunque se mordió el labio abrió la boca y dejó salir su voz en un susurro.

-Paloma roja...que vuela...sobre el mar-

Unas palabras que para muchos podría parecer un disparate, pero no para aquellos hombres que se miraron entre si y asistieron. Uno de ellos se quitó el saco que tenía puesto y Julian se pegó más hacia la puerta pero la mano en su hombro no se lo permitió.

-Tranquilo. Ya estamos al tanto- dijo el que le ofreció la chaqueta de su uniforme- Ponte esto por encima. No deben ver tu rostro personas inadecuadas-

Julian entonces comprendió que si su plan estaba ya en marcha. Aun tembloroso agarró la chaqueta y la puso por encima de su cabeza tapando así parte de su rostro. El otro alfa le tomó la mano de una forma bastante suave a pesar de que estas se veían toscas.

-Acompáñanos. Te está esperando-

Julian asintió y se dejó guiar por los dos hombres a través de la puerta que daba a un pasillo y después a varias cabinas después de subir unas escaleras. Él mantuvo la cabeza gacha oyendo las personas que pasaban por su lado. Por último, atravesaron una última puerta y la luz se proyectó delante de él y la vista del mar a través de una gran ventana.

No soy tuyo, AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora