Dominic manejaba de vuelta con Aidan en el asiento del copiloto. Llevaba toda la tarde callado y mirando hacia la ventana. Se removía a cada rato, dándole a entender al alfa que su cuerpo dolía en las diversas partes donde hacía presión la posición. Su cuerpo estaba cubierto completo, un pantalón de tela suelta que llegaba a sus tobillos y una abrigo de mangas largas y cuello de tortuga. A pesar de que la temperatura era alta, él no quería dejar a la vista las diversas evidencias que marcaban su piel.
El alfa apretaba el timón tan fuerte que los nudillos estaban blancos e intentaba controlar sus feromonas lo mejor que podía. Se sentía cansado, muy cansado. No había dormido ni tampoco cogido el respectivo descanso que se supone necesitaba su cuerpo después de 24 horas de sexo intenso. Pero Madox le había ordenado que esa misma tarde volvieran. Aún recordaba su conversación como su hubiera sido hacía solo dos segundos.
-Lo sabía- el alfa gruñó del otro lado del teléfono –Sabía que algo así podía pasar, y bien como está él-
Dominic se había demorado en responder.
-Nada bien, su cuerpo tiene marcas en todos lados. No recuerdo nada pero me no fui nada gentil Madox y lo que más me preocupa, es que…-
-Te tiene miedo- concluyó la frase.
-Sí, ni siquiera quiere que lo toque- dijo tocándose la cabeza sintiendo un fuerte dolor, los días sin dormir y la preocupación le estaba pasando factura.
-Bueno, maldito imbécil, que esperabas- a pesar de su insulto lo escuchó suspirar- No te preocupes, ahora es tu pareja si estoy en lo correcto que lo marcaste, dale un poco de tiempo. La misma necesidad del lazo lo hará estar a tus pies dentro de poco-
-Pero no quiero que las cosas sean así- le dijo casi con desespero –No quiero que esté a mi lado solo por el lazo, lo quiero por propia decisión-
-En buen problema te has metido compañero- Madox resopló –No queda más remedio, en eso tendrás que trabajar solo, por el momento quiero ver cómo está el cuerpo de él, así que mueve tu culo y tráelo de vuelta. Tanto el físico como la mente de un omega es muy delicado, y puede entrar en shock en cualquier momento-
Dominic siempre seguía los consejos de Madox, solo a él le confiaría su vida a pesar de todos sus defectos. Si él decía que le llevara a Aidan, él haría eso.
Debía de empezar a caer la noche para cuando llegaron a casa de alfa. El omega sintió como el auto se detenía delante de aquel lugar donde llevaba viviendo los últimos días y se tensó de repente. Tragó en seco pero no mostró en su rostro su agonía. Dominic estaba bajando las maletas del maletero y se las dio al recepcionista para que las fuera subiendo. Se dirigió después a la puerta de Aidan y la abrió. Le extendió una mano para ayudarlo a bajar pero al ver la vacilación en sus ojos la retiró.
Aidan se bajó por su cuenta manteniendo la mayor distancia de Dominic. La marca en su cuello dolía cada vez que quería estar lejos de él, pero él ignoraba el dolor, aun no estaba preparado para enfrentarlo. El alfa cerró la puerta, y pasó por al lado de él. Aidan no le habló, él estaba con la cabeza baja y apretaba sus manos, una posición de sumisión que de una forma incitaba su parte más primitiva a saltarle arriba pero por otro lado lo retenía, esa no era el chico que había conocido el primer día y del que estaba ahora enamorado.
Caminó delante de él oyendo como lo seguía lentamente con pasos inestables por lo que ralentizó su marcha. Entraron al elevador y lo vio ponerse en la otra punta alejado lo más posible.
-Aidan- la llamó y él solo hizo un sonido con la garganta –Deseas que prepare algo de comer o quieres que la encargue- le preguntó intentando romper el ambiente seco que los rodeaba.
Pero él no le respondió. No le importaba comer, no tenía apetito. Su estómago se revolvía a cada oleada de dolor que aún tenía incluso después de tomar analgésico. Además había una pulsada constante en su pecho y que se extendía por su brazo izquierdo, desaparecía por momentos pero volvía.
Dominic suspiró y se rindió, debía darle tiempo. Abrió la puerta de su apartamento y le indicó que pasara después de él. Aidan lo hizo vacilante pero se quedó petrificado en la puerta. Aunque no habían estado algunos días en aquel lugar el olor y las feromonas de Dominic se extendían por todas partes, las paredes, los muebles, la alfombra, todo. El cuerpo de él se tensó más si era posible y la respiración se atragantó en su garganta.
No quería estar allí. Los recuerdos de la habitación infectada de feromonas del hotel le vino a su mente, la imagen de Dominic, los ojos verdes, la cama bajo él, el cuerpo que lo aprisionaba, el dolor de los dientes sobre su piel, las fuertes penetraciones, el sonido de la piel desgarrándose bajo el crecimiento del nudo. El miedo, pánico, la impotencia, miles de emociones se arremolinaron dentro de él y su juicio se nubló.
Dominic había dejado las llaves sobre la mesa y agarró la maleta de Aidan para llevarlo para la habitación cuando tuvo un mal presentimiento y miró alarmado para la puerta para no encontrar… a nadie. La maleta cayó sobre el piso con un sonido sordo y él se quedó allí. Su corazón palpitando fuerte contra su pecho. Aidan no estaba allí. Solo habían sido unos escasos minutos que no lo había visto y él había desaparecido.
Sentía por su lazo que él no estaba lejos así que salió sin preocuparse de cerrar la puerta y oyó el levador. Al ver el número se dio cuenta que el número marcaba la planta baja. Esperar a que subiera tomaría mucho tiempo por lo que bajó por la escalera brincando por encima de los barandales ahorrándose varios escalones. Llegó a la recepción y miró alarmado al hombre que estaba allí.
-¿Dónde está?-
-¿EL chico que estaba con usted?- el hombre lo miró y señaló la entrada –Salió corriendo, parecía aterrado.
Dominic maldijo y salió detrás de él pero se detuvo sin saber en qué dirección. Cerró sus ojos enfocando sus sentidos y su olfato, pero era como si no hubiera nada. No había aroma de él por ningún lado y tampoco podía sentirla por el lazo. Era como si una barrera se interpusiera entre ambos. Apretó los dientes tanto que le dolieron. Aidan no tenía a donde ir, por lo que él sabía y eso lo puso más alerta.
Aidan corrió tanto que sus piernas parecían quemar. Se dejó caer en uno de los bancos de uno de los tantos parques a su alrededor y respiró agitadamente. Las lágrimas que corrían por sus mejillas las secó con rabia. Sentirse tan inestable no era propio de su personalidad, tampoco correr y huir de los problemas, pero en cuanto había sentido las feromonas envolviendo fue presa del pánico.
Tomó un profundo respiro e intentó despejar la mente. Debía ser fuerte. No podía desmoronarse. La marca que tenía en su cuello latía y le recordó que ahora estaba enlazado con Dominic y por lo poco que sabía estaban unidos como uno solo. Si escapaba cada vez que él se acercaba solo complicaría más su vida.
Suspiró cansado. Ahora cómo podía verlo a la cara. Él, a pesar de haberle hecho todo aquello aunque no estuviera en sus sentidos lo estaba cuidando con sumo cuidado. Mantenía la distancia para que él se sintiera cómodo. Además había visto el aspecto del alfa y se veía realmente afectado. Tampoco era fácil para él.
Aidan lo comprendía sobre todo que él había estado en su celo. Lo sabía perfectamente, pero su cuerpo estaba en su estado que necesitaba tiempo para asimilar los últimos acontecimientos.
De pronto
-Aidan- oyó que alguien la llamaba, una voz femenina y sus ojos se abrieron cuando levantó la cabeza rompiendo la nebulosa de sus pensamientos.
-Madre-
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No soy tuyo, Alfa
RomanceDominic, un alfa prestigioso que compra una empresa en declive, nunca se imaginó que uno de los jefes de área seria su pareja destinada, un joven llamando Aidan Aunque hay dos problemas. Ambos están comprometidos. Pero lo peor, es que Aidan dice ser...