Desaparecido

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Lo encontró. Después de casi una hora buscando aquel bolsillo oculto en la maleta de Nolan, ya lo tenía con él. El sobre con los papeles que supuestamente podrían destruir a Madox. Ahora se ponía en marcha la segunda parte del plan y la más complicada. Se levantó sacudiendo el simple juego de pantalón y camisa de color crema que Nolan le había obligado a usar ese día y ni siquiera se inmutó en guardar la ropa en la maleta, no haría falta.

Convencido de lo que haría dio media vuelta y salió del cuarto. No tenía dudas. Madox siempre había sido muy bueno con él. Desde la primera vez que se habían encontrado. Ahora, era momento que él hiciera algo por él.

Nolan estaba hablando con un empresario repasando el borde de su copa de vino. La amplia sonrisa de victoria se reflejaba en sus labios. No solo tenía a su lado a su pareja destinada sino que eliminaría de su camino a ese alfa que no solo le había puesto un dedo encima. Destruiría por una vez por todas al tipo que se había llevado el reconocimiento por sus avances en las investigaciones sobre el modo de regular el celo de los omegas. Ese era un campo en la que su empresa había invertido en otro centro. Pero el muy maldito había sido más rápido encontrando el resultado y presentado antes que ellos sus resultados por lo que toda la fama y dinero fueron para él.

Su padre lo había reprendido bien fuerte por desechar el dinero de la familia tan fácilmente. Desde ese día había decidido que lo eliminaría de su camino. Aunque nunca se imaginó que buscándolo a él encontraría a su omega. El que muy puto se acostaba con su enemigo. Solo de pensarlo casi le hace romper la copa.

Julian, una vez en su casa, aprendería que de él no se debía escapar.

De pornto un grito agudo le hizo volver a la realidad.

-¿Qué demonios está pasando?- el hombre frente a él le preguntó a uno de los camareros.

-Mi señor, al parecer alguien cayó por la borda-

El rostro del hombro se contorsionó mientras Nolan no le prestó atención. No era como que le importara. Llevó la copa a sus labios.

-Dicen que fue un chico de cabello rojo-

Nolan escupió el vino en su boca y se quedó mirando el mesero.

-¿Qué dijiste?-

El hombre volvió a repetir lo que había dicho para ver al alfa levantarse y salir corriendo hacia donde se aglomeraban varias personas. El rostro de pánico de algunos no le instó nada bueno. Llegó a la baranda y miró hacia abajo. El sol se había guardado hacía mucho por lo que solo había oscuridad alrededor. Solo algunas luces dispersas en el agua de los buzos que ya estaban en la labor de rescate.

Apretó con fuerza el barandal y sus feromonas comenzaron a salir alejando a los que estaban alrededor. El muy desgraciado se había atrevido, se había lanzado.

-JULIAN- gritó pero su voz solo fue un eco.

Cuando amaneció el mismo capitán se acercó a él. Nolan se había mantenido toda la noche, sentado en una de las tumbonas dejando que los encargados del rescate hicieran su trabajo. Maldecía una y mil veces al omega. Que él fuera su pareja destinada y que volviera a irse de su lado eso significaba que volvería a t

ener la misma ansiedad e inestabilidad nerviosa que antes.

No podía permitirse eso. Otro espectáculo como ese y su padre lo mataría. Ya bastante había avergonzado a su familia. El alfa dentro de él se volvía como loco, esperaba que una vez que pudiera desahogarse con su pareja todo volvería a ser normal y él sería el alfa que siempre fue, digno y altanero.

Pero el muy perro siempre le rompía todos los planes.

TODO.

Dos horas más tarde el mismo capitán del crucero se acercó a él. Su rostro estaba sombrío.

No soy tuyo, AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora