Anillo

15.6K 1.8K 158
                                    

Aidan tomó la mano que le ofrecía su alfa para bajarse del auto delante del restaurante más caro de toda la ciudad. Como cuando tu alfa te quiere demostrar que tiene dinero y mucho. No lo criticaría, era parte de su naturaleza dominante ser así y más cuando estaban cortejando.

Porque si, Dominic lo estaba cortejando en serio, y además sabía las intenciones de por qué lo había llevado allí. Lo conocía bastante bien y no era precisamente un alfa disimulado, y mucho menos su amigo Madox que casi lo gritó para toda la casa antes de salir esa misma mañana. Pero él no iba a arruinar su sorpresa.

Estaba de muy buen humor después de preguntarse cómo le había ido a Julian y esta le había comunicado diciendo que le había ido de maravilla en todo el trayecto. Madox resultó un enamorado empedernido después de todo y alguien que la figura de padre se la había tomado muy en serio.

Pero ahora tenía que centrar toda su atención en su alfa. Porque él realmente se veía deslumbrante esa noche. Con un traje rojo vino que hacía contraste con sus ojos verdes. Su cabello rubio arreglada minuciosamente, y su fragancia natural de alfa, no podía pedir más nada.

Aidan no se había quedado atrás queriendo estar a su altura por lo que el traje blanco y ceñido a su esbelto cuerpo le quedaba a la perfección, y llevando su cabello peinado de lado. Y se sintió más hermoso cuando este casi se lo comió con los ojos, cuando lo vio salir del cuarto vestido así.

Ahora en la entrada del hotel el omega se sintió realmente nervioso del brazo de su alfa. Nunca se imaginó que este día llegaría. Se había imagino miles de escenas porque era normal. Ellos ya eran compañeros, la marca en su cuello era muestra de ellos, por lo que formalizar la relación era el siguiente paso.

-Hoy hay bastantes personas- se fijó él cuando entraron. Normalmente estaba lleno y tener una reserva era difícil dada la excelente calidad que tenía el lugar.

-No es aquí a donde iremos amor- Dominic besó su sien- Ven, sígueme-

Ambos caminaron rumbo al elevador y en la puerta, un hombre con un elegante traje, miró la tarjeta que el alfa le entregó. Puso una sonrisa en sus labios y les invitó a entrar. Aidan se recargó contra él sintiendo como el olor masculino lo envolvía. Pensar en su pasado, en todo lo que había ocurrido y terminar allí junto a él todavía parecía tan irreal.

-¿Estás bien?- Dominic le preguntó con una leve sonrisa.

Él asintió y le dio un beso en la mejilla.

-Estoy bien, solo que, estoy feliz, por tenerte-

Los ojos de Dominic brillaron y agarró la barbilla de su omega y la elevó para atrapar sus labios con los suyos en un beso posesivo. El joven que los acompañaba no miró hacia atrás a pesar del leve gemido que salió del más joven. Aidan apretó sus brazos y cuando Dominic se separó un sonrojo se depositaba en el rostro de él.

-Ten cuidado con lo que dices- su voz era grave- En estos momentos estoy muy sensible y puede que no lleguemos a lo que tenemos preparado-

Aidan tragó en seco y sonrió pícaramente.

-¿Aun cuando tenemos compañía?- él giró sus ojos hacia el chico que se tensó al darse cuenta que ahora era el punto de referencia de la pareja.

-Eso se puede resolver- le dio un rápido beso en los labios y recobró la compostura. Aun así, el ambiente entre ellos se había vuelto bastante sensual.

Y a eso se le añadió cuando salieron a la terraza decorada en pequeñas luces y flores por todas partes. Cerca del balcón una elegante mesa los esperaba.

-Quiero pasar una velada junto a ti, mi omega ¿Me lo permite? - la voz de Dominic era sumamente medida.

Aidan sonrió y lo acompañó hasta la mesa donde ambos se sentaron. Para su sorpresa la cena fue tranquila. Con diversos platos, exquisitos y a una altura que él nunca pensó que comería en su vida. Aun así, Aidan estaba nervioso. El momento debía estarse acercando.

Después del último plato Dominic lo invitó a bailar y con una música suave y sus cuerpos unidos comenzaron a moverse al son de las notas. Aidan recargó su cabeza en el pecho de él oyendo como el corazón de este palpitaba.

El omega sonrió. Él estaba por decírselo. Estaba seguro y él diría que sí. Porque así era como debía ser ¿no?

Pues no.

Después de terminar de bailar Dominic simplemente le dio un casto beso en sus labios y le dijo que era hora de irse. Aidan no lo podía creer.

¿Y su declaración? ¿Y su sí? ¿Y su anillo? ¿Y por qué el alfa parecía tan...tan...?

-A ver Dominic, te vas a casar conmigo, ¿sí o no? -él le espetó con las manos en su cadera y moviendo su pie con impaciencia.

Los camareros a su alrededor la miraron con los ojos muy abiertos ante la declaración del joven omega hacia el inmenso alfa. Wao, él tenía los pantalones bien puestos.

Y para sorpresa de todos, el rostro del alfa fue el que se puso totalmente rojo. Incluso juraron que alcanzó el color del traje.

-¿Eh?- Aidan no pudo hacer nada cuando Dominic simplemente...se desmayó.

***

-No te rías más por dios- se quejó Dominic recostado en la cama del lujoso hotel en donde estaba descansando. Un paño húmedo cubría sus ojos y su camisa tenía los primeros botones desabrochados. A su lado, sentado aguantándose el estómago estaba Aidan que no hacía nada por contener su risa.

-Pero que me iba a imaginar yo que una declaración de matrimonio te pusiera tan nervioso al punto de hacerte desmayar. En serio, en donde que quedó el alfa altanero que conozco-

Dominic gruñó avergonzado por la ridícula escena que de seguro había dado. Ni siquiera había pedido detalles.

-Se suponía que después de la cena yo te pediría matrimonio y todo quedaría perfecto en mi intachable vida. Pero todo salió como una mierda- se quitó el paño de los ojos y parecía molesto consigo mismo.

-No te molestes así alfa- Aidan se dejó caer hacia atrás y recostó su cabeza en su pecho. No siempre puedes pensar que todo va salir bien. Además, créeme que ha sido la noche...más emocionante...de mi vida- volvió a carcajearse como si no hubiera un mañana. Las lágrimas empañaban sus ojos.

Dominic frunció el ceño. Ya era bastante vergüenza que soportar para que además su omega se reirá de él de aquél forma. Con un ligero sonrojo se removió.

-Me voy- declaró y comenzó a levantarse, pero Aidan fue más rápido y lo giró de nuevo boca arriba y se sentó a horcajadas sobre él.

-Acaso piensas que vamos a dejar las cosas así- él se afincó sobre su cadera- La noche es larga aún. Tenemos tiempo- él sonrió inclinando la cabeza- Y ya que te da vergüenza decírmelo directamente. ¿Me darás una respuesta? –

Dominic tragó en seco.

-Donde está mi saco- dijo con voz grave.

Aidan sonrió y se estiró para agarrarlo en la esquina de la cama. Buscó en uno de los bolsillos internos donde sabía que estaba la pequeña cajita y la sacó. La mirada de Dominic estaba fija en sus manos que abrieron el pequeño estuche.

Aidan sonrió ampliamente y sacó el hermoso anillo de oro rosa con un diamante en el medio. Y se lo entregó a Dominic.

-¿Quieres casarte conmigo?- él volvió a repetir con seguridad en sus ojos.

El alfa se quedó fascinado, agradecido con la vida por haber puesto a un omega como él en su camino y que fuera su pareja destinada.

-Realmente esto no es para nada lo que planeé y creo que es la propuesta de matrimonio entre un alfa y un omega más descabellada de la historia- él se burló disfrutando de la textura de su anillo en su mano.

-Bueno, nuestra relación no fue normal desde un inicio así que otro cambio no hará la diferencia, no crees así mi alfa- él acarició su pecho.

Dominic tuvo que reconocer que era verdad, pero a pesar de los bajos y altos había disfrutado cada pequeño momento.

-Mi omega- agarró la mano de Aidan y le comenzó a poner el anillo hecho a medida- Acepto casarme contigo, ser tu esposo y cuidarte en las buenas y en las malas. Siempre, contigo...por toda la eternidad-

Y besó el anillo ya puesto en el dedo.

No soy tuyo, AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora