Miedo

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Dominic enterraba su cabeza entre sus manos, sentado en el borde de la cama. Su cabello rubio chorreaba agua por sus brazos pues no había tenido mente ni para secárselo bien. Detrás de él se encontraba el cuerpo del omega, su omega, que había esto inconsciente por casi dos días.

No quería recordar, pero las imágenes de lo que vio cuando despertó de su celo lo atormentaban aun dejándolo con un total insomnio. Las laceraciones, los diversos moretones, los dedos marcados en cada parte de su cuerpo, las profundas mordidas alrededor de su cuello y pecho que en ese momento tenían un color horrible, su propio semen que aún continuaba saliendo del ano del chico y aquél marca en su nuca que se ponía cada vez más morada a cada segundo que pasaba.

Había lavado su cuerpo con cuidado, untado una crema en las mordidas y moretones, incluso dentro de él, encontrando algunos músculos anales desgarrados. Se había asegurado de dejarlo limpia antes de volver a acostarlo y cubrirlo con una gruesa colcha pero sabía que él no se sentiría así cuando se despertara.

No tenía recuerdos claros de lo que había pasado, solo una excitación que nublaba su juicio y que solo lo ansiaba a querer más al punto de no saciarse. Si hubiera sabido que la causa de eso era el omega debajo, encima, de lado de él, hubiera hecho el intento de detenerse.

Ahora Aidan tenía su marca en su cuello, esa que lo definía como suyo, como debía ser, pero él no quería que fuera de esa forma. Se mordió los labios hasta sentir su propia sangre. Era un imbécil. Sabía que su celo estaba cerca y lo había traído con él sabiendo que podían ocurrir complicaciones. Madox tenía todo el derecho de golpearlo hasta que estuviera conforme.

Oyó un ligero gemido y miró detrás de él alarmado.

Aidan se movía lentamente intentando apartar las sábanas. Dominic se sentó a su lado pero no lo tocó, no podía prever la reacción de él.

-Aidan- lo llamó en voz baja.

El omega se movió un poco más antes de abrir los ojos tan lento que Dominic pensó que seguía durmiendo.

-Qué alivio- exclamó al ver ese par de orbes aunque cansados y desorientados Me tenías asustado- intentó sonar normal.

Pero Aidan no pensó igual en cuanto lo vio se incorporó en la cama y puso distancia entre ellos. Agarraba la sábana contra su pecho como si fuera una gruesa muralla de protección y temblaba marcadamente. Los recuerdos lo azotaron de golpe y solo veía los ojos verdes intensos de Dominic y sus ansias depredadoras. Dominic por su parte sintió como si un balde de agua fría cayera sobre él. Lo peor que un alfa podía soportar era que su omega lo rechazara o le tuviera miedo y eso fue lo que vio en los ojos de él.

-Aidan- lo llamó Ya mi celo terminó, todo está bien- hizo el intento de entrar en razón con él.

El omega se quedó quieto al menos dos minutos, tiempo que Dominic tampoco hizo nada estudiando su reacción. Después de eso él dejó de temblar dándose cuenta que la última visión que recordaba de Dominic no estaba ya, sino el alfa que conocía. Se llevó los dedos a la marca en su cuello y se estremeció bajo su tacto, más que doler estaba muy sensible y aún no había cicatrizado del todo.

-Si quieres tomar un baño la tina está preparada con agua caliente y si tienes hambre puedo mandar a pedir algo- Dominic se levantó y preparó un vaso de agua con el medicamente de Madox, llevaba algo de tiempo sin tomarlo, por lo que le preocupaba extender más el periodo de abstinencia.

Se acercó a él y se lo ofreció. Aidan parecía cauteloso, diferente al joven decidido que conocía. Sus hombros estaban ligeramente encorvados y su barbilla no estaba acostumbradamente alta. El omega miró el vaso y alzó su mano suavemente para tomarlo pero en cuanto sus dedos tocaron los del por accidente soltó el vidrio derramándose el contendido en la cama y él en el otro extremo, otra vez temblando.

Dominic respiró profundo. La impotencia lo estaba matando. Si solo pudiera hacer que el tiempo volviera hacia atrás. Él ansiaba despertar con él entre sus brazos y volver a comérselo a besos, no que le huyera a su tacto. Retrocedió dos pasos después de recoger el vaso para volver a prepararlo y dejarlo sobre la mesita de noche.

-Saldré un momento para que te sientas más cómodo- la desilusión pareció en su rostro dejaré tu medicina aquí, si deseas algo puedes pedirlo o llamarme al celular- rodeó la cama y se dirigió a la puerta pero antes de cerrarla en su espalda se giró levemente- Aidan, yo tampoco quería que las cosas fueran así, realmente lo siento-

EL clic de la puerta derrumbó todo el ánimo del menor. Las lágrimas corrieron por sus mejillas y enterró el rostro en la almohada opacando sus audibles sollozos. Sabía que no había sido intención de Dominic lo que había pasado, estaba en su naturaleza, pero aun su cuerpo recordaba el dolor y el rechazo a ser tomado tan violentamente.

Ahora estaba la encrucijada. Por una parte temblaba ante él pero por otra había algo dentro de él que le hizo sentirse mal cuando el alfa abandonó la habitación dejándola solo. Se tocó el pecho, cerca del corazón, un dolor comenzaba a acumularse allí y respiró entre jadeos para aliviarlo. Ahora ni él mismo se comprendía.

Dominic bajó por el elevador hacia la cafetería del hotel y pidió el café más fuerte y grande que tuvieran. La cafeína le daría el golpe de fuerza que necesitaba para buscar una solución a la respuesta que buscaba. Sintió el celular vibrar en su bolsillo y el nombre que apareció en la pantalla era la persona que menos quería escuchar. Aun así lo respondió, ignorarlo solo empeoraría las cosas. Madox era capaz de presentarse allí en solo pocas horas cuestionándolo de por qué no le respondió. Era su mejor amigo pero era demasiado intenso y sobreprotector con él.

-Dime- descolgó sin muchos ánimos.

-Y bien ¿cómo te llevó tu celo, está a salvo tu omega?-

Aquellas palabras lo hicieron sentirse peor.

-Madox, necesito tu ayuda, ocurrió lo único que yo no quería-

Lo único que pudo escuchar por parte del otro alfa después de suspirar fue

-Lo sabía-

No soy tuyo, AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora