El cuarto estaba atestado de feromonas de alfa y envolvían al omega revolviendo todo su interior. Sentado delante de Dominic solo podía apretar sus piernas conteniendo las palpitaciones que se formaban en su abdomen y amenazaban con ser más intensas entre sus muslos, hasta su ano. Sintió la respiración del alfa contra su cuello al él inclinarse y su mano en la cintura desnuda. La única barrera que le quedaba para estar totalmente desprotegido era la ropa interior que sabía no duraría mucho tiempo.
En un intento de ver si todavía podía salvarse se giró sobre la cama e intentó huir, pero la mano de Dominic se enrolló en su tobillo y tiró de él hacia atrás dejándolo acostada en la cama boca abajo. Su cuerpo estaba débil debido al mar de feromona y se sintió impotente.
-Suéltame- miró sobre su hombro levemente enfrentando al alfa cuando vio sus ojos y se estremeció, temblando. Estaban vacíos, ausentes de todo.
Aidan tragó en seco sin poder moverse. La cama se hundió cuando el peso de Dominic se unió al de él girándolo. Con sus manos le abrió los muslos y se puso entre ellos inclinándose buscando sus labios. Él se sentía como una simple muñeca de trapo, tenía miedo, estaba temblando y aun así el roce del alfa no le molestaba. La lengua del alfa se hizo presente rápidamente dentro de él demandando su autoridad dentro de su boca. Lamió, succionó, mordió sus labios hasta dejarlos hinchados y a él pidiendo aire.
Sus pezones se alzaban rosados y erectos y fueron atrapados en la boca de Dominic cuando este dejó sus labios y siguió por su cuello hasta su pecho. Uno de sus largos colmillos mordió hasta que salió una gota de sangre de su pezón y la lamió satisfecho realizando el mismo proceso con el otro. Aidan gritó y movió sus piernas intentando quitárselo de encima, podía decir que era placentero quitando el dolor que le provocaba, pero el peso en su cadera no cedía y se desplazaba lentamente hacia abajo.
-Dominic, por favor- lo llamó nuevamente, sus ojos comenzaban a nublarse a causa de las lágrimas.
Las fuertes y densas feromonas lo estaban mareando y lo excitaban a la vez, pero sentía que el alfa estaba fuera de control. Con solo llamarlo y que él no reaccionara hacía que se tensara y no pudiera entregarse al placer. No quería que eso fuera así, no era diferente cuando su ex pareja lo hacía con él cuando no quería. Ahogó un sollozo cuando oyó esta vez romperse sus boxer.
Dominic se desplazó aún más hacia abajo hasta que su rostro estuvo frente a la pequeña erección del omega y lamió. Aidan gimió sorprendido ante la atención a su miembro y como los labios del hombre lo rodearon y chuparon. Sus manos se desplazaron y enredaron en las hebras doradas. No era una mamada suave, más bien era salvaje y hasta cierto punto dolorosa. No estaba acostumbrado a este tipo de trato e increíblemente se sentía bien a la vez. Quizás era debido al lazo de parejas destinada y de las feromonas que lo tenían excitado y húmedo.
Dominic siguió chupándolo hasta que Aidan percibió el filo de los colmillos del alfa sobre la piel de su miembro y tuvo en respuesta, entrando en pánico. Esos de seguro iban a doler sobre todo porque ya los había visto antes y los colmillos del alfa eran algo a tener en cuenta. Eran grandes.-Espera Dominic- intentó apartar su cabeza tirando del cabello del alfa pero su fuerza se fue cuando este introdujo tres dedos sin mucho cuidado pero que entraron con facilidad.
El cuerpo de la omega se contrajo subiendo las piernas e intentando cerrar los muslos. Ser estirado tan violentamente a pesar de estar húmedo no fue nada placentero. El sonido obsceno de líquido y frote de piel invadió la habitación así como los gemidos de dolor y placer del omega.
El alfa jadeaba y el sudor se volvía perlas en su espalda. Sumido en su celo la nebulosa carmín de placer solo le indicaba sucumbir a sus deseos y ahogarse en el calor que lo invadía. Ni importaba quien fuera, ni lo que quisiera esa persona o si lo podría resistir. En ese momento era solo él y su cuerpo necesitando ser saciado
ESTÁS LEYENDO
No soy tuyo, Alfa
RomanceDominic, un alfa prestigioso que compra una empresa en declive, nunca se imaginó que uno de los jefes de área seria su pareja destinada, un joven llamando Aidan Aunque hay dos problemas. Ambos están comprometidos. Pero lo peor, es que Aidan dice ser...