Descontrol

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Dominic no era de aquellos alfas que se molestaba con frecuencia y menos de aquellos que sacara a relucir sus colmillos y que sus ojos cambiara de color. Pero al ver pedazos de cristal en la servilleta junto a la comida y gotas de sangre, casi enloqueció. Sus feromonas se expandieron en todas direcciones de forma agresiva y a la vez protectora en torno a Aidan.

Alzó la cabeza en dirección a sus padres, su expresión era tal que hasta Ofelia tragó en seco. Reish no habló, solo miró de reojo a su mujer en descuerdo. Sabía cómo era ella pero nunca se esperó que llegara a esos extremos

-Ofelia, retírate- uso su voz con el omega en un tono duro dándole a entender que estaba realmente molesto. Había un límite para todo.

-Pero...- Ofelia iba a protestar pero tanto la mirada de su alfa como la voz de su hijo le hizo cerrar los labios

-No padre- Dominic gruñó sin alzar la voz pero dejando todos sus colmillos afuera, conteniéndose para no faltarles el respeto como todo el hijo bien educado que era- Nosotros somos los que nos vamos. Si hubiera sabido que pasaría algo como esto no hubiera dejado que ni siquiera se acercaran a mi omega-

-Tu omega como dices no cumple los requisitos para pertenecer a una familia de alto nivel como la de nosotros- Ofelia se levantó tirando la servilleta sobre la mesa y derramando la copa de vino- Acaso no piensas en lo que dirán los demás sobre nosotros, sobre tu padre- casi chillaba.

Eso hizo que Dominic perdiera la última gota de control sobre él.

-¿Por qué demonios crees que me fui de este lugar, compré y fortalecí mi propia empresa, soy un maldito alfa, no un cachorro que necesite ya de su protección. Y menos de su permiso para tener a alguien a mi lado. Aidan es mi pareja destinada, lo quieran aceptar o no, lo marqué, será mi esposo y la madre de mis cachorros. Y no les permitiré humillarlo- su último gruñido hizo que las copas y las ventanas vibraran.

Ofelia apretó entre sus manos el mantel, su rostro cambiaba de un color pálido a uno rojo de indignación. Su Dominic nunca le había hablado así. A su lado Reish se levantó y ella se arrimó hacia él.

-Amor mío, desde cuando nuestro hijo es así, que él ha hecho...-

-Vuelve- los ojos de Reish eran como dos bloques de hielo y la omega tembló. Bajó la cabeza y retrocedió saliendo corriendo- Dominic, hablamos- el alfa intentó entrar en un acuerdo con su hijo. Era el único que tenía y no pretendía perderlo por un capricho de su omega.

-Lo siento padre- pero Dominic estaba al duro- Si hubiera sido hacia mí, me hubiera mantenido callado, pero fue hacia Aidan, eso no lo puedo tolerar. Eres un alfa también, me comprendes-

Reish entendía la posición de su hijo, pero si dejaba que saliera por esa puerta, sus relaciones se romperían y serían muy difíciles de arreglar. Amaba su esposa, una relación que empezó con un acuerdo y que terminó en un matrimonio de amor, pero reconocía que ella tenía muy poco tacto para algunas cosas.

Aidan, que se había mantenido en silencio todo este tiempo, con pulsadas en varias partes de su boca, había sentido el ambiente tenso. No había interferido dejando que su pareja se encargara de todo pero aquello se había descontrolado. Quizás era porque su alfa estaba sumamente molesto que no había sentido la amargura en la voz de su padre.

Se tambaleó cuando Dominic tiró de él para sacarlo de aquel lugar, abrumado por la masa de feromonas a su alrededor. Se sostuvo con fuerza de su brazo y como pudo habló. La mucosa de su boca dolía pero él tenía algo que decir. No quería ser la razón por la que su alfa rompiera lazos con su familia. Que uno de ellos dos lo hubiera hecho era más que suficiente.

-Espera- dijo con esfuerzo.

Dominic se detuvo y lo sostuvo entre sus brazos.

-Aidan, aguanta un poco, ya nos vamos de aquí- él le besó la sien pensando que él le pedía que lo consolara pero él negó con la cabeza.

-Vamos a tu habitación- fruncía el ceño por las pulsadas dentro de su boca.

-Aidan- Dominic lo reprendió- No quiero quedarme aquí, ellos te hicieron daño- él le apretó inconscientemente sus brazos, estaba fuera de control por lo que no tenía conciencia de la fuerza que empleaba.

La mano de su padre se apretó entonces alrededor de su muñeca advirtiéndole.

-Sé que estás molesto, pero respira y toma el control de ti, le estás haciendo daño- Reish había suprimido sus feromonas todo el tiempo. Un encuentro entre dos alfas de alto calibre como ellos terminaría en peores condiciones, a pesar que las feromonas de su hijo hacía que él se pusiera agresivo. Pero se contuvo utilizando todo lo que había aprendido a lo largo de sus años.

Dominic soltó los brazos de Aidan y respiró profundo como le había dicho. Cerró sus ojos y retrajo sus feromonas sintiendo como Aidan se dejaba caer sobre su cuerpo y él era la que respiraba agitada contra su pecho. No se había dado cuenta que lo estaba afectando y se quiso golpear. Él no debía tener emociones fuertes.

-Ya lo oíste- Reish se apartó y puso distancia- Llévalo a tu habitación, está arreglada. Yo me encargo de tu madre y hablaremos luego- era una orden.

Dominic quiso gruñir pero su atención estaba fija en Aidan. Ponero bajo tanto estrés no era bueno para su salud, necesitaba descansar antes de otro viaje tan largo como aquel. En contra de su voluntad lo cargó en sus brazos, dejando que él se enganchara de su cuello y enterrara su rostro en la curva de su hombro donde su olor era más fuerte, y apretándolo protectoramente salió en dirección a su cuarto.

Los sirvientes solo se inclinaron en respeto y mantuvieron la boca cerrada. Nunca habían visto a uno de sus señores tan molesto y ya era de conocimiento general de todos los que estaban en aquella planta de lo que había ocurrido.

Dominic bajó a Aidan delante de la puerta para abrirla y volverlo a cagar hasta dejarlo sobre la mullida cama. Sin decir nada se dirigió hacia el cuarto de baño y en uno de los botiquines había una pequeña caja de primeros auxilios, al igual que en todos los baños de la mansión. Volvió y se sentó al lado de su omega.

-Abre la boca, déjame ver- le pidió regulando su tono de voz. Aun estaba exaltado, pero no quería asustarlo más.

La mano de Aidan se posó sobre la de él.

-¿Estás bien?-

La pregunta lo descolocó. Eso debía preguntarlo él.

-El que está herida eres tú, no soy yo- abriendo la caja agarró uno de los algodones y unas pinzas pequeñas por si acaso. Debía asegurarse que no quedaran pedazos de vidrios dentro de la boca de su omega. Solo de recordarlo hacía que sus feromonas volvieran a salir de forma abrupta.

-Dominic- Aidan jadeó y lo vio reaccionar dejando el ambiente otra vez limpio. Le quitó lo de las manos y cerró sus puños- Yo puedo encargarme de esto, son solo rasguños, no hay más rastros. Ve a bañarte y enfría tu mente, hablemos mejor después de eso-

-Pero...-él puso un dedo sobre sus labios- Si sigues así tus feromonas me volverán loco y no tengo intenciones de lidiar con un alfa irracional dominado por su instinto- le acarició la mejilla- Estoy bien, pero al parecer tú no. Hablemos después ¿vale?-

Dominic estuvo renuente pero al final se levantó y entró al baño sin cerrar la puerta. Solo para estar pendiente de si algo ocurría. Ya no confiaba en aquellas cuatro paredes.

Aidan, por su parte metió el algodón en su boca y lo pasó por una de las heridas en la parte interna de su mejilla. No era nada grave, por suerte, lo había escupido rápido. Cerraría en poco tiempo, pero sino hacía algo, las heridas de la relación de los padres de Dominic con él no sanarían en mucho tiempo.

No soy tuyo, AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora