Rechazo

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Julian llevaba sus dos cachorritas en su vientre. Él podía mantenerlos a los 3 sin ningún problema y darles una vida tranquila aun si el omega quisiera volver a trabajar. Les podía comprar la casa que quisieran. Amor no les faltaría a ninguno. Él podría protegerlos, además Julian se lo había dicho, lo quería, por lo tanto no había posibilidad que lo rechazara después de su declaración.

Pero no se esperó las palabras de Julian.

-¿Puedes irte?-

-¿Eh?-

Él intentó levantarse haciendo que Madox se corriera hacia atrás aunque estaba conmocionado.

-Acaso no escuchaste lo que acabo de decir. Quiero enlazarme contigo. Que seamos compañeros. Voy a cuidar a nuestras hijas, te voy a cuidar a ti-

Julian se sentó pasando la mano por encima de su barriga. Su rostro estaba ensombrecido.

-Sí, te escuché… ¿y?- una leve capa de sus feromonas lo envolvió, feromonas de incomodidad.

El alfa no podía salir de su asombro. Eso había sido un rechazo total y no sabía cómo reaccionar a ello. Su orgullo de alfa estaba herido, pero más que eso estaba dolido. Hizo todo su esfuerzo para evitar envolver al omega con su olor para quitarle aquel sentimiento de ansiedad de él y para controlar sus propias feromonas.

-¿Estás diciendo que no quieres estar conmigo Julian?-

Él giró su rostro hacia el otro lado esquivando su mirada pesada. Apretó sus labios antes de hacer la pregunta que hasta el momento le resultó la más difícil de su vida.

-Madox… ¿qué soy yo para ti? ¿Quieres ser mi pareja porque estoy embarazado o porque me amas?- alzó su mirada. El alfa era un libro abierto cuando se trataba de sentimiento así que su expresión le diría lo que él quería saber realmente.

Pero lo que encontró fue confusión. El rostro de Madox era una máscara congelada que no podía expresar realmente algo. Julian dejó caer los hombros.

-¿Puedes irte?- recogió los pies hacia su pecho como pudo.

El alfa pensó que no respiraba. La pregunta aun retumbaba en su cabeza. ¿Qué significaba Julian para él? Pues mucho, más de lo que él se imaginaba. Entonces ¿por qué no podía decírselo?

La atmósfera se puso tensa en la sala. No volvieron a hablar hasta que él se levantó lentamente y caminó hacia la puerta.

-Volveré pajarito, tenlo por seguro. No pienso irme de este pueblo sin ti- dijo antes de desaparecer de la casa.

Julian se quedó allí sentado y dejó salir una rápida respiración. Odiaba cuando el alfa era demasiado terco y él se conocía. Mentiría si dijera que había olvidado a Madox. Todavía lo amaba y mucho. Aun cuando él tuviera sus defectos. No era como si fueran a desaparecer como lo había hecho él.

Pero… ¿él había cambiado tanto?

EL brillo de sus ojos era diferente. Eso lo podía afirmar. Aun así no estaba seguro de caer en sus redes. Él ya había sufrido por alguien que le había hablado lindo, y de paso era su pareja destinada. Esos momentos tan negros de su vida lo marcarían para siempre. Y además ahora no estaba solo. Tenía que cuidar de sus dos hijas, por lo que no podía hacer algo de lo que pudiera arrepentirse después.

Quizás Madox se aburriría pronto. Siempre lo hacía. Las parejas no le duraban mucho. Sí, se decía eso.

Entonces…

¿Por qué había hasta el fin del mundo a buscarlo?

No lo comprendía.

***

No soy tuyo, AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora