Control

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Madox sonreía. Eran pocas las veces que podía ver su amigo fuera de control, con todas sus feromonas descontroladas invadiendo todo el lugar agresivamente. Eso...era bueno para la salud. Dominic siempre había sido un alfa lo que se podía decir pasivo. No buscaba conflictos y aunque no se dejaba opacar por otro alfa buscaba los medios menos violentos para tratar con las cosas. Muy contrario a él.

No entendía como ellos, teniendo personalidades tan diferentes pudieron llevarse relativamente bien, compartir cama y omegas y tener una amistad que seguía a pesar de años. Quizás era por uno ser muy violento e impulsivo y el otro la llama que lo aplacara. Pero ahora, lo que tenía delante de él era un alfa en toda efervescencia porque nadie debía tocar el o la omega de un alfa. NADIE.

Dominic retrocedió unos pasos agitado. Sus puños estaban cubiertos de sangre tanto suya como ajena y sus nudillos estaban abiertos. Eso no le importó, nada reemplazaba el sentimiento de satisfacción de sentir la sangre de aquel beta correr entre sus dedos. Se llevó una de sus manos a la boca y lamió el líquido espeso manchando su barbilla. Sus colmillos picaban, sus ojos solo mostraban desprecio y ansias de venganza. Estaba muy molesto. Estaba inmerso en la locura de la venganza y nada opacaría eso.

El beta frente a él tenía el rostro desfigurado de los golpes y el cuerpo doblado del dolor mientras lloraba como un total cobarde.

-Por favor, no más- sollozaba una y otra vez una vez que la mordaza había salido de su boca con uno de los golpes, pidiendo clemencia- ¿Por qué me hacen esto? Yo no hice nada- se lamentaba.

Dominic lo miraba desde arriba y chasqueó los dientes.

-Aún no lo sabes, mira que puedes ser inepto- su voz salió tan grave que era irreconocible -Tu negocio casi acaba con mi omega- gruñó-

-¿Tú omega?- gritó exasperado -¿Qué omega? por favor déjame ir-

-Aidan- solo dijo su nombre y el cuerpo del beta que hasta ese momento estaba temblando se petrificó.

-Aid...Aidan...fue él, fue él quien los mandó a hacerme esto- su voz era inestable.

Dominic se inclinó hasta que estuvo a solo milímetros de él y le quitó la venda de los ojos.

-No tienes el derecho de decir su nombre- otro gruñido- su vida estuvo en grave peligro por su culpa, por hacerlo pasar por una beta, contaminado su sangre- con cada palabra la rabia se hacía más presente y sus dedos se enrollaron en la garganta de Hans apretando con fuerza.

-¿Dónde está él? Sé qué está aquí. Déjame explicarle, no es como él se imagina. Yo realmente quería casarme con él- dijo casi eufórico cuando otro puño se estampó en su rostro haciendo que algún diente saliera de su boca.

-Él ahora es mío- Dominic recalcó la última palabra -y tú no podrás acercártele nuevamente-

El rostro de Hans casi se tornó morado por la falta de aire. El alfa lo soltó y se apartó de él dándole la espalda. Estaba rabioso, a punto de explotar pero no era un asesino así que miró a Madox que se levantó de la vieja silla que había encontrado y se le acercó aplaudiendo.

-Estoy realmente sorprendido, yo le hubiera arrancado la cabeza si estuviera en tu lugar- la idea de que Julian fuera el que hubiera pasado por todo aquello lo asaltó y se detuvo. Sacudió la cabeza y sonrió ocultando su incomodidad- No te preocupes, nosotros nos encargamos del resto, Nico, haz tu magia-

Nicolás chasqueó los dedos y dos alfas tomaron a un Hans sollozante y aterrado y lo desataron llevándose a través de una puerta.

-¿Qué le pasará?- preguntó por simple curiosidad.

No soy tuyo, AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora