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Se relamió los labios y suspiró, observando sus manos con detenimiento.

––De verdad siento todo lo que te he hecho, Laura ––bufó ––. No quise hacer todo lo que hice, pero es que yo..., bueno yo...

––Ross ––susurré con dulzura, tocando su hombro con mi mano abierta.

¿Con dulzura? ¿Qué?

Me miró.

––Me cuesta tanto poder...expresarme, y hablar contigo es como..., no lo sé, pero yo, es decir, tú...es que ––soltó un gruñido, cubriéndose la cara entre sus manos, avergonzado ––. Me vuelves loco, Laura.

Apreté los labios, mientras mi memoria me llevaba de vuelta a la noche del show en la acera de mi casa.

––¿Qué? ––solté sin más.

Se quedó en silencio, sin descubrir su cara. Parpadeé y me puse de cuclillas, quitando sus manos.

––Ross, háblame ––insistí, sintiendo el calor en mis mejillas.

Apretó sus labios y bajó su mirada. Se veía tan tímido e indefenso.

––Te mentí. Dios me siento una mierda ––negó con su cabeza, sin mirarme.

––¿De qué demonios hablas? ––solté, alterada.

Se mordió el labio inferior y sus ojos encontraron los mios. Me tomó ambas manos y se puso de pie, levantándome a mi también.

Me besó los nudillos y apretó mis manos levemente, nervioso.

––No hay otra chica, jamás la hubo ––admitió ––. Mi estúpido orgullo no quería confesarte que eras tú de quien hablaba, pero luego te vi con Logan y me hervió la sangre y entonces no encontré oportunidad de hablar y empeoré las cosas y...

Comenzó a hablar tan rápido que se trababa, y me obligué a apretar sus manos como aviso.

Me observó y no encontraba las palabras correctas para decir lo que en este momento estaba sintiendo.

Nos quedamos en silencio.

––Por favor, Laura. Di algo.

Tragué grueso.

––No soy buena con las palabras.

Asintió levemente, suspirando.

––Me odio por haber hecho que llores el día en la cafetería.

Fruncí el ceño y luego lo relajé, dejando que la confusión se desvaneciera, dejando lugar a la afirmación.

––Garret ––murmuré.

––Si quieres largarte o lo que quieras, puedes hacerlo ahora.

Sonreí con los labios sellados y me acerqué muy despacio a la cama, estirado mi cuerpo para agarrar cuidadosamente la almohada.

Y lo golpeé.

Sí, así de femenina y sentimental soy.

Se cubrió con ambas manos y cayó sentado en la cama.

––¡Eres el maldito más asqueroso, chicloso y bipolar que conocí en mi maldita vida! ––dije, jadeando por los golpes.

Me tomó desprevenida, jalando de la almohada que le había dado en la cara y causando que cayera sobre él.

Me envolvió con sus brazos.

––¡No! ¡Quita! ¡Aun no he terminado! ––forcejeé.

––Me odias, ya lo comprendo ––se rió.

Detention »Raura«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora