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— ¡No he terminado contigo, Lynch! —alzó la voz, levantándose de su asiento mientras golpeaba la madera con las palmas de sus manos, intentando imponer respeto y autoridad.

—Pero yo sí.

Y cerró la puerta con fuerza, sin siquiera mirarme.

Pero creo que la indiferencia y distancia entre ambos no se comprende del todo, así que voy a volver a donde habíamos finalizado.

Con mi cara roja por la vergüenza de haber soltado tan bruscamente una mentira que parecía creerme, y los ojos claros de mi amigo, observándome con recelo y fastidio, casi ofendido.

Donde las palabras no salían de mi boca, y el pecho me ardía en llamas.

La clase prosiguió y yo sólo me cohibía más en mi asiento, queriendo desaparecer con todas mis fuerzas. Para cuando la campana sonó, mi acompañante desapareció sin perder un segundo más de su tiempo a mi lado.

El resto del alumnado fue abandonando la clase, incluyendo al rubio desinteresado en mi presencia después del trato despreciable que hubo de mi parte.

Al tardar más de lo normal en recoger mis pertenencias y salir por la puerta, los pasillos ya estaban vacíos.

—Laura.

Me sobresalté y volteé el rostro hacia mi derecha, encontrándome con esa mirada verdosa de Hans, quien sonrió por mi anterior acción involuntaria. Le fruncí el ceño.

— ¿Qué quieres ahora?

Se carcajeo, y me crucé de brazos, esperando a que acabara con su escena.

—Pues yo, muchas cosas.

Coloqué los ojos en blanco y me eché a caminar lejos de él, sin ánimos de seguir su juego. Me tomó del brazo, frenándome, y le quité la mano de un manotazo, con una mueca de asco impregnada en mi rostro.

—Woah, que fiera —bromeó —. No me has dejado acabar, Laura.

— ¿Piensas tardarte mucho más?

—No soy yo quien te busca, sino Georgia. Estoy aquí por ella.

—No es necesario el contacto, Hans, un anuncio no lo requiere.

— ¿Qué pasa aquí?

Mis ojos se movieron directamente a Ross, quien se acercaba con el rostro tenso y las manos empuñadas en las correas de su mochila.

—Nada... —bufó.

—Si no pasara nada no tendría que haber escándalo —dijo, ignorando mi presencia.

Por primera vez, después de tantos años, me sentí un bicho raro y pequeño, tan diminuto que superaba la facilidad para aniquilarlo con un pisotón.

—Le informaba a Laura sobre el llamado de Georgia a su oficina —pausó—. Iba a ir a buscarte, Lynch.

Este alzó ambas cejas y palmeó sus muslos.

—Pues ahora ya me encontraste.

El moreno sonrió ampliamente, negando con la cabeza luego de desafiarlo con la mirada.

—Me das risa, Lynch, de veras que sí. Es increíble cómo se siente la inseguridad que tienes porque te quiten a tu noviecita..., me sorprende de alguien como tú.

—Pues me alegra —asintió —, me alegra que puedas manejar la telepatía, no sabía que podías ver lo que los demás sienten. Lástima que no hayas visto venir la anterior paliza.

— ¿Me estás retando?

—Pruébame...

—Suficiente —pedí, tironeando de la camisa de Ross.

Detention »Raura«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora