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—Laura...

Me volteé para ver quién me hablaba, mientras guardaba unos libros dentro del casillero.

— ¿Qué?

Grace y Garret se miraron y luego me miraron.

— ¿Estás bien? —preguntó Grace.

Alcé ambas cejas y cerré el casillero, colgando la correa de la mochila sobre mi hombro.

—Claro, ¿por qué la pregunta?

—Te vimos con la cara larga todo el día, ¿quieres contarnos?

Negué con la cabeza mientras nos encaminábamos a la cafetería. Garret nos abrió la puerta a ambas.

—Estoy bien, en serio.

—Ay, Lau, ¿por qué eres tan reservada? —soltó Grace, frustrada mientras tomaba una botella de agua potable.

— ¿No confías en nosotros? —preguntó Garret, algo tímido.

—Chicos, ya paren con la paranoia por favor —tomé uno de los jugos envasados —. Si confío, pero ya me conocen, no me gusta hablar.

Nos sentamos en una mesa redonda que de milagro estaba limpia.

Apoyé ambas manos en la mesa, para luego comenzar a pinchar el aluminio del jugo con la bombilla.

—En fin, ¿vendrán a casa después de...? Laura...

Ross estaba entrando a la cafetería con la rubia oxigenada, riendo.

¿Acaso soy la única castaña en esta preparatoria?

—Debo...debo ir al baño, ya vuelvo —titubeé mientras me colgaba la mochila al hombro.

Garret y Grace se miraron confundidos y yo corrí la silla para poder comenzar a caminar entre las mesas y sillas ocupadas por estudiantes desocupados.

Me mordí el labio mientras mis pies seguían en movimiento.

La sonrisa de Ross desapareció de su rostro cuando lo choqué accidentalmente mientras avanzaba por un lado, casi corriendo de allí.

Empujé las puertas de la cafetería y continué avanzando, negando con mi cabeza para apartar mis pensamientos.

Un tirón en mi mano me hizo desequilibrarme al tomarme desprevenida, me aferré a lo primero que pude antes de caer, enterrando mis uñas allí.

Quité de un manotazo su mano de mi cintura, con el ceño fruncido a más no poder y la respiración agitada.

— ¡No te atrevas a tocarme nunca más! —le grité, señalándolo con mi dedo índice.

Se pasó una mano por el cabello, demostrándome su frustración que poco me importaba.

—Vamos, Laura. No te molestes conmigo.

Solté una risa cínica.

— ¿Qué no me moleste contigo? ¡Estás demente! ¡Vete con Hayley que seguro debe pensar que mi cara también es horrible! Porque claro, ella es una modelo de Victoria Secrets.

—Tranquilízate, engañitos. Ella no piensa eso.

—Pues ve y pregúntaselo, quizás te interese más su opinión, maldito hipócrita.

—Estás enloqueciendo —frunció el ceño.

—Tal vez —me encogí de hombros —. Pero no quiero volver a tenerte cerca nunca más, ¿me oyes bien? Nunca más, y esta vez es definitiva, no pienso seguir soportando tus malditas estupideces de crio.

Detention »Raura«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora