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Me removí, algo incómoda hasta que sentí piel tibia debajo de mis dedos. Abrí los ojos de golpe y giré un poco mi cabeza, con todo el cabello alborotado.

Ross respiraba tan profundo que parecía que necesitaba de un tubo de oxígeno extra para sobrevivir.

Su brazo me rodeó y se relamió los labios, frunciendo un poco la nariz para volver a respirar profundo.

Me volteé en mi lugar a observar la hora y tenía cuarenta y cinco minutos de ventaja. Puse mi mano sobre la de Ross, y entrelacé nuestros dedos, para luego recorrer las pequeñas venas y cicatrices que tenía en el antebrazo con mis dedos

Hice una mueca, obligándome a no pensar en cosas de las que luego podría arrepentirme.

Pero aunque quisiera, sentía que siempre hacia a un lado mis problemas para no tener que lidiar luego con ellos. Sin embargo no podía quitar de mi cabeza la idea de que Ellen podría arrastrarme hasta Florida, no quería, me rehusaba a separarme de mi vida.

De mis amigos, y de Ross.

Suspiré.

Joder, no podía dejar a Ross ni aunque me pagaran diez millones de dólares, lo quería más de lo que mi boca podría admitir algún día, y no quería dejar pasar a la única persona con la que pude tener tanto después de lo ocurrido con mi progenitor.

-¿En qué piensas? -preguntó en un susurro ronco, inhalando una profunda bocanada de aire.

El hilo de mis pensamientos se cortó y dejé de morderme el labio, esbozando una media sonrisa.

-Nada importante -mentí, acariciando su brazo.

Apoyó su codo en el colchón, levantándose solo un poco para poder mirarme a la cara. Me recosté de espalda en la cama, sin mirarlo a los ojos.

Jugueteando con sus dedos de una manera tonta.

-¿Qué pasa? -insistió, frunciendo un poco el ceño.

Negué con la cabeza lentamente.

-¿Por qué debería pasar algo?

-Has estado observando y uniendo nuestras manos, incluso haciéndome caricias mientras dormía -hizo una pausa -. Tu no eres así.

-Está bien, me detendré.

-¿No estás enojada? -preguntó, algo preocupado.

Suspiré.

-Ya no. ¿Cómo te sientes? -dejé mi mano sobre su mejilla.

Sonrió de lado con los labios sellados.

-Tengo una horrenda jaqueca, y no recuerdo nada de lo que pasó anoche. Pero fuera de eso, bien con tenerte aquí...

-Entonces... -lo interrumpí, frunciendo el entrecejo y mirándolo a los ojos -. ¿No recuerdas nada? ¿Absolutamente nada de anoche?

Entrecerró un poco los ojos.

-¿Debería?

Me quedé en silencio. Apreté los labios y no di ninguna respuesta, simplemente me libré de los edredones, acomodé la camiseta para que me cubriera y me encaminé al baño, cerrando la puerta rápidamente llevándome una mirada confusa de su parte.

Me froté la cara y dejé mis manos en esta, ocultándome.

Negué con la cabeza y abrí la ducha, tomando dos toallas y metiéndome dentro de esta lo más rápido que pude.

No recordaba que estuvimos a punto de hacerlo anoche, ni mi rechazo inseguro.

Ross simplemente no podía recordar que casi me entrego a él.

Detention »Raura«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora