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Apreté los labios y enderecé mi postura, pero sus brazos no me soltaron.

––Uhm sí, a mi novio ––sonreí, inocente.

––Oh claro, Edgar si.

Me mordí el interior de la mejilla.

––Logan.

Se le borró la sonrisa de la cara y entrecerró los ojos.

––No conmigo, engañitos. No funcionará.

––Pues pregúntale.

Me solté y acarició mi mejilla, descendiendo la mirada hasta mis piernas.

––Oye, no me mires.

––Oh, ¿te beso entonces? ––sonrió.

––No, aléjate de mi vida.

Se rió y me rodeó con ambos brazos la cintura, abrazándome.

Me quedé con los brazos rectos, incómoda.

––Quiero hablar contigo.

––Estás hablando conmigo ––dije suave.

Ross sonrió mientras se alejaba un poco y me quité los tacones.

––Lo siento, Ross. Pero precisamente ahora quiero largarme de aquí, si no tienes una diminuta idea de dónde están mis amigos, entonces me voy.

––Puedo llevarte, si quieres.

––¡Ross! Al fin te encuentro...

Cerré la boca y la pecosa le rodeó los hombros al rubio. Omití un ruido con la garganta y asentí, algo dolida.

––No importa, déjalo como está.

Dicho eso, para exagerar mi escena, salí corriendo por el patio para encontrar a Grace y a Garret entre el gentío.

No los hallaba. Y eso comenzaba a desesperarme, más el tequila que aun recorría mis venas.

Choqué el hombro de alguien y me tambaleé, pero recuperé la postura.

––Laura.

Abrí los ojos. Parpadeando un poco para divisar quién era.

––Logan ––apreté los dientes ––. ¿Has visto a Garret y a Grace?

Me rebajó con la mirada rápidamente, se relamió los labios y asintió.

––Si, eh... ––se rascó la nuca ––. Sígueme.

Suspiré y caminé detrás de él, recibiendo salpicones de los imbéciles en la piscina.

Rodeamos la piscina e ingresamos a la mansión. Subió las escaleras y lo seguí, confundida.

Caminamos por los pasillos algo oscuros y abrió la puerta de una habitación. Ingresé rápidamente y busqué la perilla de iluminación en la pared, pero mis dedos no la alcanzaban.

––No creo que estén aquí, Log...

Me interrumpió de un beso y la respiración se me agitó al saber que no sabía dónde huír entre la oscuridad.

Pegó mi espalda a la pared y rebuscó en mi espalda algún cierre mientras me besaba el cuello.

––Eres tan perfecta, Laura. Yo soy quien realmente te merece...

––¡Aléjate de mi! ––lo empujé con fuerza y comencé a buscar la perilla de la puerta hasta que logré abrirla.

Corrí escaleras abajo sin tropezar, aunque mis pies descalzos se sentían pegajosos.

Detention »Raura«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora