Colgué la llamada y aplasté el teléfono contra mi pecho, intentando hallar alguna excusa para salir de la casa de Grace sin sospechas a mi destino.
- ¿Laura?
- ¿Uhm...? -pregunté, volteando.
Ambos estaban observándome, expectantes de alguna explicación ante mi repentino cambio de humor. Me mordí el labio inferior y solté lo único que podría ser creíble.
-Vanessa...-tragué grueso -, me necesita. Se ha quedado sola y no sabe donde está.
- ¿Quieres que te lleve? -inquirió Garret, poniéndose de pie.
Miré a Grace, quien me observaba con ciertas dudas, al contrario del castaño que se le veía preocupado.
-No, no -negué, rápidamente -.Tomaré un coche, no se preocupen.
- ¿Segura? -preguntó nuevamente.
-Déjala Garret -pidió Grace, acercándose a mí -. De todas formas nos veremos mañana, y podrás decirnos como se encuentra...
-Vanessa -completé entre dientes.
-Claro -sonrió y se alejó para tomar las llaves.
Las introdujo en la cerradura, mientras yo me colgaba la mochila al hombro y me apresuraba a la salida.
- ¿Adiós?
-Ah sí, lo siento -solté una risita nerviosa y besé, con mucho esfuerzo, la mejilla de Garret y luego la de Grace.
-Ten cuidado.
Asentí y me encaminé a la reja que dividía la calle con la gran casa de Grace. Salí al exterior y me eché a caminar lejos de allí, tomando mi teléfono con mucha precaución, antes de ser vista y que me robaran.
Marqué el teléfono de Ross, mientras respiraba ligeramente y veía como el vaho salía de mis labios.
- ¡Aloha!
-Dios, Ross. ¿Dónde carajos estás? -pregunté, cabreada y preocupada.
- ¡En Hawaii!
Maldita sea, joder, crio de cuarta.
-Ross, por favor. Fíjate en algún cartel, ¿en qué bar estás?
Continué caminando por la acera desierta, teniendo por seguro que en la próxima esquina encontraría una estación de coches.
-Donde venden cervezas -rió.
Apreté la mandíbula y finalmente apresuré el paso, encontrándome con un coche amarillo aparcado.
-Escúchame jodido imbécil, dime ya mismo donde estás o pienso partirte la cara en cuanto te vea por ser tan imbécil.
- ¡No me grites! -lloriqueó -. Dice, Coñac, no sé donde estoy, no te enfades conmigo.
Me toqué la frente con frustración.
-Estaré allí enseguida, no te muevas.
Colgué la llamada y golpeé la ventanilla del conductor, quien enseguida volteó a verme.
- ¿Está ocupado?
Esbozó una sonrisa y negó con la cabeza, abriéndome la puerta.
-Gracias.
- ¿No cree que es muy tarde para vagar sola por las calles? -preguntó.
Suspiré.
-Ni que lo diga. ¿Conoce el bar Coñac a una manzana de la avenida?
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Detention »Raura«
FanfictionDos jóvenes: »Maleducados » rebeldes » independientes. Jóvenes. »Todos los derechos reservados«