El domingo se pasó como tortuga. Finalmente tuve que limpiar la casa con Vanessa a regañadientes, ya que mis libros habían quedado en la preparatoria por culpa de una persona cuyo estómago dejó lleno por dos días.
No es cierto, cuando volví de todas formas me comí una manzana.
Tomé un par de tejanos, mis converse y una sudadera negra. Me pase un cepillo por el cabello y bajé las escaleras con algunos libros en mi mano y el teléfono en mi bolsillo.
Agarré una manzana verde del frutero y salí por la puerta echando dos vueltas de llave.
Entonces comencé a caminar mientras masticaba la manzana y observaba a los autos. Cruzando calle tras calle.
El aire estaba frío y agradecí poder llevar mi sudadera conmigo, aunque lamentaba que la humedad inflara mi cabello.
Cuando crucé la última calle, con precaución como siempre, un Audi negro como el de Grace se me abalanzó y pegué un salto soltando todos los libros.
Me agaché para recogerlos con humo en las orejas.
––¡Qué te pasa, imbécil! ¡¿Acaso no ves que estoy cruzando la jodida calle?!
Le tiré lo que quedaba de mi manzana y tocó el claxon.
––¡Púdrete, idiota! ––le grité por última vez, sacando mi dedo medio.
Me subí a la acera y sacudí mi ropa mientras veía como el coche negro se alejaba.
Gente idiota y ellos.
––Linda forma de empezar el día ––comentó Garret detrás de mí.
Entrecerré los ojos en su dirección cuando volteé.
––No me hagas perder los estribos, Clayton.
Me eché a caminar aun aturdida por el reciente accidente. Y lo peor de todo es que había llegado a la hora pico, y en otras palabras...
El momento en el que a todo el mundo se le ocurría llegar.
Puse la combinación en mi casillero y saqué mi mochila de un tirón, aún molesta. Metí los malditos libros de Algebra y Francés y cerré la puerta metálica de un golpe.
––Uy, ¿con quién discutiste? ––preguntó ladeando el labio Grace.
––¡Un imbécil casi me choca en la entrada! ––exclamé señalando la salida con mi mano.
Suspiró y gruñí, caminando de a zancadas al salón y empujando a cualquiera que se metiera en mi camino. Ya tenía arruinado el dia por el imbécil del coche, si tan solo la gente pudiera aprender a conducir como se debe.
Lancé mi mochila y me senté bruscamente, cruzando los brazos sobre mi pecho y bufando.
––Ya, Laura. Fue solo un coche ––dijo, Grace.
––Pues ese coche casi me asesina, maldito imbécil de cuarta...
––Buenos días alumnos ––sonrió socarrón Wood.
Oh y lo que me faltaba, tener que soportar al pasa de uva.
Ingresó y cerró la puerta tras sus pasos. Dejó su maletín de los años ochenta sobre el escritorio y en cuanto me vio volvió a sonreír como lo fiero que era. Carraspeó su garganta y se puso en frente de todos, con las manos detrás de él.
––Quisiera llamar al frente a Laura Marano y Ross Lynch ––pidió, sin dejar de sonreír.
Todos hicieron silencio y el corazón me palpitó fuerte en el pecho. Grace me miró aterrada y tragué con fuerza, poniéndome de pie. Me acerqué hacia Wood con el rostro inexpresivo y Ross le dio un puñetazo pequeño a uno de sus amigos y se acercó sonriendo, como siempre. Como si la vida le sonriera.

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Detention »Raura«
FanfictionDos jóvenes: »Maleducados » rebeldes » independientes. Jóvenes. »Todos los derechos reservados«