CAPITULO XXXII

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El vestido resbalaba por sus delicados hombros, puede sentir su piel siendo acariciada por ella misma, aunque tenía que admitir que le daba vergüenza verse desnuda y evitaba a toda costa el espejo.

Su físico siempre fue un problema para ella, eso y las constantes palabras y reprimiendas de su madre, guío su mano a su espalda baja que le permitieron sentir las pequeñas rayas abultadas de esa zona, cuánto asco, cuánto repudio, no podía evitarlo era un daño que estaba palpable en sus pensamientos.

Cada que su reflejo aparecía en el espejo comenzaba a llorar, no podía evitar ver a esa mujer gorda y fea...sus ojos estaban rojos de tanto lagrimear, el beso con Midoriya no la ayudó, sino todo lo contrario... culpabilidad, sí, eso es lo que sentía porque ya no podía responder los sentimientos del joven y porque sentía que había fallado en el compromiso.

-Te mereces todo lo que te sucede Ochaco...- su mirada se vuelve dura- de todos modos...quién amaría a alguien tan fea y gorda como tú...

Se alejo del espejo para ya no seguir viéndose en el, se puso su bata de dormir y decidió salir de la habitación, la fiesta había acabado desde hace más de tres horas, eran las tres de la madrugada y a la castaña le importaba poco, lo único que quería era paz en su interior.

Estaba caminando hacia los jardines del palacio que colinda con el bosque, no le importó tardase en llegar al lago de todos modos esa caminata la ayudó a relajarse, sentir el viento golpeando en su cuerpo la relajó de sobremanera, amaba tanto la naturaleza...para ella era lo más puro que pudo existir en el mundo y la respetaba...era la única que jamás la iba a abandonar...vio el lago y una sonrisa cálida apracecio en su precioso rostro, miró al cielo apreciando las hermosas estrellas, solo pudo suspirar...estaba en casa...
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Después de dejar al imbécil de Midoriya solo se dispuso a buscar a su prometida, no la encontró por ningún maldito lado, hasta que la vio a lado de la alien.

La vio detenidamente, parecía que no había llorado, se veía espléndida, ese color le favorecía y destacaba de todas, pudo notar que ella lo miro por unos momentos, él solo pudo sorprenderse...su corazón comenzó a latir rápidamente y juraba que un pequeño rubor se había formado en sus mejillas.

Carraspeo para volver a adquirir su postura y componerse del repente nerviosismo que había adquirido, estuvo a su lado pero ella solo se dedicaba a ignorarlo...eso lo mató...¿Acaso así se sentía la cara de ángel cuando él la ignoró?...se maldijo, la mentaba tanto haber sido un completo hijo de puta con ella.

Su madre solo le recriminaba con la mirada, mierda no podía soportarlo más hablara con ella, tenía que hacerlo.

-Lo siento pero me retiro- habla con voz dulce- estoy algo cansada y preferiría descansar.

-Claro que si querida- habla Mitsuki- nos vemos en la mañana.

La castaña hace una reverencia, mira por última vez al rubio para posteriormente retirarse del salón, la rubia mira a su hijo.

-No sé que haz hecho Katsuki- le dice con voz dura- pero te ordenó a qué la dejes tranquila, no voy a permitir que la lastimes con tus estupideces de niño mimado ¿Quedó claro?

Bakugou no respondió solo miro a su progenitora para luego afirmar con la cabeza.

No podía dormir, necesitaba verla, tenía que hablar con ella, salió de su habitación para dirigirse al de la castaña, estuvo meditando si tocar o no...a la mierda tenía que hacerlo. Tocó varias veces pero no hubo respuesta, decidió abrir y oh sorpresa no estaba.

-¿Dónde te habrás metido cara de ángel?

Suspiro para luego salir de ahí, se dirigió a sus aposentos y se puso una camisa holgada y unos pantalones sencillos, fue directo a las caballerizas...necesitaba despejar su mente y tal vez nadar un poco...

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