Capítulo 50 [Lo que Rey quiera]

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ESTE ES EL PRIMER CAPITULO DE DOBLE MARATÓN QUE LES TENGO PREPARADO.

ESPERO QUE LO DISFRUTEN. NO OLVIDEN DEJAR SU COMENTARIO Y SU VOTO.

SE LOS AGRADEZCO DE ANTEMANO.

Malik se recostó sobre la pared, mirando a su esposa señalar algunos artículos de diferentes revistas. Acribillada por tener que tomar infinidad de decisiones, no se daba cuenta de que él llevaba un largo lapso de tiempo embelesado mirándola.

Samantha quiso involucrarse de lleno, tratando de darle una nueva perspectiva a la celebración que la familia Sabbagh amenizaba cada año, durante el cumpleaños de Malik. Ella quería devolverle un poco de la felicidad que sentía al ver cada sorpresa que él le tenía preparada. Malik se encargaba de siempre dale lo mejor, así que Samantha también se había propuesto dar lo mejor de sí para que todo saliera de acordé al itinerario.

Samantha sintió como las manos de Malik se posaban sobre sus hombros, masajeándola hasta el punto de estar gimiendo y haciendo un desorden de papeles en la mesa.

Malik no podía sentirse más dichoso de tener a la esposa perfecta a su lado. Su Samantha. Ella estaba enfundada en una fina y elegante bata de color blanco, con el cabello rubio suelto, las ondas de cabello cayendo sueltas por sus hombros desnudos. Un leve maquillaje hacia resaltará sus rasgos, pero lo que más lo volvía loco era el tono carmesí de sus labios.

Él se separó para quitarse la chaqueta y arremangar su camisa. Inclinándose, escondió su rostro en el cuello de Samantha para dejar un sendero de besos, provocando que su hormonal esposa empezará a gimotear y rogar por más. 

—No tienes que hacer nada de eso. —Malik le giró entre sus brazos para que lo mirase.

—Pero me gusta —Samantha colocó sus manos sobre su pecho, abriendo los botones de la camisa para tener contacto directo con su piel. Postro un beso sobre su corazón antes de seguir hablando— siempre haces cosas hermosas para mí, ahora deja que yo haga lo mismo.

—Tú te mereces el mundo, Daw'. Y me encanta ser yo el encargado de dártelo —Malik la tomo por el rostro, nivelándose a su altura para unir sus labios en un profundo beso. Samantha estaba tan receptiva, que, con un profundo gemido, abrió su boca dispuesta para que su marido la reclamara—. Eres tan apetecible... haces que quiera devorarte. —él se separo con un gruñido, dejando que su esposa tomara un respiro antes de pasar su dedo por la costura de su labio inferior, el cual estaba hinchado por el duro tratamiento.

Samantha se mordió el labio, subió las manos hasta rodearle el cuello. —Puedes hacerlo —ella le dio su consentimiento, aunque sabía que Malik no la tomaría. Se había hecho una promesa, y a pocas semanas del alumbramiento, no se quebraría con su decisión.

Después de que el bebé naciera la tomaría, una y otra vez. Pero por ahora, lo único importante era que tanto la madre como el bebé se mantuvieran saludables y sin complicaciones. Samantha quería tener un parto natural, y aunque Collins dudaba de que ese deseo pudiera cumplirse, le aseguraba que haría todo posible para que fuera así. Se esperarían hasta la fecha prevista para saber si tendrían que hacer una cesárea.

Malik la tomo por las caderas, apretándola más contra él para qué sintiera lo duro que estaba bajo sus pantalones. Está excitado, y Samantha no ayudaba con la forma en que mostraba sus sugerentes senos a través del camisón, o los fruncidos y marcados que sus pezones se rozaban contra la tela, pidiendo su boca. Apretó su trasero con fuerza, mientras subía su mano para apretar los duros picos. Ella tenía la boca entreabierta mientras dejaba que las sensaciones la inundaran.

Nunca sería suficiente.

Las hormonas la tenían vuelta nada.

Esa era la excusa que Samantha usaba, pero la realidad se mantenía a flote. Se excitaba solo con verlo. Él tenía la medida justa para volverla loca de placer a cada segundo.

Con sus manos, Samantha empujo a Malik para que cayera sobre uno de los sofás en la habitación. Ella termino de despojarse de la molesta bata, quedándose en un sencillo camisón que mostraba todas sus curvas a la luz. Malik, quien estaba acostumbrado a tener el cuerpo de su esposa en exhibición todos los días. No se molesto en ocultar su sonrisa sardónica o el deseo reflejado en sus pantalones. Le gustada el progreso que Samantha tenia, el morbo de verla con la mirada llena de lujuria y el comportamiento atrevido. Afuera de la habitación quedaba el semblante centrado que Samantha solía tener, mientras que Malik trataba de olvidar su frialdad y ser el hombre más cariñoso que su esposa se merecía.

—Ven acá —Malik estaba a punto de colocarla en su regazo, sin embargo, Samantha tenia otros planes en mente.

—Tengo otro tipo de planes en mente —musitó ella en un tono sugerente.

—¿Qué significa eso?

—Ya verás —Samantha le guiño el ojo.

Tomo uno de los cojines al lado de Malik y lo dejo caer al suelo

Malik entrecerró los ojos, pero antes de que Samantha pudiera caer de rodillas, la cogió de la muñeca y lo hizo verlo a los ojos.

—¿Estás intentando volverme loco?

—Acaso no puedo divertirme un rato. —comentó Samantha, siguiendo con su voz seductora. Se inclino, colocando ambas manos sobre sus muslos para estabilizarse y quedar cara a cara— es mi turno.

Malik desvió la mirada de los ojos azules de su esposa, hasta los labios entrebiertos e hinchados pro su beso. El labial rojo se regó y él gruño al imaginarselos envueltos alrededor de su miembro.

Samantha dejo un pequeño beso por su mandíbula, mordiendo levemente siendo una pequeña bromista. Malik aspiro una fuerte bocarada de aire, el poco control se había esfumado.

—Pon las rodillas sobre el cojín —le indico Malik con los dientes apretados. Luego, el se encargó de desabrocharse los pantalones para mostrarle su larga y gruesa erección, llena de venas y con la punta morada— estás siendo una traviesa —él apretó la cabeza con fuerza, gruñendo cuando la ola de placer atravesó su cuerpo— quítate la ropa.

Samantha se relamió los labios, acatando su orden hasta quedar completamente desnuda. Malik estaba por darle órdenes, pero cualquier pensamiento racional que atravesaba su mente se esfumó cuando sintió que su esposa engullida su dureza hasta la mitad. Era difícil pensar con claridad cuando las sensaciones placenteras dominaban su cuerpo, las cuales eran provocados por la boca de su esposa.

Sin querer lastimarla, colocó su mano sobre su cabeza, sin presionarla más, sino para alentarla a qué no se detuviera.

Lo había buscado, y lo tenía ahora. Cada pedazo de él.

Ella se retiró para aspirar una larga bocanada de aire y llevarse el pelo tras la oreja, el cuál empezaba a obstruir su visión. Volvió a cubrirlo con su boca, imponiendo su propio ritmo y aumento la velocidad.

¡Por Alá!

Malik echo la cabeza hacia atrás por un segundo, emitiendo gruñidos similares a los de un animal. La sensación era indescriptible. Su preciosa esposa. Su todo. Lo tenía mareado, con el corazón exaltado de amor y en el punto más débil. Ella sería la única que alguna vez lo vería de esa forma, con el arrollador gozo que el tenerla le producía. Fuera de las cosas tan indecentes que hacían en la privacidad de la habitación donde nadie más que ellos podrían saberlo. El sonido de succión era lo única que profana a la estancia. Su luz se las ingeniaba para cubrir y grosor y golpear hasta su garganta. Fue por ello, que minutos después, sus testículos se liberaran simientes, derramándose en la dulce boquita de su esposa. Su Samantha. Cerró los ojos y se recostó sobre el sofá, intentando no desfallecer ante la potencia de aquel orgasmo.

Samantha lo miro contraerse y cubrir su boca con sus líquidos. Excitada de verlo tan perdido, tomo cada gota y trago el resultado, sacando su lengua para lamer el resto. Pocas veces en el pasado lo había hecho, Malik siempre la ponía primero a ella antes que su propio placer.

Samantha se aferró a los muslos de su marido mientras ascendía hasta volver a estar a su altura.

Chillo cuando Malik en brazos y sse dirigió al baño. —Necesitamos limpiarte... —él le sonrió de manera seductora— para que pueda ensuciarte de nuevo.

Malik lo tomo por la mejilla y estampó sus labios con los de él. Con pasión, amor y devoción. —Lo que el rey quiera —bromeó— lo tendrá.

—No hay nada más que quiera en este maldito mundo que a tí, Daw'

Una esposa para Malik #2 |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora