Capítulo 39 [Consuelo]

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XXXIX

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XXXIX. CONSUELO.

Una dulce voz. 

Eso era lo único que captaba entre toda la oscuridad en la que se veía rodeado.

No tenía percepción del tiempo, por lo que los leves destellos de conciencia, lograba que escuchara las voces de la gente que le rodeaba.

Antes de volver a la oscuridad en cada uno de los breves episodios, recordaba recibir varios disparos en su pecho, justo después del altercado, y poco tiempo después, perder la conciencia debido al dolor y la perdida de sangre.

No puede moverse.

Es como una pesadilla del cuál no podrá despertarse pronto.

A pesar del coro de voces rogando a su lado que despierte pronto.

Y mucho más, al saber que su esposa y el bebé están pasando la peor etapa de sus vidas.

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Samantha dió por terminada su lectura, colocando el libro en su regazo. Aspiró una larga bocanada de aire, antes de frotarse su vientre.

La habitación que estaba embargada con el sonido de su voz hace unos segundos, se volvió silenciosa. Causando que el bebé en su vientre comenzara a protestar.

No le gustaba el silencio tenso que se estaba produciendo.

Ella no podía estar más de acuerdo.

Se quedó observando el rostro de Malik, detallando sus facciones serenas y tranquilas, junto al borde duro y frío que ultilizaba durante reuniones. Mientras tomaba la fría e inerte mano de su esposo, pedía con todas sus fuerzas que Malik pronto volviera a abrir los ojos.

Que pronto volviera a mirarla con sus profundos e intensos ojos grises, que tanto revolvían sus entrañas. Volver a ver sus dulces sonrisas, ó el sonido de su voz contándole anécdotas a su vientre.

Tantos recuerdos... Qué simplemente resultaba icónico como podían ser destruidos y arrancados.

Suspiró al escuchar los toques en la puerta, señal de que el tiempo de visita había acabado.

Se levantó lentamente de la silla para volver a sentarse en el borde la cama, donde se inclinó hasta estar a pocos centímetros del rostro de Malik.

Depósito un beso en los fríos labios de su esposo, saboreando el momento, justo como lo realiza cada día antes de salir de la habitación.

—Te amamos. —susurró de alejarse y soltar sus manos unidas.

Antes de volverse una sensible y llorona, se dió la vuelta para encaminarse a la puerta. Al abrirla, fijó su mirada en la doctora que sonreía de manera cortés.

—¿Su progreso?. —preguntó Samantha.

La médico se quedó en silencio antes de responder. —Su progreso es lento, debemos tomar en cuenta que sus órganos principales están dañados. No tenemos un día fijo en el que podrá despertar.

Una esposa para Malik #2 |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora