XXVI. ESPEJO.
—¿No te importa que se queden contigo por una horas?. —Camille se dirigió a Samantha con una mirada pasiva e inquietante.
—Para nada. —musito viendo como Ian y Zara empezaban a correr entre juegos y risas—. Me gusta su presencia.
—Esta bien. —suspiro aliviada—. No será por mucho, de verdad. La niñera no está disponible y no me gusta dejarlos con desconocidos.
—Deja de excusarte, Camille. Ellos pueden quedarse conmigo. —repitio las palabras por enésima vez—. Vete tranquila.
—Okey. —Camille exhalo profundamente y se dirigió a sus hijos—. Vengan mis amores. —les llamo, haciendo que ellos detuvieran sus juegos y caminarán hacia su madre—. Se quedarán con tía Sam durante unas horas, por que mamá tiene que volver al trabajo.
—Si, mamá. —ambos niños respondieron al mismo tiempo.
Ella asintió besandolos en sus mejillas. —Los amo mucho. —se levanto y terminó por despedirse de Samantha con besos en las mejillas—. Te veo pronto.
—Si, Camille. —indagó—. Ahora vete, o llegarás tarde a esa cirugía.
Camille mordió su labio inferior y asintió, dándose la vuelta y saliendo del centro de atracciones para niños, donde habían pasado la última hora hasta que a Camille la habían llamado por una cirugía de urgencia.
Se quedó sola en la mesa, viendo cada una de las acciones de los mellizos. En ese lugar no habían muchas personas, tan solo eran dos parejas más con sus hijos correteando por todos lados.
Samantha le hizo señas a uno de los hombres de su seguridad para que mantuviera un ojo sobre Ian, quien había salido rumbo a la zona de las pelotas. Después de pedirle permiso a ella.
—¿Puedes pasarme mi libreta?. —la voz dulce de Zara atrajo su atención, alejándo su atención de Ian, miró fijamente los ojos azules de la pequeña niña, muy similares a los suyos.
—Claro, princesa. —le sonrió en demasía y se dispuso a abrir el bolso donde Camille guardaba cosas de ellos, encontrando una libreta dorada junto a un paquete de bolígrafos. Lo tomó todo y se lo paso a la pequeña—. Toma cariño.
—Gracias, tía. —abrió la libreta con una sonrisa, pero antes de que Samantha pudiera ver algo, la cerro y volteó a verla fijamente—. ¿Quieres ver mis dibujos?.
Samantha asintió con curiosidad. —Seria un placer, princesa.
Conforme con la frase, Zara empezó a abrirlas y desplegar página tras página. Desplegando una cantidad de bocetos, nada de lo que Samantha pensó que le mostraría.
La pequeña volteo mirarla con los ojos muy abiertos. Luego señaló el dibujo en el que se había detenido. —Esta es mamá. —la señaló. Samantha podría diferenciar el cabello castaño de Camille en aquel vestido morado que se desplegaba en toda la página.
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Una esposa para Malik #2 |TERMINADA|
RomancePara Samantha Müller ser la CEO de un imperio rodeado de hombres, no le a traído más que una montaña rusa de luchas y sacrificios, que la han vuelto un ser impenetrable, donde cada segundo de su vida está planificado de manera minuciosa. Una llamada...