Para Samantha Müller ser la CEO de un imperio rodeado de hombres, no le a traído más que una montaña rusa de luchas y sacrificios, que la han vuelto un ser impenetrable, donde cada segundo de su vida está planificado de manera minuciosa.
Una llamada...
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XIII. CENA.
-Es hora. -la voz femenina junto con los golpes insistentes detuvieron su conversación.
-Enseguida bajamos. -Malik elevó su voz para que la persona que estaba detrás de la puerta escuchará con claridad.
-Esta bien. -Emilia empezó a moverse, con el clic de sus tacones resonando por el pasillo.
-¿Sabes si mi familia está aquí?. -Samantha giro de nuevo para ver a Malik.
-Estan en el jardín.
-Deberiamos bajar. No quiero que se pregunten donde estoy.
-Quiero darte algo antes de bajar. -estiro su brazo-. Ven conmigo.
Samantha posó su mano sobre la de él, y de forma instantánea sintió la electricidad que el roce de sus manos desprendía. Malik se aferro a ello y forjó un duro agarre mientras la sacaba de la habitación.
Se detuvo en la habitación continua y les brindo un simple asentamiento a los dos hombres que cuidaban su habitación, uno de ellos empujó la manija y realizó una leve inclinación hacía ambos.
Samantha se quedó al centro de la habitación, bebiendo de la imagen frente a ella y enroscando su manos en el inmaculado vestido.
Malik tomo el estuche postrado a la orilla de su cama, y camino de nuevo hacia Samantha que observaba su espacio, sabía que todo era luminoso e impecable, todo seguido por las órdenes de Emilia, quién se encargaba a detalle de la casa.
-Es para tí. -Malik dejo el estuche en las manos de Samantha.
-¿Qué es?. -de manera curiosa miro a Malik y luego al estuche de terciopelo.
-Abrelo.
Ella siguió su orden, al extenderlo la brillantez del objeto en la luz la golpe durante unos segundos, un gargantilla apareció ante sus ojos, con incrustaciones de zafiros en forma de gota, combinados con diamantes más pequeños que rodeaban a los zafiros.
Samantha mordió su labio inferior. -Es muy hermoso. -suspiro levantando su vista a él, regalando una dulce sonrisa-. Diría que no es necesario, pero sería gastar el tiempo en negar, puesto que no aceptas un rechazo.
-Inteligente. -le respondió con una sonrisa, saco la gargantilla y llevo a Samantha al espejo, por el reflejo ella observo los movimientos de él, hasta que el frio material se coló en su piel, Malik bajo a darle un beso en el cuello, un contacto burlesco que provocó un estremecimiento en la piel de ella-. Son a juego con tus aretes. -le susurro cuando subió desde la baje de su cuello hasta la parte tierna de su oreja.
Dejo posar una mano en la cadera de ella, y con la otra apartó algunos mechones de cabello, complacido de ver los pendientes en ella.
-Todavia tengo tus obsequios. -Samantha cerró el silencio que se había extendido.
