Christine se había ganado una fama en el colegio de Hogwarts la cual no le hacia para nada fácil sus días ahí. Pero siempre contó con el apoyo de sus mejores amigos James, Remus, Peter y Sirius.
El problema empieza cuando los cuatro de ellos empiez...
Al día siguiente Remus y yo no platicamos nada. A decir verdad, toda la semana. El no me dirigió la palabra, ni yo a él. Y estaba más que claro que Jessie a ninguno de los dos. Pero en estos momentos, nos encontrábamos en el expreso, tan solo esperando a que llegáramos a la estación de trenes para pasar la navidad.
Y como yo iba con Sirius, iba asentada a un lado suyo. De alguna manera y para nada planeado, terminamos sentados en cubículos diferentes. Peter, Sirius y yo en uno. Y a Remus y James en otro pero eso no fue del todo casualidad. Si se fueron allá era para que James se sentara con Lily. Y como Remus es su amigo, tan solo le ayudó.
- voy por un bocadillo. - le dije a Sirius. - ¿te traigo algo?
- no gracias, creo que me dormiré un rato. Pero... quizás a Peter si. - voltee a verlo y el estaba de lo más dormido. Creo que estaba triste porque terminaron Dorcas y el. - tráele una rana de chocolate. - me dice mientras me entrega unos diez galeones. - y también te invito lo tuyo.
- no te preocupes, traigo algo de dinero...
- insisto. - el sonríe y terminé por aceptar su dinero ya que no tenía más para poder comprarle algo a Peter.
- Gracias Sirius. - le di un beso en la mejilla y salí del cubículo. Que en cuanto hago eso, Remus sale por igual al mismo tiempo del suyo. Ninguno de los dos dijo nada, tan solo nos miramos apenados y ambos caminamos hacia el carrito de golosinas.
- hola ¿que desean?
- dos ranas de chocolate por favor. - decimos al mismo tiempo.
- okay... entonces serían cuatro. - Ella dice algo confundido y nos las entrega. Yo le entregué los galeones y Remus por igual los suyos. - Gracias chicos.
- ¿dinero de Sirius? - me pregunta y yo asiento.
- ¿dinero de James? - el por igual asiente con la cabeza. - bueno um... provecho.
- lo siento mucho Chris. - el termina por decir y empezamos la plática por fin después de siete días. - llevó todo este tiempo tratando de pensar en que decir o que hacer...
- no tienes de que disculparte, yo soy la que tiene que disculparse...
- no, tú no hiciste nada que no debías. - iba a decir algo pero el me interrumpe. - aparte que lo que dije no es cierto.