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Si lees que sea bajo tu responsabilidad.
Este capítulo incluye una escena muy violenta (tw) con descripción explícita.
Si eres sensible o te incomoda este contenido puedes continuar la historia en el capítulo 1.
******************************************Ojalá no hubieras regresado nunca.
THIAGO
10 de octubre de 2011.
Era de noche; no podía recordar la hora exacta, solo sabía que estaba oscuro y que los automáticos de las persianas saltaron, dejándonos con la luz artificial de la casa. Mi hermano Leo y yo teníamos puesto nuestros pijamas favoritos con cara de radiante felicidad. Los niños somos felices con muy poco. Solo necesitamos cariño y atención de una familia. La mía rozaba la perfección y esa noche lo perdí todo.
El pijama de Leo era azul con la cara del Capitán América en la camiseta y el mío, rojo con Spiderman trepando por un edificio. Nos creíamos superhéroes y, por desgracia, aquel día yo no lo fui.
Bajamos corriendo al salón, empujándonos a ver quién llegaba primero para ver una película que mi madre había alquilado en el videoclub de la esquina de nuestro edificio. Había un delicioso aroma a queso. Mamá estaba sacando unas pizzas que había puesto a hornear hacía un rato. Papá llevaba tres días desaparecido aunque en realidad, no tenía ganas de que llegara. Él se enfadaba por cualquier cosa y siempre terminaba gritando, tirando lo que tuviera en la mano, rompiendo los adornos que se le cruzaban a su paso. A veces empujaba a mamá y en ocasiones la golpeaba y la insultaba hasta que se quedaba dormido. Muchas veces deseé que no volviera y ojalá ese día, no hubiera regresado.
Leo puso la peli y la dejó en pausa hasta que nos juntásemos los tres. Era más que mi hermano, era mi mejor amigo. El compañero de travesuras. El que siempre hacía reír a mamá. Yo siempre fui más serio, más reservado, no me gustaba dar la nota y lo calculaba todo con mucha precisión.
Si íbamos a una atracción de feria, Leo era el primero de la fila; yo, en cambio, medía los riesgos, no me lanzaba a la primera. Él era extrovertido y divertido. Le encantaba contar chistes y, si eran malos, se reía igual y los repetía mil veces hasta que nos riéramos todos. Éramos muy opuestos en formas de ser, quizás por eso nos llevábamos tan bien. Siempre estábamos juntos. Hacíamos trastadas de todo tipo y, aunque él tenía ocho años y yo siete, parecíamos gemelos. Éramos inseparables.
Estábamos sentados esperando a mamá y pensamos en darle un susto para hacerla reír. El salón de casa era gigante, con grandes ventanales de pared a pared en tonalidades grises. Mi madre era diseñadora de interiores y le encantaba tenerlo todo perfecto. Un gran sofá negro pegado a una pared con cojines blancos y, delante, una mesa de cristal sobre una alfombra con mucho pelo en la que nos tumbábamos Leo y yo para ver las pelis. Enfrente una televisión enorme y, a su lado, un armario blanco con rendijas que se podían mover. El sitio perfecto para esconderse y ver cuándo llegaba mamá sin que notara nuestra presencia. Me metí con cuidado de que no me escuchara; el espacio era grande y cabía de pie perfectamente. Bajé las rendijas para que no se viera a simple vista desde afuera. Leo se puso debajo de la mesa del comedor, delante del armario; se escondió entre las ocho sillas y así, desde su perspectiva, me veía bien para cuando le diera el aviso de que llegaba. Escuchamos a mamá cerrar el horno, señal de que en breve vendría con la pizza. En ese momento mi vida se destruyó como un castillo de naipes, lentamente. Lo vi todo como una película de terror, a cámara lenta, sentado en primera fila, sufriendo y quedando marcado en mi recuerdo cada segundo.
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Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).
RomanceSegunda parte de la trilogía MDDA. (Completa). Publicada en físico en Amazon el 15/03/22. Sinopsis. Caminar por el borde de un acantilado no es arriesgado, ¡si no tienes vértigo, claro! Creo que lo verdaderamente peligroso es lanzarte al vacío sin s...