Capítulo 34

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Noche de brujas.

CLOE

Cogí mi bolso a juego con el top, bajé, me despedí de mis padres y fui hasta el ascensor. Mi pelo castaño alisado con la plancha brillaba, lo tenía por la cintura de largo. A veces pensaba en cortármelo y estaba segura de que sería la peor decisión, lo adoraba largo. Nunca lo había tenido muy corto y a veces tenía la duda. Repasé mi suave maquillaje; no me gustaba ir demasiado cargada con mil potingues. Si los usaba me sentiría superincómoda. Me puse un poco de corrector para disimular mis marcadas ojeras, lápiz de ojos negro en la línea de agua y un poco de máscara de pestañas. Se abrieron las puertas y salí del portal. Estaba muy nerviosa.

Miré al principio de la calle y puntualmente apareció el precioso y brillante todoterreno de Erik. Aparcó delante de mi puerta y me monté. Me recibió con una sonrisa cálida.

—Hola, nena —saludó y se acercó para darme un beso. Yo hice como que no me había dado cuenta y me giré para abrocharme el cinturón, disimulando.

COBRA Nº1.

—Hola Erik —dije sentándome correctamente. Sentía su mirada inquisidora.

Era obvio que le había molestado mi gesto.

Se acomodó enfadado en su sitio y fijó su mirada en el frente, apretando la mandíbula y las manos en el volante resaltando sus venas. ¿Era masoquista decir que me ponía mucho de esa forma? A ver, ya no estaba enamorada de él pero reconozco que era muy guapo.

—¿Qué tal estás? —preguntó intentando suavizar la situación.

—Bueno, bien... ¿y tú?

—¿Bueno? —dijo mientras frenaba en el semáforo y clavó sus ojos en mí.

—Sí, bien. ¿Y tú? —insistí con dureza.

Tenía que relajarme. Aún no había comenzado la noche y empezábamos con mal pie.

—¿Por qué "bueno"?

Los coches de atrás le pitaron para avisarle de que había cambiado el color del semáforo. Tenía toda su atención puesta en mí.

—Estoy nerviosa, no quiero hablar del tema, Erik —dije intentando suavizar la situación.

—¿Por qué estás nerviosa? —me miró de nuevo. Esos ojos verdes brillantes me taladraban.

—Por todo, por nada, no sé, no quiero hablar —aparté la vista, no podía con esas esmeraldas indagando en mis gestos.

—¿No quieres ir a la fiesta? —insistió.

«OBVIO QUE NOOOOO», chillaban mis diosas. No quería. Quería acabar con todo e irme corriendo a mi sitio seguro; pero tenía que ser lista y andar con cuidado.

—Da igual Erik, siempre da igual. Vamos a la fiesta, se hace tarde.

Erik me echó una mirada de incomprensión y no dijo nada más. Llegamos a su edificio y aparcó en su plaza del parking. Nos bajamos e intentó acercarse. Me adelanté, haciéndome la tonta de nuevo.

COBRA Nº2.

—Cloe, ¡para! —gruñó en mi espalda.

Mierda.

—Dime —me giré con los brazos cruzados.

—¿Vas sin sujetador? —preguntó sorprendido con mi escote.

Fue una apuesta muy arriesgada si mi objetivo era acabar con todo. Por primera vez me sentía segura de mi cuerpo y no estaba haciendo nada de lo que pudiera arrepentirme. Puso una mano en su cara y se la frotó con estrés.

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora