Capítulo 19

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Merecida soledad.

CLOE


Los cincuenta minutos de clase estuve con sus palabras en bucle en mi cabeza, "no te voy a esperar toda la vida", "sé que te estás engañando", "siempre seré esa historia que no te gustará recordar", "nunca me valoraste", "no vale la pena arriesgarse por ti, Cloe Méndez Vila". Un bucle vicioso que iba cavando poquito a poco mi corazón. Dolía, dolía mucho no poder hacer lo que realmente quería pero no podía permitir que Erik le hiciera nada. Estaba entre la espada y la pared. Le hundiría la vida, me lo dijo claramente. Erik tenía mucho dinero y poder, y aunque Thiago también, Erik jugaba con ventaja por las lesiones de la cara. Era mejor apagar mis sentimientos, hacer lo que Erik quisiera y el tiempo ya pondría las cosas en su sitio. Se acabó la clase y yo iba como en automático; guardé las cosas, cogí la sudadera que me había quitado y caminé hasta la puerta. Una mano me cogió del brazo con delicadeza. Otra vez no, por favor. Me giré para ver de quién se trataba.

—Cloe, no puedo más con esto —la voz de Yezzy me envolvió—, no puedo estar más sin hablar contigo.

Lo único que me salió en ese momento fue abrazarlo. Lo apreté muy fuerte, sentía que no podía estar más sola. Y aunque él no supiera lo de Erik, Yezzy era un gran punto de apoyo para mí.

—Te quiero, nene —dije entre lágrimas.

Estaba destrozada, lo necesitaba como el respirar.

—Yo también, bonita —susurró apoyando su frente sobre la mía.

—Lo que dije el otro día fue horrible, soy mala persona. No sabía qué decir, Yezzy, la impulsividad pudo conmigo —comenté y me aparté de su abrazo con suavidad.

—Sí, a decir verdad, solo dijiste estupideces. Pero no importa, yo también me pasé. Y también sé que esa no eras tú.

—Entonces... ¿me perdonas? —pregunté con miedo.

—Todo bien conmigo, bonita —le abracé muy fuerte recordando con dolor que con el chico de ojos grises nada iba bien.

—¿Qué tal Thiago? —esbocé en un hilo de voz.

—¡Ahhh! ¡No, no, no, no! —alzó las manos a modo de reclamo separándose de mí—. No quiero preguntas del uno para el otro. Si quieres hablar con él sabes perfectamente dónde está, y viceversa. Yo soy amigo de los dos, no me metáis en vuestros líos.

Yezzy era tan especial y único...

—Vale nene, nada de preguntas —musité con tristeza.

—Cloe, me voy, quedé con el pringao a la salida. Hablamos —me dio dos besos y se marchó dejándome intranquila, con ganas de salir corriendo y de unirme a ellos, de no separarme de las dos piezas que completaban mi puzle, de reírme las ocurrencias de Yezzy y sucumbir a las provocaciones de Thiago. Pero el nene se fue y me dejó sumida en mi merecida soledad.

Salí a paso lento por la muleta. Al llegar a la entrada del instituto no los vi. Sabía que don ojos grises no quería ni saber de mi existencia, que me evitaría a toda costa.

Hoy venía mi padre a buscarme. Me subí al coche envuelta en la más absoluta desolación. Andrés y mi padre me recibieron con una sonrisa y estuvimos hablando sobre nuestro día; yo no quería contar nada de Thiago y Yezzy pero mi padre, el psicoanalista, sacó el tema.

—Oye, y ¿qué tal con Yezzy y Thiago? —Bingo ganador. Tengo todos los números—. No has vuelto a hablar de ellos; a Yezzy no le he visto más por casa, y el otro, ¿parece buen chico? —preguntó inocentemente.

«Bueno papi, del que creo que estoy jodidamente enamorada, moreno de ojos azul grisáceo, sonrisa provocadora, tan pedante como encantador y cuerpo de infarto, no quiere ni verme porque cree que le he traicionado después de que me contara su pasado. Está buenísimo y con solo estar delante de mí me pone a mil, me descoloca y tiemblo con solo sentir que me ve o me habla; hasta por mensaje me pone nerviosa. Y el otro, el rubito encantador que podría considerar mi mejor amigo pero, al estar en medio de todo el asunto, no me va a hablar del chico del que estoy enamorada. Con el rubito cautivador y el mejor amigo que puede existir, me reconcilié hoy porque el otro día montamos un pollo de la ostia delante de medio instituto porque no entendía que me fuera con el imbécil de novio pijo que tengo. Yo también me habría gritado: "¡estúpida, qué haces!", pero todo tiene sus motivos. Por otra parte sigo con mi novio tóxico porque no quiero que denuncie y, como consecuencia, meta en un centro de menores por darle una paliza al que me gusta, por defenderme, por cierto. Además mi novio, que se llama Erik, papá, ¿recuerdas? ¿Ese que no te gusta mucho?, pues bien, él me ha advertido que si me acerco a Thiago lo hundirá y así le terminará de joder la vida aún más de lo que la tiene. Porque mi querido desastre, como yo le llamo, el buenorro de ojos grises tiene un pasado de mierda y su padre está en prisión, por matar a su madre y a su hermano. Así de fácil y sencillo».

—Ahh, con ellos todo bien papi, solo que ahora tenemos tantos exámenes hemos decidido centrarnos en lo nuestro. Cuando llegue el verano ya nos volveremos a unir —o eso deseo con mi corazón.

—Ahh, claro, normal. Vuestras calificaciones son muy importantes —dijo sonriendo.

«Ay papi, si tú supieras».

—¿Y tú qué tal, chiquitín? —pregunté girándome para ver a mi hermano pequeño cambiando radicalmente el tema.

—Genial Cloe, hoy en clase la pofe nos dejó jugar al juego que te enseñé el oto día —comentó con una carita de ilusión preciosa.

—Ay ¡qué guay, peque! ¿Y ganaste?

—No, pedo dijo que íbamos a jugar más días —nos reímos los tres.

Qué fácil era mi vida siendo pequeña y qué complicada era ahora.

Fuimos hablando del trabajo de mi padre y los miles de casos de Covid que aún seguíamos teniendo. Su trabajo había bajado un poco porque reforzaron el personal del hospital y tenían un poquito más de tiempo libre para nosotros; pero la pandemia aún no había acabado porque aparecían muchas variantes y, con ellas, los peligros en la población aún se mantenían. Mi familia estaba vacunada casi al completo, solo faltábamos Andrés y yo. Me habían citado en tres de días y al peque aún no concretaban cuándo lo vacunarían. 

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora