Capítulo 38

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La ingenuidad es mi talento y la lealtad mi bandera.

CLOE


Joder, joder, joder... El desgraciado me había estado engañando, me sentía superidiota y usada, me había tomado por tonta, me hervía la sangre. Lo había hecho por intentar que no me acercara a Thiago. Mi enfado era indescriptible, todo lo que le había dicho a Thiago, le había apartado de mí de la peor forma y ahora me entero que las razones eran mentira. Todo era mentira, me sentía como una imbécil. Me levanté de la cama cual resorte.

—Oye, ¿está todo bien? —preguntó con preocupación—. No tienes buena cara.

—No, no estoy bien ni creo que pueda estarlo. Me han mentido, me han engañado de una manera que no te haces una idea y me he tenido que apartar de las personas que más quiero de una forma horrible ¡por una mentira!

Las lágrimas se acumularon de la impotencia en mis ojos, tenía una sensación terrible en el pecho. Esperaba cualquier cosa menos eso. No me imaginé que Erik pudiera ser tan cruel, solo para evitar que no me alejara de él. ¿Tenerme amenazada?

—Ey, calma. Tranquila —dijo Christian y me abrazó con cariño; olía a una mezcla de alcohol con menta. Me separé como si me quemara.

—No me puedo calmar, porque no me esperaba que Erik me mintiera, aunque las cosas entre nosotros no estuvieran bien —solté exasperada.

—A veces, por más que sientas que conoces a alguien, cuando menos te lo esperas, te decepciona de la peor manera mostrando la realidad que siempre trató de ocultar.

Sus palabras se clavaron como cuchillos en mi corazón. Nunca llegas a conocer al completo a la persona que tienes al lado, y un día te lo muestra de golpe. O simplemente abres los ojos ante su realidad. Estaba cansada de que todo el mundo me viera como un cristalito que se va a romper, no me gustaba que me vieran llorar, mostrar mis sentimientos, pero no podía evitarlo.

—Gracias por todo Chris, me tengo que ir —dije secándome las lágrimas y yendo hacia la puerta.

—Ha sido un placer conocerte, a ver si un día nos volvemos a encontrar.

—Claro, algún día...

Esto se acabó. Me detuve antes de salir y me giré para buscar en un cajón un papel y un boli. Escribí una nota para cuando se despertara de su retiro espirituoso.

Bajé las escaleras con rapidez y en cuanto llegué al salón me entró el agobio porque hacía mucho calor, la gente estaba borracha y gritaba mucho. En condiciones normales no me disgustaría y me lo pasaría guay pero en este momento no era así. Intenté atravesar el sitio, por cuarta vez.

—Bueno, y ahora voy a poner una canción un poco tristona, se llama 3 AM de Sixto Rein, Kobi Cantillo y Razzer Bucarelli. ¡Disfrutadla! —gritó el dj.

No sabía qué canción era. Estaba triste, con una tremenda desolación. Algo me empujó para que me quedara a escucharla.


«No puedo olvidarte, date cuenta que me estás jodiendo con tu ausencia. Me duele desde que no estás. Y yo, no sé qué intentas. No, no sé qué intentas, dime qué piensas. Cuando tú a mí no me contestas. Sigo esperando una respuesta. Pero tú ni sumas ni restas. Se multiplican las noches de insomnio. Y nos dividen los demonios. Nos llevaron del amor al odio. Que me lleven para el manicomio. Porque no soporto esperarte. Sabiendo que alguien puede besarte. Mami, solo quiero buscarte y comerte así como antes».


Hubiera sido mejor haberme ido, esa canción nos definía casi al detalle a Thiago y a mí. Se clavó profundamente en mi ser. Ya tenía canción preferida para recordar al chico del que estaba jodidamente enamorada y al que había perdido por una mentira. ¿Sabes lo difícil que es gustarle al chico que te desequilibra y explota tu corazón? Eso pasa una vez en la vida y yo le había dejado ir.

—¡Hola Cloe! ¿Qué tal estás? Echo de menos hablar contigo, jo... —Lola se tiró a mis brazos poniendo pucheros. Olía a una mezcla de alcohol, tabaco y marihuana asquerosa.

—Lola, yo ya me voy —dije e intenté apartarme de ella.

—Yo no sé cómo me iré a casa, a lo mejor no vuelvo —me miró y se echó a reír de manera escandalosa. No sé qué había tomado pero en este planeta, no estaba.

Después de sopesar durante unos segundos todas las opciones que tenía esta chica de volver a su casa con vida, decidí llevarla conmigo. Dicen que al enemigo ni agua pero dejarla allí, en esas condiciones, era inhumano y, para su ventaja, en mi maravillosa infancia me inculcaron unos principios que, aunque muchos consideran que eran de idiotas, para mí eran ley de vida. No la abandonaría.

—Te llevo yo —aseguré.

—Pero yo me quiero quedar, ven, vamos a quedarnos y a pasarlo guay, de verdad, te echo de menos —se acercó y me abrazó de nuevo.

—Lola, demasiado contacto físico —le advertí alzando las manos y se apartó bruscamente ante mi rechazo. Me observó con la mirada perdida.

—Jo, ¡cuánto has cambiado! Eres una versión mucho mejor de la Cloe que conocí.

—Hombre, después de que tantas personas queráis verme la cara de gilipollas, algo tendré que aprender, ¿no? —repliqué con molestia, recordando todas las personas que me han ignorado, burlado y traicionado.

Ella reflejó en su cara cuánto le dolía mi comentario.

—Vamos, anda.

La cogí del brazo y empezamos a caminar hacia la puerta. Terminó bajándose de sus tacones. Llamé a un Uber que no tardó mucho en llegar. Nos subimos y durante el trayecto analicé todo lo que había ocurrido, una vez más. Lola apoyó su cabeza en mi hombro y cogió mi mano. Un triste «gracias» salió de sus labios y empezó a tararear la canción que había sonado antes en casa de Erik.

Me vinieron a la mente flashes de mis momentos con el niño que movía mi mundo. Me acordé del libro de poesía, el libro que me dedicó y regaló el día de la obra, ese que había marcado con cientos de post-it hablándome entre líneas. Un día, mientras ensayábamos la obra de teatro me dijo: «Si alguna canción te recuerda a mí, envíamela».

Y después de pensarlo durante unos segundos, lo hice: le envié la canción.

Y después de pensarlo durante unos segundos, lo hice: le envié la canción

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¡¡¡¡Buenas, amores!!!!

La estirada está madurando y esto solo empieza. 

Lo más complicado en este mundo es aprender a valorarnos y creo que poco a poco Cloe, lo está consiguiendo.

¿Cuál será el siguiente paso?

Os leo. Besitos



Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora