Capítulo 59

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Sorpresa inesperada.

CLOE

En cuanto acabó la maravillosa cena decidí ir a por la mochila para preguntarle a Yezzy en qué habitación iba a dormir.

—Cielo, una pregunta —solté acercándome a él.

Él se giró y al verme con la mochila se echó a reír.

—¡Ay, reina! ¿Ya os vais? —preguntó— cuéntame qué dudas tienes, deja que todo surja, no te andes preocupando por todo, que te conozco.

En ese momento alguien decidió abrazarme por los hombros y Yezzy se puso más serio. Miró a quien tenía abrazado que, por el olor, por los brazos, por la confianza y por el tatuaje, supe quién era.

—Cloe, ¿hablamos un minuto? —preguntó Thiago.

Me giré y me crucé de brazos, algo no me olía bien.

—Desembucha, vaquero.

—Será desenfunda —me miró pícaramente.

—Eso también, cuando quieras —le guiñé un ojo.

En este tiempo nuestra confianza había aumentado notablemente. Soltábamos bastada tras bastada sin miedo alguno. ¡Me encantaba!

—¡Pero qué cosas me propones, pequeña! —ladeó su sonrisa con picardía—. Ahora en serio, tenemos que hablar —se puso serio.

—Miedo me das tal y más como lo pones —estaba empezando a ponerme nerviosa con tanto dramatismo— dime.

—Te tengo una sorpresa. Y Yezzy me ayudó. En realidad no nos vamos a quedar en su casa; te vienes conmigo, si quieres, claro.

Me había descolocado un poco su comentario. ¿Qué sería? Me ponía en la mejor o en la peor situación. ¡Ay madre mía!

—¡Claro que quiero! —solté inmediatamente.

—¿Así que tengo casa libre con Manu? Oleeeeeee —dijo Yezzy asomándose por la puerta de la cocina y haciendo un bailecito de la victoria.

Al verlo pensé en un problema que tenía. ¡Joder, joder! Miré a Thiago y le dije.

—¿Nos das un minuto? —el asintió y cogí del brazo a mi mejor amigo, arrastrándole al otro lado del salón mientras él iba cantando en bajito "Hoy es Noche de Sexo".

—Tú eres idiota ¿o qué? —pregunté un poco molesta.

—¿Qué pasa? —abrió sus ojos azules con su característica sonrisa de oreja a oreja.

—¡Cómo no me has avisado de que no dormiría contigo! —grité en bajito para que solo me oyera él— ¡ME TRAJE UN PIJAMA DE OSITOS AMOROSOS!

Yezzy intentó aguantar la risa pero no pudo porque ni siquiera yo conseguí mantenerme seria.

—¡Habría traído uno un poco mejor! ¡Cómo me voy a poner un pijama de ositos que tengo desde hace tiempo? ¡Te mato! ¡Menos mal que conjunté la ropa interior!

—Tú eres una obsesa del carajo, ¿es en serio? —preguntó con los ojos llenos de lágrimas por las carcajadas que resonaban en toda la casa.

—Puede que sea un poco obsesa, sí. ¡A ti es que todo te da igual! —me quejé cruzando los brazos.

—El otro día Manu llevaba puesto un calzoncillo con unas guindillas porque, supuestamente, era muy picante. ¿Y tú te quejas de un pijama que no vas a usar? Porque ten claro que no lo usarás —se reía mucho de mi pequeña obsesión por tenerlo todo estrictamente calculado—. Chica, ¡¿qué quieres que te diga?! Yo no le veo problema a que lo uses y si no, quítale una camiseta y ya está. Te enrollas por tonterías. Es más, tiene pinta de ser de los que se lo pondría de coña. 

Lo pensé durante medio segundo y no pude aguantar la risa al imaginarlo con unos pantalones fucsias cortos y una camiseta blanca con los ositos amorosos... Me hacía mucha gracia porque a mí me quedaban ajustados pero a él le quedarían como un tanga...

Dimos por terminada nuestra divertida y tormentosa conversación y volvimos al salón. Se me pusieron las mejillas coloradas, ¿qué tenía planeado?

Como esto no estaba en los planes establecidos, decidí escribirle a mi madre. No me quería esconder ni hacer cualquier tontería sin que ella lo supiera. Tenían suficientes problemas con el trabajo para que encima descubrieran que les estaba mintiendo y perder así su confianza.


Mamá, no me voy a quedar en casa de Yezzy. Sé que posiblemente te enfades pero es que Thiago me pidió ir a otro sitio.


Mis manos temblaban de nervios pensando en que no me dejaría. Ella hoy libraba y seguro que vería rápido el teléfono. En ese momento se puso en línea y para mi sorpresa, escribió.


Si estás con Yezzy y Thiago no tengo problemas. Cuídate.


Pero... es que me voy sola con Thiago.


Bueno, hija, confío en ti. Haz las cosas bien como siempre te digo.


¿Tú se lo dices a papá?


Ya se lo dije, quédate tranquila. Confiamos en ti.


Mi cara no daba crédito a sus palabras y me sentía feliz de que mis padres confiaran de esa manera en mí. Se imaginaban a dónde iba, no eran tontos, y su respuesta alivió esa parte que me angustiaba.

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora