Capítulo 71

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Andorra.

CLOE

Llegó abril y finalizamos el segundo trimestre. Disminuyeron notablemente los contagios, porque el Gobierno volvió a exigir el uso obligatorio de las mascarillas y limitaron los aforos; íbamos camino a la tercera dosis, esos refuerzos que se harían permanentes según mis padres. La situación, aunque estaba más controlada, no era para cantar victoria porque se- guía muriendo gente. Así era esta desgraciada pandemia, un sube y baja de infinitas olas.

En Semana Santa decidimos organizar un viaje juntos a Andorra. En el viaje íbamos Manu, quien insistía que no podía por no tener pasta pero mi querido y mejor amigo Yezzy dijo que sí, cubriendo los gastos de su chico, Alicia, Enzo, Thiago y yo. El combo completo.

Serían cinco días disfrutando como críos. Era mi primer viaje sin mi familia y estaba superemocionada. Mis padres accedieron porque tenían plena confianza en Yezzy y con Thiago sentían que era un chico especial, sabían que salíamos y había ido a casa en varias ocasiones. Me veían feliz y eso era lo único que querían para mí.

Las clases comenzaban el dieciocho y ya teníamos fechas de exámenes marcadas. Juro que yo solo quería acabar el Bachillerato.

Decidimos ir en dos coches. En el de Thiago había dos plazas, iríamos él y yo y en el de Enzo las dos parejitas.

En el viaje de ida, a pesar de que era larguísimo, Thiago y yo estuvimos hablando de mil cosas, cantamos, cotilleamos de cosas del instituto —aunque no lo creáis el ojos grises era un cotilla de primera—, le hablé de libros y aunque no se los leería, se interesaba en escucharme y en comentar la trama; nos contamos nuestros grandes sueños, pusimos canciones, lloramos recordando episodios de la infancia de Thiago y mi época de invisibilidad en el instituto.

—Y esa amiga tuya, bueno, la supuesta amiga, ¿Lola me dijiste que se llamaba?

—Sí. Me mandó un mensaje después de la fiesta de Erik y no supe más de ella.

—¿Y la extrañas?

—A veces sí. Tuvimos una amistad bonita cuando éramos niñas, ella me protegía mucho y en ocasiones me defendía pero, no sé, cambió. Supongo que yo también cambié. Ella se fijó en Erik justo cuando le dije que me había seguido y se le lanzó. Yo era muy ingenua. Creí en ella y... bueno, lo demás ya te lo he contado.

—No fuiste ingenua, eras su amiga y ella... pues bueno, no tanto.

—¿Sabes que te vio un día que me fuiste a buscar? —me miró extrañado—. Me lo escribió en el mensaje. Me dijo algo así como "ojalá te vaya bien con ese chico de ojos grises, él sí parece enamorado de ti", —sonreí y pensé— ¡pero ni de coña te la presento!

—¿Por? —esbozó su clásica sonrisa arrebatadora.

—Porque se te tira al cuello, ¡fijo! —soltó una carcajada—. Visto lo feo que eres no me extrañaría. —Me crucé de brazos y fruncí el ceño falsamente.

—Me lo dicen todas. —le divertía picarme.

—¿Serás creído?

—Si tú no me quieres me tendré que querer yo —puse un puchero inmenso demostrándole que eso dolía.

Me acercó con su brazo y me apoyé en su hombro mirando la infinita carretera. Apoyé mi mano en su pierna y le dije:

—Yo no te quiero, yo te adoro.

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora