Capítulo 69

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Desgraciada realidad que seguimos viviendo.

YEZZY

Abrí la puerta de la cafetería y al entrar vi a mi amiga metida de lleno en el teléfono, con los cascos puestos y un café en su mesa. Me acerqué lentamente y le puse las manos en los hombros. Ella se sobresaltó derramando parte del café en la mesa, no me esperaba y me hizo gracia su cara.

—Amiga, tranquila no voy a asesinarte —me senté delante de ella mientras normalizaba su respiración.

Ahí me fijé en sus ojeras ligeramente marcadas.

—Hay alguien a quien el cumpleañero, por lo visto, entre- tuvo bastante anoche... —dejé caer la conversación.

Cloe aún no me había contado nada acerca de sus maravillosas relaciones con Thiago; me había dicho que prefería hablarlo distendido con un café. Toda esa semana estuvo bas- tante ocupada con él y no habíamos podido quedar. Estaba rojísima, sé que aunque ella se las diera de que era una salida sin problemas para hablar de estos temas, igualmente tenía mucha vergüenza.

—Quiero oírlo todo.

—Yezzy, me pones de los nervios y no he empezado. —Solo dime del uno al diez.

—Mil. —Su cara me encantaba, estaba tan roja y avergonzada que daba ternura.

—Joer, lo sabía, tía. ¡Si es que yo lo vi el primer día, coño! —¿Viste qué?

—Que te daría hasta dejarte sin respiración.

—¡Yezzy! —tapó su cara con las manos y su risa contagiosa me alegró. Se le veía feliz y era lo que deseaba para ella. —Venga ya, Cloe, esto es natural, ¡pareces una vieja con tanto tabú!

—Una cosa es tener tabú y otra muy distinta es que seas tan explícito. ¿No crees?

—La pregunta es ¿te dejó sin respiración?

—Pues sí —mi amiga y un tomate eran iguales.

—¿Ves? ¡ya está! ¿Qué más?

—Bueno, antes de seguir dando detalles de todas mis escenitas supongo que querrás saludar a tu novio que entra por la puerta ahora mismo... —dijo mientras levantaba una mano a modo de saludo.

Me abrazó por detrás y me besó.

—Hola guapo ¿qué tal?, ¿qué te sirvo? —preguntó al ver que aún no había pedido nada—. Hola, Cloe, bonita.

Estaba apoyado en el respaldo de mi silla y me giré para mirarlo. Venía guapísimo, con unos vaqueros ajustados mar-cando paquete y una camiseta negra.

—Aún no estás trabajando, ya se lo pediré a tu compañera, tranquilo.

—¿He oído un manchado? ¡Perfecto!, me cambio y te lo sirvo —cuando iba a replicar besó fugazmente mis labios y se fue.

Me disponía a hablar con mi amiga cuando me abrazaron de nuevo por la espalda y eso me incomodó. Me taparon los ojos y susurraron:

—¡Adivina quién soy! —la voz dulce de Alicia me sorprendió.

—¡Hola "viajerita"! —ella bufó ante mi apodo.

Me encantaba vacilarla, cosa que a ella no tanto.

—¿Vas a seguir con eso? —se quejó mientras se sentaba en la tercera silla.

—Sí, y lo sabes. Bueno como llevamos tanto tiempo sin contar cotilleos ha llegado el momento. ¡Quiero saber absolutamente todo! —Cloe miraba su café roja como un tomate. Alicia y yo la observábamos— Cloe, ¿quieres ser la primera?

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora