Capítulo 68

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Hazel eyes.

THIAGO

Me desperté abrazado a la cintura de Cloe, ella jugueteaba con mi pelo. Sentí su respiración relajada. Levanté la vista y me encontré con sus ojitos adormilados y ligeramente hinchados, la claridad reflejaba en su rostro y sus ojos se veían verde claro y en el centro contrastaba el color avellana, eran muy llamativos y diferentes. Su pelo revuelto y una sonrisa que intentaba evitar mordiendo su labio inferior. Acababa de despertarse y estaba preciosa, tenía puesta mi camiseta levantada hasta debajo de sus pechos porque yo abrazaba su abdomen desnudo y lo besé, con nuestras miradas conectadas.

—Buenos días —su voz somnolienta era dulce.

—Buenos días, preciosa —mordí suavemente su piel al descubierto.

Ella se incorporó atrapando mis labios pero me aparté y me puse sobre ella.

—Pesas mucho Thiaguiño —mis brazos estaban a lo largo de su cuerpo y volví a apoyar mi cabeza en su abdomen.

—Como que me apetece desayunar —fui dejando un camino de besos por su cuerpo hasta llegar a su boca nuevamente—. Ah, ¿sí? ¿Quieres que llame para que nos lo traigan? —me vacilaba.

—No gracias, ya tengo aquí todo lo que quiero.

Nos besamos hasta que empezó a sonar su teléfono y ella se estiró para cogerlo. Yo apoyé la cabeza con pereza en su pecho, ¿quién estaba estropeando este momento?

—Holaaa —dijo Cloe con una sonrisa en la cara.

Yo arrugué la mía. ¡Nos cortaban el rollo y no me gustaba!

—Entonces quedamos a las doce donde siempre. Vale, nene —concretaba mientras me sonreía jugando con mi pelo revuelto.

—¿Yezzy? —pregunté en un susurro y ella asintió con la cabeza— ¿puedes pasármelo?

Ella frunció el rostro ante mi pregunta.

—Yezzy, alguien quiere hablar contigo pero no te pases. Hasta ahora amor, te quiero.

Me cedió el teléfono.

—Mira, si vuelves a cortarme el rollo como acabas de hacer voy ir a tu casa y te hago tragar el móvil —dije con una sonrisa y Cloe me dio un golpe en el hombro.

—Buenos días a ti también, amargado. Tu preciosa novia viene conmigo a las doce, que la tienes secuestrada así que calla y disfruta el momento —me riñó.

—Yo no la tengo secuestrada, más bien es ella quien anoche me secuestró a mí, es mi cumple, ¡déjame! —repliqué.

—Tu cumpleaños se acabó ayer a las doce de la noche, disfrutad y dile a tu novia que sea puntual —comentó ignorándome.

Yezzy... —respondí y sonó cómo cortaba la llamada— ¡me ha cortado!

Miré el móvil para comprobarlo, me sorprendió. Cloe empezó a reírse por mi cara de asombro.

—Pero tú, ¿de qué te ríes? —su risa era muy contagiosa.

Cogió el móvil y se estiró para ponerlo en la mesa lateral de la cama.

—Vale, pues son las nueve, de verdad tengo que pedir el desayuno —se inclinó para coger el teléfono.

Lo atrapó y llamó, yo me subí hasta quedar frente a su cara. La besé hasta que ella me puso una mano en el pecho apartándome e intentando hablar con la recepcionista al otro lado de la línea pero me incliné y mordisqueé su cuello suavemente y empezó una risa nerviosa.

—Thiago, ¡para!, —decía mientras pedía; me fui bajando hasta llegar a su ombligo y comencé a subir su camiseta—. ¡Sí, perfecto! Zumo de naranja y el café, uno con sacarina y otro con azúcar. —Abría los ojos intentando pararme pero yo seguía haciendo oídos sordos, queriendo tocarla una y otra vez. Subí mis manos hasta sus pechos y me metí dentro de la camiseta. —¡Sí, perfecto, muchas gracias! —Colgó la llamada y, en lugar de echarme la bronca, se sacó la camiseta iniciando un acercamiento demasiado provocador.

—¿Por qué te escondes? —preguntó juguetona.

—No me escondo, solo estoy explorando —sonreí con inocencia.

Exploramos cada rincón de nuestros cuerpos llenándonos de placer una y otra vez. Ella era mi mejor regalo, ese que llega a tu vida y deseas que sea para siempre.

Tocaron a la puerta y ella salió corriendo de la cama, se puso unos pantalones muy cortos de pijama y la camiseta que le quedaba a medio muslo; se arregló el pelo rápidamente con un moño mal hecho que le quedaba jodidamente bien, cogió una mascarilla y abrió. Me acomodé sentándome en la cama. Eran casi las diez. Entró el trabajador del servicio de habitaciones muy bien vestido, dejó un carrito grande y salió.

Cloe salió a la terracita y se sentó mirando al mar. Saqué el carrito.

—Buenos días, servicio de habitaciones —ella se giró, sonrió y volvió a mirar el mar mientras me acercaba a su lado—. Gracias por todo, fea.

—El servicio de habitaciones es raro. ¿Sin camiseta y diciéndome fea? —se giró apoyando sus brazos en la barandilla. —Es que esta es la versión premium —guiñé un ojo—. Vamos a comer. Creo que has pedido como para un ejército —comenté al ver el desayuno.

—Calla y come, que está muy bueno —dijo mientras agarraba una tortita.

—Ya lo sé pero gracias por repetírmelo.

El sol, mi camiseta, el moño... decidí sacarle una foto despistada. Cloe era preciosa pero verla así me volvía loco.

—Thiago, tengo una pregunta...

—Dime.

—No sé si te va a molestar o a incomodar pero no hace falta que contestes si no quieres —me estaba poniendo nervioso con tantas vueltas—. ¿Solo tienes un apellido?

—¡Ahh. Pensé que era otra cosa!, sí. Tengo un solo apellido. Cuando era pequeño mis abuelos me quitaron el primero por protección. Soy solo García, porque era el apellido de mi madre. Antes era Thiago López García pero, ¡qué bien que mi abuelo hizo que me lo quitaran!

Ella asintió; era normal que se generaran dudas de este estilo y, a decir verdad, me gustaba que se interesara y que lo preguntara.

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora