No podrás controlar de quién te enamoras, simplemente, sucede.
CLOE
Sentía miedo, miedo por lo que le pudiera hacer a Thiago. Como le prometí a su abuelo y a él en su casa, haría cualquier cosa por ayudarlo, y decidí hacerle caso a Erik. Me tendría que alejar de Thiago el tiempo que fuera necesario para que no lo denunciara. Llegamos al acuerdo de que Yezzy era intocable. Sabía que no podía negar mis sentimientos hacia el pringado pero, si quieres a alguien de verdad, a veces tienes que dejarle ir. Por más que duela esa herida terminará sanando. Él tenía que olvidarme y yo a él. Buscaría la manera de protegerlo y más ahora, que conocía su lamentable pasado.
Abrí la puerta de casa y Zeus, con desespero, me recibió. Ladraba de emoción con mi llegada y, como si intuyera mi estado de ánimo, tras hacerle el cariño me acompañó en silencio. Subí con dificultad a mi habitación y me tiré boca arriba en la cama dejando caer la muleta al lado. Miré el techo en el que había esas pequeñas estrellitas que brillaban en la oscuridad y pensé; pensé en todo lo que había ocurrido en las últimas horas, pensé en Erik y en los momentos en los que creí que éramos el uno para el otro; pensé en Yezzy y en lo afortunada que era al haberlo conocido; pensé en todo lo que me vendría. Pensé en que tenía que evitar a Thiago. Evitar esos brillantes ojos grisáceos que me encantaban y que se intensificaban con sus sentimientos. Cuando se enfadaba o lloraba se resaltaba la tonalidad gris y cuando estaba feliz tenían ese brillo azulado que me fascinaba. No podía negarlo, desde que llegó a mi vida fue la tormenta perfecta. Tiró todos mis ideales al suelo y me lo descolocó todo. El amor es caótico y hermoso a la vez. No podrás controlar de quién te enamoras... simplemente sucede.
Cogí un pijama y me fui al baño dándole vueltas a todo. Me metí en la ducha con cuidado y dejé volar mis pensamientos. El agua caliente iba relajando mis músculos poco a poco. Era muy incómodo ducharme con la escayola y el cabestrillo en el brazo; me puse una bolsa para que no se humedecieran. Yo era experta en esa materia. Llevaba varias escayolas a lo largo de mi vida y por el intenso trabajo de mis padres, desde muy pequeña siempre tuve que apañármelas sola. Quizás por necesidad o ellos así me enseñaron, siempre he sido muy resolutiva e ingeniosa.
Las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos y lloré una vez más. Era la única forma de calmar mi dolor. Al salir de la ducha, me quité la bolsa que cubría la pierna y a continuación la del brazo. Me sequé y me vestí con dificultad. Me puse el pijama. La camiseta era de color verde clarito de tirantes y mis pantalones, lila. Me encantaban los pijamas de tonalidades pasteles. Me hacían sentir pequeña y feliz. Había tenido una vida plena, envidiable para muchos. Mis padres me querían y me animaban cada día. Andrés era la alegría de la casa. Por segundos pensé en el horror vivido por Thiago y creo que nunca sería capaz de asimilar su monstruosa vida y cómo el pobre perdió todos sus sueños.
Encendí una vela aromática y me tumbé en la cama. Pasaron los minutos escuchando música y leyendo para relajarme e intentar escapar de mi realidad, aunque era imposible centrarme; solo pasaba las páginas sin centrar la atención. Leía "Furia" de la saga Crave. Así estaba yo, hecha una furia por los últimos acontecimientos. Ni el mismísimo Hudson Vega me evadía de mi realidad ¡Y eso era bien difícil!
Sonaron las llaves en la puerta de casa y oí las voces de mis padres y de mi dulce hermano. Me levanté para saludarles, cogí la muleta y comencé a bajar las escaleras con Zeus acompañando mis pasos.
—Cloeeeeeeee —gritó Andrés corriendo hacia mí.
—Hola peque, ¿qué tal? — Le abracé con fuerza sintiendo esa alegría que siempre transmitía.
—Bien, ¿y tú? Estaba asustado porte mami me dijo que fuiste al hospital. ¿Te duele? —preguntó señalando mi escayola.
—Estoy bien no te preocupes —subo la vista y mi madre me lanza una mirada de reproche ante mi comentario— ¿No doblabas turno? —Traté de disimular para evitar la conversación que se avecinaba.
—Pude librar, hija. Estoy exhausta.
—Pupas, ¿te has tomado los antiinflamatorios? —preguntó mi padre con una sonrisa interrogante.
Se acerca una larga charla con mis padres en tres...
—Sí, ya me los tomé, tranquilo —comenté devolviéndole la sonrisa.
Dos...
—Cloe, ¿jugamos? —dijo Andrés entrelazando los dedos a modo súplica, mirándome con esos preciosos ojitos color café.
Uno...
—No cariño, jugáis luego que tenemos que hablar con tu hermana —aclaró con suavidad mi madre.
Os lo dije. Cuando hablé con mis padres en el hospital sabía que no había terminado de colar la excusa que les di, de que me tropecé torpemente. Me hicieron un larguísimo interrogatorio en el que me repitieron un montón de veces que tuviera cuidado, que era mi primer novio y que les daba una mala impresión mi actitud; que estaba rara, que podía hablar con ellos de todo. Al final terminaron creyéndose lo que una vez más les conté, o eso pensé, cuando les insistí que había tropezado cuando Erik me estaba felicitando, porque soy muy patosa con los tacones, y que Thiago había malentendido la situación. Obvié contarles el trastorno de Erik y el terrible pasado de Thiago, aunque juro que me hubiera gustado pedirles opinión y que me hubieran ayudado a resolver mis problemas. Pero no podía decirles la verdad, no podía contarles que Erik me había puesto entre la espada y la pared con Thiago. Era algo con lo que tenía que lidiar yo solita. Ya tenían suficiente con sus turnos interminables en el hospital para que, encima, se mortificaran con mis tonterías.
Subí las escaleras y fui a la habitación de Andrés; él ya estaba dormido, o eso parecía. Me senté a su lado y vi su carita durmiendo tan en paz... deseé tener su edad para no sentir el dolor que tenía en ese momento. Le aparté un mechón de pelo de su cara y mis lágrimas luchaban por no salir, pero perdí esa batalla una vez más. Era una llorona, sí, y últimamente era exagerado.
Le di un beso en la frente, me levanté. Cuando estaba saliendo escuché un murmullo y me giré.
—Te tiedo Cloe, no tiedo que llodes —dijo el pequeño en un tono de voz suave, frotándose los ojos.
—Yo también te quiero, Andrés.
Pensé en Thiago y en que ojalá no hubiera sufrido esa tragedia. Veo a mi hermano y por segundos me pongo en sus zapatos y pienso lo que debe de sentir. Perdió a su madre y a su hermano. Su desgraciado padre le arrebató la felicidad que todos nos merecemos. Salí de la habitación de Andrés y entré en la mía pensando que hasta el pequeño de la casa se daba cuenta de mis estados de ánimo. Me senté en la cama y cogí el móvil para revisar las notificaciones. Me inquieté al ver el mensaje de Thiago.
Hola Cloe, ¿qué tal fue todo con Erik? Espero que te sientas mejor del brazo y la pierna. Puedes llamarme cuando quieras hablar. Estaré esperándote todo el tiempo que necesites.
«Estaré esperándote todo el tiempo que necesites». Sabía que no lo decía solo por que le llamara y dolía pensar a lo que se refería pero recordé las palabras de Erik. Tenía que cortar todo tipo de relación con Thiago aunque sabía que sería casi imposible apartarlo de mi vida fácilmente. Salí de la conversación para revisar el resto.
YEZZY
Hola preciosa, ¿qué tal con Erik? ¿Todo bien? Llámame cuando quieras, sé que ahora mismo estás muy confundida pero, cuando todo esto pase, lo recordaremos con una sonrisa. Te quiero, no lo olvides. Estoy aquí para lo que necesites.
Yezzy, siempre era tan especial, pero ahora... Estaba demasiado atormentada para otro interrogatorio. Le contesté brevemente que todo había ido bien y que ya hablaríamos al día siguiente.
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Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).
RomanceSegunda parte de la trilogía MDDA. (Completa). Publicada en físico en Amazon el 15/03/22. Sinopsis. Caminar por el borde de un acantilado no es arriesgado, ¡si no tienes vértigo, claro! Creo que lo verdaderamente peligroso es lanzarte al vacío sin s...