Capítulo 33

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Mensajes entre líneas.

CLOE

Me levanté relativamente temprano. Mis ojeras eran muy oscuras, tanto pensar me dejaba agotada. Me cepillé los dientes y me eché agua en la cara para terminar de espabilarme. Era la gran fiesta de Erik, a la que tenía tantas ganas de ir como de hacer una maratón pero... así es la vida... No tenía sueño, estaba muy nerviosa. Tenía que estar lista a las siete de la tarde porque a esa hora me recogía. Eran las nueve y media de la mañana. Arreglé mi habitación con los cascos puestos porque todos dormían. No es que fuera muy organizada por naturaleza, y por ello me llevó un par de horas ordenar al completo la habitación. Cuando terminé cogí todas las hojas que tenía en mi archivador de este año y las coloqué separadas por materias en el cajón. En tres meses empezaba segundo de Bachillerato y estar organizada era muy importante. La EvAU determinaría mi vida y si quería entrar a la carrera elegida, tenía que esforzarme mucho. Eran notas muy altas y debía hacerlo casi perfecto, como Thiago. Su nota media fue de diez. Si lo hacía igual en segundo, sería matrícula de honor. Era muy inteligente. Como siempre, mi perfecto desastre volvía a mi mente; no podía dejar de pensar en él.

Si su madre y su hermano vivieran, estarían muy orgullosos de él. Era un chico maravilloso y ejemplar.

En mis cascos sonaba "Easy on me", de Adele. Era su nueva canción y me encantaba. Mucha gente decía que Adele hacía música para divorciadas. "Una locura ,¡vaya!" Ella era una diosa del romance, con letras acertadísimas que encajaban con cualquier pareja de enamorados. Estaba modo tristona, ¿cuándo llegaría el momento de dejar de pensar en todo y simplemente disfrutar sin preocupaciones? La espera se hacía eterna. Cerré el cajón de los estudios, me quité los cascos y los puse en mi escritorio. Bajaría a desayunar porque me rugían las tripas.

—Buenos días, guapa —habló mi madre agarrándome de los hombros.

Pegué un grito del susto que me dio. No me la esperaba y sentí que se me bajaba la tensión mientras ella se reía a carcajadas. Asustarme era demasiado fácil y más, hoy.

—Joder, mamá, ¡qué susto me has dado! ¡No te había oído! exclamé recomponiendo mis emociones.

Pensaréis que soy una exagerada pero, no lo soy. Bueno, solo un poquito.

—Cloe, ¿tienes fiebre? ¿Qué haces despierta a estas horas, si ya estás de vacaciones? ¿Has ordenado la cuadra? —preguntó con los ojos como platos.

Sí, mi madre se refería a mi habitación como la cuadra. Imaginaos mi orden...

—Estoy perfectamente, gracias por preocuparte. ¿Desayunamos? —corté al instante. De verdad tenía hambre y quería salir airosa al bombardeo de preguntas que empezarían en tres...

Dos... Uno...

—Cloe, ¿todo bien? —sabía que no me libraría tan fácilmente—. Te noto rara. ¿Es por la fiesta de hoy? ¿Quieres hablar? —dijo con preocupación. Tendría que trabajar un poquito más en cuanto a mis expresiones faciales. Con mirarme obtienes siempre todas las respuestas.

—Que sí, muller, —repliqué con un soplido— tú tranquila. ¿Bajamos a desayunar? ¡Tengo mucha hambre...! —repetí con un puchero.

No sabía mentir y mi madre me las cogía todas al vuelo. Le lancé un beso aliviando su angustia.

¿Cómo sería capaz de fingir esta noche? Debía de ser muy cuidadosa para que Erik no descubriera que no quería estar con él y que mis deseos en realidad eran estar con Thiago.

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora