Capítulo 23

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Belleza vs cerebro.

CLOE

Llegué a casa y, como siempre, Zeus me dio la bienvenida; no había nadie y subí directa a mi habitación, dejé la mochila en el suelo y me tiré en la cama con una sonrisa tonta. Me mordí el labio pensando en el día que había tenido. Todo lo ocurrido con Thiago. "Enamorarse es muy fácil, amar es otro nivel". Esa frase del pringado era cierta. Te pueden gustar muchas personas. Quizás a nuestra edad la atracción equivale a un noventa por ciento el físico y el diez restante, el cerebro. Una locura si reflexionamos. Cometemos el error de fijarnos solo en la belleza, en lo que nos atrae visualmente y, el resto ¡ya se verá! Sin darnos cuenta de que: «el cerebro, al final, es lo más importante», como diría mi madre... El problema es que Thiago lo tenía todo. Belleza y cerebro. ¿Cómo no enamorarme de él?

Cuando conocí a Erik sentía que era perfecto, que me gustaba a rabiar, que era el chico que quería. Con el tiempo me di cuenta que él se había fijado en mí por un objetivo. Poco a poco desenmascaraba sus intenciones. Me decepcionó, sí. Su belleza física se esfumó y su cerebro maquinaba cosas que me inquietaban. Porque cuando quieres a alguien le proteges del mundo, no existe el miedo, lo único que quieres es hacer feliz a la otra persona, lo respetas y eres incapaz de cruzar límites que lo dañen. Erik había cruzado varias veces esa línea. Engañando, mintiendo, gritando, y por último, para rematar, empujándome por aquellas escaleras sin medir las consecuencias. ¿Qué vendría después? Mejor no pensarlo. Con Thiago sentía que era distinto. No digo que sea el amor de mi vida. Soy muy joven para pensar en compromisos pero con él conseguía una conexión maravillosa. No tenía miedo, solo deseos. En clase había sido tan perfecto... Sabía que no me llevaría a ningún lado porque todo perdió la magia al recordar a Erik. ¿Qué demonios podía hacer con él si con quien quería estar era con Thiago? Aunque sé que no puede ser, le arruinaría la vida y eso no lo puedo permitir. Thiago ha sufrido demasiado al perder a su madre y a su hermano. Existe la amenaza de Erik de denunciarlo y eso sería una desgracia más para él y su familia.

Me levanté y bajé para hacerme algo de comida. Mi padres siempre estaban sincronizados a la perfección con las tareas de casa. Quien tuviera más tiempo libre adelantaba los quehaceres y apañaba la comida. Yo era muy resuelta y procuraba ayudarlos siempre. Sus horarios eran maratonianos y mis abuelos siempre nos echaban una mano con Andrés, lo recogían en el cole y pasaba la tarde con ellos. Quien primero acabara su turno lo recogía.

Llegué a la cocina y me vibró el móvil.


Hola, estirada, ¡cuánto tiempo!... ;)


Sonreí al ver el mensaje pero, cuando me di cuenta, sacudí la cabeza. No podía ponerme tan tonta con este ser ¿O sí? Lo reconozco. Con él era tonta perdida. Decidí esperar un poquito para contestar y así no parecer la desesperada que soy. Vale... con él solo podía esperar un minuto, ¡para qué te voy a engañar...!

Holissss, no ha pasado mucho y sé que soy irresistible para ti.


Mi lado irracional escribía llena de deseos y de necesidad de él.


Uy, baja tu ego, princesa. A mí me han cambiado a la estirada.


Aprendí de un chico muuuuy pesado de mi clase.


Si decía esas cosas, seguro que era guapísimo.


Ahora el del ego eres tú. No te creas, más bien era bastante feíllo.

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora