Capítulo 30

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Soy como ese atardecer triste que llora porque te fuiste, sin la esperanza de que regreses.

CLOE

Le vi irse, alejarse de mí. Acababa de perderlo, lo sabía. No podía soportar ese dolor. Thiago llegó en el momento menos esperado y se fue en el que sentía que más lo necesitaba.

A veces querer significa soltar. Porque juro que si tuviera que hacer cualquier cosa por él, lo haría. Ahora tenía que estar con Erik y dejar de lado mis sentimientos. Erik tenía poder, lo sabía y no me arriesgaría. A él no le gustaba Thiago y quería buscar cualquier forma de poner distancia entre nosotros, porque él sabía que yo sentía cosas con Thiago que nunca sentí, ni sentiré, por él. Si pudiera le diría que se acabó, que no quiero verle nunca más, que elijo a Thiago antes que a cualquiera. Porque con él soy feliz. Él ha conseguido sacar lo mejor y lo peor que hay en mí, con él siento en todas las formas posibles. Con él he aprendido miles de cosas, le admiro. Su pasado es horrible, le he visto mal y me ha roto. Esa fuerza por salir adelante ante la peor de las situaciones, él la tenía. Yo le llamo valentía, la que me falta a mí, para luchar por las cosas que quiero. Esa imagen quedará grabada en mi mente y en mi corazón toda la vida.

Estaba llorando en el portal de mi casa, esperando a Yezzy y Andrés. Miraba por donde se había ido esa moto, ese chico. Mientras se alejaba hizo que algo en mí se muriera, como esa vela que se consume hasta el final tras horas encendida con su llama viva y, poco a poco, se apaga hasta fundir la mecha. Así estaba mi corazón, fundido y deshecho. Decidí subir a casa. No quise estar expuesta a cada persona que pasara por mi calle, ni mucho menos a encontrarme con Lola. Mientras subía en el ascensor le mandé un mensaje a Yezzy.

Nene, te espero en casa. La conversación fue más rápida de lo
esperado. ¿Qué tal con Andrés? Gracias por todo. Te quiero <3.

Llamada entrante de Yezzy.

—¿Cloe? —su voz era apresurada.

—Hola, Yezzy, ¿todo bien? —dije disimulando para que no supiera que estaba llorando.

—¿Estás llorando? —preguntó con preocupación. Me conocía tanto...

—¡Qué va!, está todo bien.

«Bien jodida, Cloe», susurraban mis diosas.

—No te creo, pero estoy llegando con Andy a tu casa. ¿Cuál era el número?

—Yezzy, has venido miles de veces y ¿aún no sabes el número?

—Pues no, nena, te recuerdo que tengo memoria selectiva. Me acuerdo de lo que quiero —soltó entre risas.

—Es el tercero B.

—B porque estás buenísima, ¿no? —preguntó.

Yo no sé cómo lo hacía pero siempre conseguía sacarme una sonrisa incluso en mis peores momentos. Le adoraba.

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora