Capítulo 63 (+18)

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*******************************************ADVERTENCIA
******************************************* Si lees que sea bajo tu responsabilidad.
Este capítulo incluye escenas de contenido sexual con descripciones explícitas.
Si te incomoda este contenido puedes continuar la historia en el capítulo 64.
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Has sido, eres y serás el mejor.

CLOE

Nos giramos y ahora yo estaba encima de él. Con sus grandes brazos, me envolvía. Estaba totalmente desnuda y no tenía vergüenza, cosa que me sorprendió. Él me hacía sentir bien, deseada, feliz con mi cuerpo, sin un solo complejo.

Lo sentía duro contra mí. Me había gustado lo de antes pero quería más, quería verlo como él acababa de verme a mí.

Por la forma en la que me miraba me decía muchas cosas. Pasé las manos por su pelo despeinado, lo tenía bastante largo. A mí me gustaba aunque él decía que necesitaba un corte urgente. Él arrugó la nariz y decidí bajar las manos acariciando su marcado abdomen. Tenerlo así me encantaba. Sabía que él se había acostado con otras y al principio me ponía nerviosa no estar a la altura pero me estaba demostrando que eso solo eran tonterías mías. Me dijo un millón de veces que no me preocupara, que lo que realmente le importaba era que yo estuviera preparada.

—Cloe —susurró.

—Dime.

—No sabes cuánto he deseado tenerte así.

—Creo que sí lo sé —dije señalando hacia abajo haciendo referencia a su erección.

Ambos reímos y esta vez decidí tomar el control besándole, era lo que sabía hacer. Esta vez era suave, como si quisiéramos que ese momento fuera eterno. El siguiente nivel estaba cerca y ni las clases teóricas de mis padres, ni las pelis o los libros explicaban lo que en ese preciso instante estaba sintiendo.

Volvimos a girarnos quedando él encima de mí. Aumentó la intensidad del beso. Me sentía como si el mundo no importara, que éramos solos él y yo. Empezó a besar mi abdomen y con sus manos cogía mis pechos. Quería experimentar qué se sentía tocarle pero me daba vergüenza.

«La estirada le quiere tocar el pito al pringado», gritaban como locas mis diosas descontrolando mi pulso y aumentando los niveles de ansiedad.

Cogí la cadena que me regaló Thiago y cerré los ojos, olvidándome de mis diosas y centrándome en mi deseo. Le cogí de los brazos y tiré de él para seguir besándole en la boca. Me encantaban sus carnosos labios. Nuestros sexos estaban rozándose pero había ropa de por medio. Su respiración aumentaba a un ritmo galopante y la mía corría como desquiciada por la habitación.

Fui valiente y bajé mi mano hasta su miembro sintiendo esa tela de por medio que no me ayudaba. Lo cogí desprevenido pero su mirada llena de lujuria volvía a hablar permitiéndome seguir. Entré en su bóxer deslizando mi mano y lo envolví sintiendo su tamaño y pensando en lo que venía después. Me cogió la mano y guio el movimiento hasta que lanzó un breve gemido de placer. Apartó mi mano dándome a entender que quería seguir él. Nuevamente preguntó:

—¿Estás segura? —me miró a los ojos.

—Sí, —afirmé acelerada.

Quería sentirlo. Él asintió y se estiró para coger el condón que me había dado nuestro amigo pero ni lo vi porque volvió a besarme mientras lo abría. Se levantó, se lo colocó y volvió a ponerse encima. Yo temblaba del susto por lo desconocido pero mi deseo podía con todo.

—Voy a ir muy despacio, pequeña. Tú me dices si paro, ¿vale?

Asentí con esa sensación de pánico y deseo al mismo tiempo. Se posicionó justo arriba de mí rozando nuestros pechos, me tocó nuevamente con sus dedos mientras cuadraba sus caderas para dar entrada en mi sexo y lo hizo con mucha suavidad suspirando muy fuerte en mi oído. Me dolió un poco, no voy a mentir, era un ardor profundo pero a su vez era algo indescriptible y maravilloso. Repitió el movimiento en un vaivén muy lento y jodidamente delicioso. Nuestros gemidos se entrelazaban en el aire.

—Joder Cloe... —gruñía y eso me tenía en las nubes.

Unas lágrimas salieron de mis ojos y él las besó con delicadeza.

—¿Quieres que pare? —preguntó con temor.

—No, sigue —aseguré con ganas de sentirlo más.

Empezó a acelerar el ritmo de las embestidas, y yo comencé a sentir de nuevo ese hormigueo en las piernas llevándome al clímax máximo. Gemí su nombre en cuanto sentí de nuevo ese placer exquisito que acababa de descubrir. Bajó el ritmo para que descansara pero yo no quería parar, quería verlo a él. Quería hacerlo yo pero no sabía cómo.

—Te toca a ti y quiero hacerlo yo.

Me posicionó encima de él y movió las caderas haciéndome entrar y sentir con más profundidad. Me enseñó el movimiento que aprendí en pocos segundos, me guiaba con sus manos cogidas a mis piernas a un ritmo frenético. Noté que lo estaba disfrutando tanto como yo. Nos movimos más rápido acompasados y en ese momento Thiago tomó el control y estalló de placer con un grito ahogado. Me tumbé encima y me abrazó haciéndome sentir el palpitar de todo su cuerpo, el sudor de ambos, el deseo cumplido.

—¿Estás bien? —cogía mi cara con ternura y delicadeza— ¿te ha dolido?

—No, ahora mismo estoy en una nube flotando —estábamos frente a frente con nuestros cuerpos pegados. Me dio un beso muy suave en los labios—. Ha sido maravilloso. Gracias —me salió del corazón decírselo.

—¿Por qué?

—Por quererme tan bonito.

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora