Capítulo 73

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Me enamoré de tu alma.

CLOE

—Me voy a duchar —me giré en la cama y él empezó a hacerme cosquillas.

—Thiago... para... ya... —no podía hablar de la risa, me faltaba el aire.

—Dirás que nos vamos a duchar —empezó a reírse de mi sonora carcajada.

No sé en qué momento logré zafarme de él, entrar al baño, cerrar la puerta y ducharme. Pero lo hice, si no nos quedaríamos en la habitación todo el día.

Al salir del baño él estaba hablando por teléfono, parecía importante por su cara de seriedad. Tenía el ceño fruncido con una mano en la cadera y la vista fija en la ventana. Entré en silencio para no molestarlo. Cogí la ropa y empecé a vestirme con el outfit adecuado para ir a la nieve. Unos leggins negros a juego con una camiseta térmica para, cuando llegáramos a las pistas, poder enfundarme el mono de nieve; no me gustaba usar los pantalones y la chaqueta por separado porque siempre terminaba entrándome la nieve por el culo y me congelaba. Me arreglé rápido, cogí mis cosas y fui al salón. Thiago ya saldría en cuanto terminara de hablar. Estaba alucinando con lo que estaba oyendo pero cuando llegué él me miró y apenas habló, así que no me enteré de qué iba el asunto.

Mi mejor amigo estaba buscando algo.

—Muy buenos días, Yezzy —llegaba mi momento.

—Hola reina, ¿qué tal? —se giró con una mirada alegre. Me acerqué y le puse una mano en el hombro.

—Yo bien pero tú seguro que mejor —le regalé una sonrisa pícara.

Al principio arrugó su frente pero luego abrió los ojos y se llevó una mano a la boca.

—No me jodas que... —no terminó la frase, yo estaba asintiendo.

—Sí amigo, sí.

—Buenos días, Cloe —me saludó Manu con unos interrogantes en sus ojos al oír la carcajada sonora de Yezzy— ¿qué pasa?

El nene pasó de mirarme a mí a mirarlo a él.

—Que nos oyeron —reprimió una sonrisa.

—Bueno ¡qué podemos decir!, así se empieza bien la mañana —sonrió divertido y siguió su camino.

Yezzy volvió a mirarme.

—Eso me pasa por burlarme, para la próxima te prometo que no me oyes, reina del silencio.

En ese momento llegó Thiago con la cara descompuesta, lo que le habían dicho no era nada bueno.

—Ey, ¿todo bien? —pregunté acercándome a él.

—Sí, solo me he mareado. Dame un abrazo —se acercó a trompicones a mí y me abrazó contra su pecho como si me viera por primera vez desde hacía mucho tiempo. Después de un minuto abrazados mis nervios aumentaron; cuando me aparté de él tenía los ojos llenos de lágrimas.

—Thiago, ¿qué pasa? —me estaba poniendo nerviosa.

Negó con la cabeza. Me necesitaba a su lado pero no quería hablar del tema y debía respetarlo.

—Ya regreso —me besó y se fue a la habitación. Le seguí, y él se sentó apoyando sus codos en sus rodillas y se revolvió el pelo.

—Thiago... —susurré agachándome frente a él.

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora