Capítulo 56

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Confianza.

CLOE

Mi corazón iba a estallar, había malinterpretado todo. Me había puesto a llorar superagobiada con Yezzy, no quería repetir lo de Erik y cagarla con él. Pero en esta ocasión me sentía desesperada y hasta acosadora. Thiago me gustaba y mucho. Ahora constantemente pensaba que algún día esto acabaría o que yo no valía lo suficiente para que él me entregara su cariño al completo. Mis inseguridades, aunque habían mejorado y mucho, aún seguían, porque en el fondo, me parecía increíble que un chico tan maravilloso como él, estuviera conmigo.

La reacción de Thiago me frustró bastante porque no era la primera vez que lo hacía. No terminaba de entenderlo y hasta ese momento, nunca lo habíamos hablado. Las palabras que me dijo fueron preciosas, no quería correr conmigo, prefería ir despacio. ¿Podía ser más perfecto?

Me pareció muy bonito que se preocupara más por mí que yo misma. Thiago era increíble en todos los sentidos. Me hacía sentirme querida y protegida. Sinceramente con él perdía todo mi autocontrol, además de por nuestra química y nuestra atracción, por la confianza que sentía en él. Estábamos comiendo en un restaurante muy bonito desde el que se veía la playa. De Thiago me encantaba que siempre tuviéramos tema de conversación, de cualquier cosa comentábamos y debatíamos. Éramos muy parecidos en muchos sentidos y no nos callábamos ni debajo del agua. Me encantaba escucharlo. Era una persona muy inteligente, empezando por su cociente intelectual y terminando por la madurez que demostraba día tras día.

Con Erik no me pasaba eso. Por más que quisiéramos hablar en la mayoría de las situaciones terminaba siendo hasta incómodo. Erik era muy inteligente pero no conectábamos como con el chico que en ese instante tenía enfrente. Otra cosa para sumar a la lista de cosas que me encantaban de Thiago era que sin saber cómo, siempre me sacaba una sonrisa, hasta de la forma más tonta.

¡Es increíble cómo una persona puede cambiarte la vida en tan poco tiempo!

—Pues esa es la historia de cómo tu amigo tiene una cicatriz en el pie con un cangrejo.

—No me puedo creer que un cangrejo te dejara una cicatriz tan grande, ¡eres un exagerado! —dije, y él abrió los ojos indignado.

Ese tic de abrir los ojos sorprendido me hacía mucha gracia.

—Verás, cuando volvamos a la playa te la enseño —soltó.

Levanté las cejas por el doble sentido de su frase.

—Hombre, si quieres esa también te la puedo enseñar, golosa —comentó al ver mi expresión y no pude aguantar la risa.

—¿Todo bien?, ¿os traigo la cuenta? —preguntó la camarera amablemente.

—Sí, todo exquisito —dije con una sonrisa.

Nos habían atendido muy bien y la comida estuvo especialmente deliciosa.

—Cloe, pago yo —comentó en cuanto se fue.

—¿Por qué? —pregunté con pereza.

—Porque sí.

—Pues no, quiero pagar yo, que siempre lo haces tú.

—Este sitio es caro Cloe y reservé yo, hoy quería invitarte. Otro día te dejo pagar todo, te lo prometo.

Me lo pensé un momento. Si me lo prometía en ese momento no tendría más excusas.

—¿Pinky promise? —arrugué el ceño— si no es con la Pinky promise no me sirve. Miró al techo y aceptó uniendo nuestros dedos meñiques.

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora