Capítulo 70

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El tiempo pasa y las desgracias siguen.

CLOE

Pasaron los meses y el buen rollo entre nosotros seguía como el primer día. Comenzamos el instituto. No había alumnos nuevos, éramos los mismos del año pasado menos Joaquín que había dejado Bachillerato. Todo seguía igual solo que ahora Thiago y yo ya no pasábamos el uno del otro sino que ahora él no paraba de vacilarme y enamorarme cada día más.

Thiago se sacó el carnet de conducir a la primera como era de esperar; estudió el teórico en dos días e hizo cinco prác-ticas, claro que Marco, durante mucho tiempo, sirvió de guía para el ojos grises y este, en silencio observaba y aprendía. Muy típico de él. Sus abuelos le regalaron un BMW Z4 en color gris metalizado. ¡El vacile que le monté por ello ni os lo imagináis! Mucho hablaba y decía que no era pijo pero luego en qué cochazo se montaba. Él se enfadó con sus abuelos porque decía que quería un coche normal y que no tenían que haberse gastado esa cantidad de dinero pero sus abuelos alegaron que él se merecía eso y mucho más por ser el buen nieto que era. Y tenían dinero y razón, Thiago era especial con los suyos, entregado con ellos. Cuando tenían una cita médica allí estaba, cuando Martí necesitaba algo de él, lo complacía y lo atendía. Thiago era un nieto ejemplar y se lo demostraba día a día. Decía que ellos los habían salvado cuando asumieron la custodia pero él también los salvó a ellos de no derrumbarse tras la pérdida de su hija y de Leo. Él era el único motivo que los mantenía en pie, su razón de seguir luchando.

Por otra parte Yezzy cumplió dieciocho años el veinticuatro de septiembre pero, decidimos esperar para celebrarlo juntos con una cena reducida. Los casos de Covid seguían subiendo bruscamente a pesar de la vacunación. Los nervios de la EvAU estaban presentes, el año sería muy corto con un gran repaso de los temas más importantes que nos podían tocar. Tuvimos muchísimo temario en los exámenes y nos vimos obligados a celebrar nuestro cumpleaños en noviembre.

Los meses pasaban demasiado rápido, no teníamos tiempo para muchas cosas, nuestra mente estaba en los exámenes y los profesores no paraban de recalcar que definirán nuestro futuro. Thiago me ayudaba mucho a la hora de estudiar ya que para él era muy fácil.

Pasamos una Navidad que no fue precisamente la mejor, el Covid no paraba de aumentar y no nos permitían reunir a más de dos núcleos familiares. Aunque eso en mi casa no valió de nada porque Andrés fue positivo y a los tres días siguientes, yo también. Así que imaginaros la Nochebuena y la Nochevieja confinados, haciendo videollamada con Thiago y Yezzy. No tuvimos síntomas pero estuvimos aislados todo ese tiempo. A mi padre le concedieron el permiso para cuidarnos y mi madre tuvo que quedarse en el hospital día y noche. Ellos lo pasaron muy mal, la situación se agravaba en el trabajo y en ocasiones se desesperaban ante la saturación en las urgencias y la falta de personal. Así era esta desgracia que había llegado a nuestras vidas en dos mil veinte para quedarse con nosotros muchos años.

Mis días de adolescente. Decidir. II (Publicado en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora