El misterio de Kim Taehyung ♡ KookV

Capítulo 45

Miyeon observaba el humo del café perderse en el aire mientras esperaba a que el alfa llegara. Habían pasado solo unos cinco minutos de la hora acordada, pero últimamente se sentía muy ansiosa. Aún le dolía la cabeza, el médico la había dado de alta junto con varias medicinas para tratar eso y la herida provocada, que aunque no fue severa, generó un poco de daño. También le habían recomendado un psicólogo, pero ella creía que necesitaba más de un psiquiatra. Las ganas asesinas de desenterrar a su difunto esposo bajo el montón de tierra y hacer que reviviera para después matarlo ella misma con sus propias manos... Esas ganas son simplemente enfermizas.

Tiene pesadillas. Tiene muchas imágenes en su cabeza de su hijo, de sus hijos. Su lobo está dolido, ahora no hay espacios inconclusos en su mente, sabe que no se puede dar el lujo de ello, pero hay una maldita marca rota que trata de superar por Taehyung y le jode que aunque odie a Jinwoo, no pueda deshacerse de los efectos depresivos que una marca entre alfa y omega trae consigo.

Ella tiene la culpa de todo. Ella lo dejó entrar a su vida, ese hombre la alejó y destruyó a la que habían construido. Se dio cuenta demasiado tarde de la situación a la que estaba expuesto su hijo y no pudo protegerlo, no pudo protegerlos. Y ahora tenía un cachorro muerto y otro lastimado con heridas que tal vez nunca sanarían... Y que no la quería ver.

- Lamento la demora – Seokjin apareció frente a ella. Su cabello peinado de lado y dejando su frente al descubierto, una camisa blanca de la que solo se veía su cuello y un jersey negro sobre ella que combinaban con el pantalón y los zapatos de vestir. Observó su reloj notando que en realidad no estaba tan atrasado, unos minutos más no debió ser tan malo. Y aunque a él no le gustaba hacer a las personas esperar, el tráfico desde el hospital había sido horrible.

- No hay problema. No esperé demasiado – Miyeon tenía tantas cosas que agradecerle al alfa y probablemente nunca terminaría de recompensarlo por aquello. El enamoramiento que ella creyó fugaz y hasta tierno teniendo en cuenta la diferencia de edad, fue el mismo que la había salvado.

Miyeon recuerda cómo fue cuando se conocieron, él estaba tan perdido pero al mismo tiempo disfrutaba de todo, era joven y tan lleno de vida que no le costó acercarse. Ambos siempre supieron que entre ellos no habría algo más que una amistad, la omega solo le tenía un cariño como un amigo o hasta un hijo mientras que el alfa se sentía atraído más y más por alguien que estaba prohibido.

- Gracias.

- ¿De nuevo? – Seokjin sonrió logrando que la mujer lo imitará y le diera un sorbo a su café que estaba más frío – Tendrás que dejar de agradecerme algún día – Miyeon tarareo como respuesta sin querer decirle algo concreto, porque no podía asegurarle que eso podría llegar a suceder.

Los años le habían sentado bien. Seokjin se veía mucho más maduro, era todo un alfa. En aquella época aún podía ver atisbos de la inmadurez de los adolescentes aunque ya no lo era, pero ahora sus ojos reflejaban determinación y perspicacia, y lo más divertido de todo es que no los apartaba luego de ciertos minutos.

A pesar del tiempo él seguía luciendo joven y atractivo, mientras ella era un recuerdo de la mujer que fue. Ahora mismo habían ciertas bolsas bajo sus ojos por la falta de sueño, su cabello ya no era tan abundante como antes y muchas canas comenzaron a aparecer antes de lo necesario, las arrugas hacían su efecto y su propio corazón junto con su lobo solo le estaban sumando al menos unos quince años más.

- Bueno, al menos creo que puedo dejar de aprovecharme de ti finalmente - un rastro de confusión apareció en el rostro contrario cuando sus cejas se fruncieron levemente – Logré hablar con mamá. Más de veinte años y su número sigue siendo el mismo. He cometido muchos errores en mi vida y aun así ella lloró cuando escuchó mi voz y me dijo que siempre habría un hogar para mí en donde ella estuviera – Miyeon casi quiso reír amargamente de sus propias palabras, ella les dio la espalda pero ellos volvían a extenderle los brazos.