Izabella.
Otro día más para enfrentar la patética realidad, me gustaba dormir porque en mis sueños las situaciones no eran tan duras y podía ser más valiente.
Me encuentro en mi cama, sin ganas de levantarme y con mucho sueño... como si no hubiese dormido lo suficiente, bueno... tomando en cuenta que estuve desvelándome a lo idiota imaginando situaciones que quizás nunca sucedan, pues es muy lógico que me sienta así.
A quién en su sano juicio se le ocurrió que era buena idea crear la escuela, son las 6:00 AM y ni siquiera siento ánimos de ducharme, el clima en Vancouver últimamente ha estado muy extraño, por las mañanas hace un frio del infierno y en las tardes es más cálido, pero eso no quita que ahora mismo solo quería quedarme abrigada en mi cama.
No dejaba de pensar en lo que había pasado con Emma ayer, todo lo que esa pelirroja le dijo, me preguntaba.... cómo estará, no debe ser fácil, más si ella e-está enamorada de ese idiota.
Aún era difícil asimilar que ella pudo olvidarse de ese beso...
Solo éramos dos pequeñas que tenían mucha curiosidad, pero en lo personal fue un impulso para saber que me gustaban las chicas, aunque estuve en negación por mucho tiempo.
Me dispuse a prepararme para salir, me duché y lavé mis dientes.
Estuve buscando qué ponerme y me decidí por unos pantalones de mezclilla azules, unos tenis converse, una camisa blanca con estampado de una banda y por encima una polera negra.
Me dirigí a la habitación de mi hermana menor, apenas tenía cuatro años, aún dormía y no quería despertarla, pero tenía que despedirme de ella.
—Lucy, preciosa ya me voy— dije acariciando su cabello.
—No te vayas, Izzy— dijo adormitada.
—Tengo clases, pequeña.
—No me quiero quedar sola, me da miedo— dijo, haciendo un puchero.
—No te quedarás sola, ya vendrá Ana a cuidarte y jugar contigo— dije, dándole un abrazo.
Y de esa manera se quedó tranquila, mi padre se encontraba de viaje junto a mamá, por lo tanto, yo debía cuidar de mi hermana menor, pero entre el estudio, el trabajo, tenía dos días en la semana completamente ocupados ya que a la libreria solo me toca ir martes y viernes, pero Ana una chica de unos veinte años se encargaba de cuidarla, y ha demostrado ser de confianza.
Salí de casa, aún era muy temprano tomé mi bicicleta, me coloqué los audífonos y se comenzó a reproducir creep-radiohead una canción que me recordaba a una persona en especial.
Sin darme cuenta estaba dirigiéndome hacia donde vive Emma, aunque no creo que ella asista hoy, después de todo lo que pasó ayer.
En el transcurso pude ver el peculiar lago de Nort Vancouver rodeado de inmensos pinos y esos muelles que solo hacían más hermoso el lugar.
Emma vive un poco más retirado de los muelles, en un vecindario conocido por su comunidad religiosa.
Lo cual tenía sentido, ya que su familia es demasiado estricta con esas cosas, muchos de nuestros compañeros también viven ahí, incluyendo al idiota que la lastimó.
En cambio, yo vivo más cerca del colegio, sin embargo, siempre vengo por ella para irnos juntas.
Una parte de la canción hacía eco en mis adentros...
what makes you happy
What you want
you are so fucking special
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Amor en Vancouver
Teen FictionAtreverse a amar a alguien es un acto honorable, pero atreverse a amarse a sí mismo es un acto que requiere de valentía; Emma Miller se dará cuenta de lo que conlleva ser capaz de ser dueña de su vida, sus ideales, su cuerpo y sus pensamientos ante...