Noches salvajes - ¡Noches salvajes!
Fueron los deseos
De nuestro corazón -
Si estuviéramos juntos -
¡Salvajes noches serían!Inútil - el viento -
Para un corazón en el puerto -
Hecho de éxtasis -
Vela en la oscuridad -
Lo único que necesito
Es el timón en la mano -
Navegando en Edén -
¡Ah! El mar -
Podría anclar - esta noche -
En Ti.—Emily Dickinson.
Izabella.
Han pasado cuatro días desde que hablé con Em, sobre lo de mi padre, y desde entonces ella se ha esforzado mucho por animarme. Se lo agradezco de corazón, pero aun así no logro concentrarme del todo en el trabajo ni en las reuniones con nuestros amigos.
Son las cuatro de la mañana y estoy en el gimnasio del edificio donde vivo, intentando desahogar un poco lo que siento y matar el tiempo haciendo ejercicio. Esta es mi rutina últimamente. Siempre me he mantenido activa físicamente, pero solía hacerlo a las seis de la mañana o por la noche. Ahora, me despierto más temprano porque me es imposible conciliar el sueño. El proceso de aceptar que el tiempo que me queda con mi padre es limitado es complicado y doloroso; como siempre, trato de cubrir ese dolor con ejercicio.
Al parecer, hay algo en mí que no cambia: siempre evado mis sentimientos con algo que me permita descargar la frustración.
Flashback.
El agua me recibe con la familiaridad de siempre. Empiezo con un crol a buen ritmo, buscando distraerme con la técnica: brazada firme, respiración cada tres. Me dijeron que no puedo ver a Emma, y la frustración se cuela en cada viraje. Sigo nadando, cambiando a espalda, buscando alargar cada brazada. El agua se desliza sobre mi piel, pero no me relaja como antes. Mi ritmo es casi automático; me pierdo en el sonido de las salpicaduras, tratando de encontrar algo de paz en lo que siempre ha sido mi refugio.
Intento concentrarme en la línea del fondo, en la cadencia de las brazadas, pero mi mente siempre vuelve a ella. Al final, solo floto, dejando que el cansancio haga su trabajo. Necesito paciencia, pero en este momento, parece que estoy nadando contra la corriente.
Desde que publicaron esa foto con Liv, en la que dicen que somos pareja todo se complicó porque eso llegó a oídos de la señora Miller, y si ella ya se encargó de alejar a sus hijas de mí, en especial a Emma. Estoy tan enojada con Liv, pero más enojada con el estúpido padrastro de Em. Ese hombre es una bestia, solo de recordar lo que me platicó Alex.
Finalmente, llego al borde y me detengo, dejando que el agua gotee lentamente de mis manos. Me impulso hacia arriba y siento el aire frío en mi piel cuando salgo de la piscina. El agua resbala por mis piernas mientras me tomo un segundo para respirar, apoyando las manos en mis rodillas. No es lo mismo que encontrar la paz, pero al menos ya no siento tanta presión en el pecho.
ESTÁS LEYENDO
Amor en Vancouver
Teen FictionAtreverse a amar a alguien es un acto honorable, pero atreverse a amarse a sí mismo es un acto que requiere de valentía; Emma Miller se dará cuenta de lo que conlleva ser capaz de ser dueña de su vida, sus ideales, su cuerpo y sus pensamientos ante...